sábado, 1 de junio de 2013

Paradoja y misterio de la Iglesia

¡Delicioso!

Típico lenguaje de De Lubac; perspectivas de Misterio. ¡Como para no amar más y mejor a nuestra Madre, la Iglesia!

"En efecto, ¡qué realidad tan paradójica es la Iglesia, con todos sus aspectos contrastantes! ¡Cuántas imágenes de ella, tan opuestas entre sí, nos ofrece la historia! En casi veinte siglos, ¡cuántos cambios se han producido en su comportamiento!, ¡cuántos desarrollos extraños!, ¡cuántos giros!, ¡cuántas metamorfosis! Pero también hoy día -y sin llegar a hablar de las separaciones derivadas de ciertas rupturas-, a pesar de las nuevas condiciones de un mundo que tiende a la uniformidad, ¡cuántas distancias, a veces qué abismos de mentalidad, en el modo de vivir y pensar la fe entre las comunidades cristianas de los distintos países!... La Iglesia... ¿Con qué rasgos podré componer su rostro? ¿Pueden todos estos elementos dispares -cada uno de los cuales sin embargo le pertenece por entero- componerse en un rostro? Sí, yo lo creo así, la Iglesia es complexio oppositorum; pero, a primera vista, ¿no me resulta quizá necesario reconocer que ese choque entre los opposita me oculta la unidad de la complexio?... Se me dice que es santa y la veo llena de pecadores. Se me dice que tiene como misión arrancar al hombre de sus preocupaciones terrenas, recordarle su vocación a la eternidad, y la veo incesantemente ocupada de las cosas de la tierra... Me aseguran que es universal, tan abierta como lo son la inteligencia y la caridad divinas, y yo constato muchas veces que sus miembros, por una especie de fatalidad, se repliegan tímidamente en grupos cerrados...

Se la proclama inmutable, la única que permanece estable por encima del torbellino de la historia, y he aquí que de improviso, ante nuestros ojos, desconcierta a gran cantidad de fieles con sus bruscas renovaciones.

Sí, paradoja de la Iglesia. No es un vano juego retórico. Paradoja de una Iglesia hecha para una humanidad paradójica, a la que a veces se adapta incluso demasiado. La Iglesia está desposada con todas las características de la humanidad, con todas sus complejidades y sus inconsecuencias, con las contradicciones sin fin que existen en el hombre... Desde las primeras generaciones cristianas, cuando apenas había traspasado los límites de la vieja Jerusalén, la Iglesia ya reflejaba en sí misma los rasgos -las miserias- de la humanidad corriente.

Pero afinemos nuestra mirada. Tratemos de ver más allá de las apariencias demasiado superficiales y groseras... Entonces descubriremos la paradoja característica de la Iglesia, y será precisamente la que nos introducirá en su misterio. La Iglesia es humana y divina..."

(H. De Lubac, Paradoja y misterio de la Iglesia, Sígueme, Salamanca 1967, pp. 12-14).

11 comentarios:

  1. Padre Javier:

    Este hermoso texto, me hace recordar al asunto de la muerte como regalo. Lo que son paradojas para el intelecto humano, no lo es en absoluto para el AMOR DIVINO. Ese AMOR de nuestro CREADOR UNO y TRINO. Porque de ese AMOR se desprende un conocimiento y una sabiduría que no son humanos y cuya FUENTE es la GRACIA. Esa esa FUENTE de AGUA VIVA que es CRISTO, que es DIOS UNO y TRINO. Alabado sea DIOS.
    Muchas gracias, una vez más, Padre. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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  2. La paradoja, tan utilizada por Jesús, invita a la reflexión al unir dos ideas aparentemente imposibles de concordar. Al igual que Lubac, en su mismo amor y fidelidad a la Iglesia, creo que, a veces, nuestro error es no buscar la raíz de los sucesos y situaciones, negando el problema, afirmando fatalistas que no tiene solución o, al contrario, sublimándolo. Deberíamos ser objetivos y “llamar a las cosas por su nombre”.

