¿Personas
excepcionalmente fuertes, o con poderes casi mágicos? ¿Tal vez a la manera de
los superhéroes imaginarios de las películas? ¿Acaso ese tipo humano de
“todoterreno”, que valen para todo y sirven para todo? ¿Alguien tan anormal que
ni siente ni padece, impertérrito a lo que le echen? ¿De los que siempre
triunfan y nunca son derribados? ¿Eso es la santidad? ¿Eso es un santo?
-¡Porque eso no estaría al alcance de todos!-.
Más
que personas muy capacitadas humanamente (Dios no elige a los más capaces sino
que capacita a los que elige), más que personas de una extraordinaria fuerza
fuera de lo común, en un santo hay que mirar y fijarse bien y entonces no se
descubre a un superhéroe (un superman, por ejemplo) que todo lo puede por sí
mismo, sino a alguien que se ha puesto al servicio de Dios y Dios lo ha ido
capacitando (cf. 1Tm 1,12) y dándole a cada momento lo necesario para su
vocación y misión.
Así,
lo primero que brilla en un santo es la obra de Dios en él, la actuación de la
gracia. En un santo hay un soporte único, un trasfondo escondido, cuyo origen
es Dios, y que se va a reflejar en todo lo que un santo vive, siente, realiza,
trabaja, ama, sufre. Se trata de la vida sobrenatural en ellos.
Son
campeones, sí, en mil batallas, en mil superaciones personales, en mil trabajos
por la Iglesia,
porque la vida les viene de lo alto. Lo sobrenatural actúa en ellos de modo
pleno y sin obstáculos; la vida sobrenatural en fe, esperanza y caridad, la
participación en la vida de Dios, fue sobreabundante:
“La vida
sobrenatural del cristiano no es una doctrina que pueda ignorarse, o
considerarse secundaria en el diseño religioso... Es fundamental y constituye
el núcleo profundo, originario y esencial de las relaciones que Cristo inauguró
con la humanidad que le quiera seguir” (Pablo VI, Discurso a los dirigentes de la Acción Católica,
30-julio-1963).
Así
la vida cristiana permite poder repetir, como san Pablo, “es Cristo quien vive
en mí” (Gal 2,20). Ya no se trata del esfuerzo moral, del compromiso pelagiano,
de la presunta omnipotencia de la naturaleza humana (olvidando el pecado
original y su debilitamiento, la concupiscencia); nada de eso sirve porque
consume y destroza al hombre condenándolo al fracaso y la frustración. Es la
vida sobrenatural, es la gracia. Por eso el cristianismo es la comunicación de
una vida nueva, gratuita, elevada, sobrenatural, sin confundirse ni disfrazarse
de valores, ideología, o mera transformación social o ética. No es un
instrumento al servicio de esos fines terrenos. El cristianismo es más y mejor
y más grande: transmisión de la vida sobrenatural. Los santos son su mejor
exponente, la gran confirmación del poder de la vida sobrenatural y de la
exacta naturaleza del cristianismo.
Un
santo vive de la gracia, no de sí mismo; un santo vive de lo recibido, no de
sus propios ideales; un santo vive de la vida sobrenatural que se le entrega,
no de sus meros recursos humanos o proyectos personales o pastorales. Los
santos amaron más la gracia que sus propias vidas: esto no los deshumanizó, ni
los volvió fríos e insensibles; muy al contrario, la gracia –la vida
sobrenatural en ellos- mostró la auténtica humanidad, la mejor humanidad, lo
humano según el modelo de Cristo:
“El estado de gracia no tiene términos
suficientes por los que pueda ser definido; es un don, es una riqueza, es una
belleza, es una maravillosa transfiguración del alma asociada a la vida misma
de Dios, mediante la cual nos convertimos, en cierto modo, en partícipes de su
trascendente naturaleza; es una elevación a la adopción de hijos del Padre
celestial, de hermanos de Cristo, de miembros vivos del Cuerpo Místico mediante
la animación del Espíritu Santo. Es una relación personal, pero, pensadlo bien,
entre el Dios vivo, misterioso e inaccesible por su infinita plenitud, y
nuestra ínfima persona. Es una relación que debería hacerse consciente; pero
sólo los limpios de corazón, los contemplativos, los que viven en la celda
interior de su espíritu, los santos, quienes saben decirnos algo de esto.
También los teólogos nos pueden instruir bien. Porque es una relación todavía
secreta no es evidente, no entra en el campo de la experiencia sensible, si
bien la conciencia educada adquiere una cierta sensibilidad espiritual;
advierte en sí los “frutos del espíritu”, de los que San Pablo hace un largo
elenco: “La caridad, el gozo, la paz” (estos especialmente: una alegría
interior, en primer lugar, y, después la paz, la tranquilidad de la
conciencia), y después, la paciencia, la bondad, la longanimidad, la
mansedumbre, la fidelidad, la
modestia, el dominio de sí, la castidad (Gal 5,22); parece que el apóstol entreviera
el perfil de un santo. Esta es la gracia; esta es la transfiguración del hombre
que vive en Cristo” (Pablo VI, Audiencia general, 14-agosto-1968).
Esto
sí es algo nuevo. Son héroes a lo divino: ¿o no es heroico vivir siempre con
alegría interior y paz, vivir con bondad, paciencia, mansedumbre, castidad…?
Pero fue la gracia la que lo logró en ellos; fue la vida sobrenatural
fecundando sus existencias.
Sus
grandes hazañas no fueron logros humanos, conquistas, éxitos, empresas,
protagonismo o fama; no levantaron imperios ni soñaban con honores humanos ni
reconocimientos sociales. Los que eso buscan, son héroes efímeros, con pies de
barro, que fácilmente son derribados por otros presuntos héroes.
Estos
héroes verdaderos, los santos, lo fueron al modo divino: de muchos de ellos
apenas sabemos nada, otros son una multitud anónima… y sin embargo siguen
siendo héroes: porque dejaron a Dios que les diese una vida nueva y verdadera,
removiendo todos los obstáculos interiores de su alma.
Fueron
héroes a lo divino; la vida sobrenatural los humanizó plenamente y los elevó
hasta Dios. Para el mundo son hoy testigos de lo divino y sobrenatural, una
señal que apunta a la trascendencia, a algo superior, a la vida en Dios.
La imagen acompaña de perlas. ¿Es un sagrario? ¡Cuántas cruces! que a la vista, que escondidas... en lo que el niño San Francisco Marto llamaba con todo su amor... Jesús escondido!!!
ResponderEliminarVivir la Existencia eucarística de Nuestro Señor Jesucristo.
Abrazos fraternos.
Pater, en el blog llamado SERVIAM! de su magnífica lista de blogs, le ruego que lo vuelva a agregar pero con la nueva dirección
ResponderEliminarhttps://doulosmariae.blogspot.com/
gracias.
Abrazos fraternos.