    Si reflexionáramos valiente y desapasionadamente sobre las causas próximas y remotas de las discordias, disensiones, de la diversidad convertida en la “joya de la corona”, quizá nos daríamos cuenta que, a salvo razones genéticas evidentes (caricaturizando, ser rubio), las diferencias proceden del pecado individual y social arrastrado y mantenido generación tras generación y de sus consecuencias físicas y psicológicas. No pienso, siento, quiero... porque sí, porque soy así. No en balde Jesús le dijo a Nicodemo: “Es necesario nacer de nuevo para ver el Reino de Dios” o “En verdad, en verdad te digo, el que no nace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”.

    Siguiendo al mismo Lubac, Dios reúne todo lo disperso bajo Cristo que toma la naturaleza humana para restaurar el orden interior del hombre, la imagen y semejanza de Dios. Toma la naturaleza humana: toda diversidad ha de reconducirse a Él, nacer de nuevo en Él, porque Cristo es el hombre nuevo. El que nos mandó “sed perfectos como vuestro Padre del cielo” no nos mandaba algo imposible; Cristo era profundamente realista. El Concilio Vaticano II apeló a nuestra responsabilidad para que la Iglesia muestre el verdadero rostro de Cristo, también en su naturaleza humana. Hay que seguir esforzándose sin descanso, aunque parezca una obra imposible.

    “¡Felices los que un día entendieron totalmente la novedad, la riqueza y la profundidad de la vida que se les comunicó por esta madre!” (Lubac) ¡Qué Dios les bendiga!

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  3. Buen análisis, Julia Maria. Parece ser que Adán y Eva, estaban tan tranquilos y tan a gustito en el Paraíso. Tal vez la diferencias proceden del demonio, que sería el verdadero origen del pecado. Creo que si no fuera por el, Adán y Eva seguirían felices en el Paraíso. Pero parece que ahora no está de moda, ni el diablo, ni la naturaleza del mal. Creo que se habla poco del mal. Parece que el individuo (vaya palabreja liberal más moderno-creativa) y la sociedad van campando por sus respetos como si el mal y el demonio no existieran, y claro, estos últimos también están campando por sus respetos. Me da por pensar que si el individuo se convirtiera en ser humano (entiéndase también como: "se comportara como") y la sociedad en comunidad(entiéndase también como: "se comportara como"), tal vez las cosas serían diferentes. Y pudiera ser que por eso, todos fuéremos más conscientes de la existencia del mal, del demonio. DIOS les bendiga. Sigo rezando

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    1. Muchas gracias, Antonio, por sus amables palabras. Los términos individuo y sociedad los aplico a lo secular y responden a la Revolución Francesa; como términos de lo secular se rigen gramatical y semánticamente por la legislación civil. Su análisis, creo que nos apartaría del tema de hoy y como, al parecer, los católicos hemos “abandonado” el saeculum “a su propia suerte” en nombre de una mal entendida libertad, en el momento actual lo primero sería volver a ocuparlo como católicos y allí, dar contenido al lenguaje.

      En la Iglesia, el tan traído y llevado término comunidad no me gusta porque creo que, al emplearse sin rigor, conduce a la confusión y a su banalización. Prefiero el lenguaje de Cristo (que es el de las Sagradas Escrituras), en parte el de la Iglesia primitiva y el de los santos “clásicos”: discípulos de Cristo, ágape, hijos adoptivos de Dios en Cristo y, por tanto, hermanos en Él… Por eso, suelo emplear citas de la Biblia o de aquellos primeros cristianos y de los santos.

      Dice vd: - el individuo se comportara como ser humano, la sociedad como comunidad-. Creo que debe ser: el cristiano (individual) se comportara como Cristo; los cristianos entre sí, en ágape. Pero no es posible comportarse como Cristo ni el amor-ágape si uno no deja “todo lo que tiene” y le sigue; deja “todo eso”, el odre viejo, que creemos erróneamente nos hace ser nosotros mismos, para poder así nacer de nuevo, poder ser como Cristo; dejar todo eso que, también dentro de la Iglesia, me lleva a mi “zona de confort”. He oído tantas veces en católicos: -yo soy así; yo, lo que siento, lo que pienso, porque si no es lo que siento, lo que pienso, no me dice nada, me aburro; mi comunidad, yo soy X…- , que el elogio a la diversidad en sí misma me parece un error.

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    2. Podríamos preguntarle a los apóstoles si se divertían o “sentían” muchísimo siguiendo al Maestro por caminos polvorientos, acosados por la multitud que no entendía y quería “su milagro”, sin tiempo para comer, regañados por Jesús y, para colmo, ellos mismos sin entender casi nada; llamados desde sus distintas situaciones vitales a seguir a aquel singular rabí que te pide dejarlo todo por Él; la terrible última pascua en la que la actitud del Maestro, después de su entrada triunfal en Jerusalén, debió dejarles totalmente desconcertados y tan desalentados que, en Getsemani, se durmieron; la tortura, la crucifixión y la muerte ¡Pobrecitos los apóstoles!

      Es cierto que el demonio es un ser personal que quiere nuestra destrucción pues no acepta que Dios pueda amar a un ser tan inferior como el hombre, y también es cierto que desde nuestros primeros padres hemos construido y mantenido la cadena del mal. Un mal que va impregnando de errores y carencias de todo tipo a cada generación que, a su vez, generan más cadenas aunque, en el mejor de los casos, rompan alguna cadena anterior. Pero no es menos cierto que es responsabilidad de cada uno de nosotros “plantar cara” al mal en nosotros mismos, en aquellos que nos rodean, en la Iglesia y en la sociedad civil. En cada uno de los supuestos, sacaremos primero la viga de nuestro ojo para no ver gigantes donde hay molinos y emplearemos distintos modos, preguntándonos previamente ¿qué haría Cristo? La gracia divina se nos da, nos falta asumir nuestra propia responsabilidad y ponernos “a trabajar”.

      Ya sabe que citarme es correr el riesgo de “oír un parlamento”. Gajes de la maternidad y de mi profesión.

      ¡Feliz Corpus Christi!

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  4. Julia Maria, estoy totalmente de acuerdo con lo que ha escrito. Y para mi leerla es un placer, me gusta aprender, y de usted aprendo. Así que muchas gracias por su parlamento.
    Por otra parte, si Adán y Eva siguieran tan a gustito en el Paraiso, los apóstoles no hubieran tenido que recorrer los caminos polvorientos. Tengo para mi, por eso, que el verdadero enemigo es el diablo. Realmente creo que nos tiene mucha ojeriza, por haber sido amados y creados por DIOS. Realmente somos amados. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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  5. Ah..... si De Lubac y Guardini, lindos modernistas si los hay, ya se ve con que se alimentan ustedes.

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    1. ¿Fue un modernista Su Santidad Benedicto XVI? A tenor de su comentario sí, ya que él reconoce y agradece a ambos teólogos sus respectivas aportaciones.

      Ratzinger reconoce a Guardini como su maestro, sigue sus claves teológicas, y se inspira incluso en su línea para su célebre “Introducción al cristianismo” o “El espíritu de la liturgia” casi incluso parafraseando los títulos de Guardini “La esencia del cristianismo” y “El espíritu de la liturgia”. Poco antes de ser elegido Papa, declaraba en una entrevista que su deseo era retirarse y escribir una gran obra sobre Cristo como hijo Guardini con “El Señor”: esa fue la inspiración para los tres volúmenes de Ratzinger “Jesús de Nazaret”. ¿Modernista Guardini? ¡Absurdo!

      En cuanto a De Lubac, Ratzinger aprendió y recibió mucho y lo reconoce en su libro “Mi vida”. Dice así:

      “Vino en mi ayuda también otra circunstancia. En el otoño de 1949, Alfred Läpple me había regalado la obra quizá más significativa de Henri de Lubac, Catolicismo, en la magistral traducción de Hans Urs von Balthasar. Este libro se convirtió para mí en una lectura clave de referencia. No sólo me transmitió una nueva y más profunda relación con el pensamiento de los Padres, sino también una nueva y más profunda mirada sobre la teología y sobre la fe en general. La fe era aquí una visión interior, actualizada gracias precisamente a pensar junto con los Padres. En aquel libro se percibía la tácita confrontación tanto con el liberalismo como con el marxismo, la dramática lucha del catolicismo francés por abrir una nueva brecha a la fe en la vida cultural de nuestro tiempo. De Lubac acompañaba al lector desde un modo individualista y estrechamente moralista de creer, a través de una fe pensada y vivida social y comunitariamente en su esencia, hacia una fe que, precisamente porque era por su propia naturaleza también esperanza, investía la totalidad de la historia y no se limitaba a prometer al individuo su felicidad privada. Me sumergí en otras obras de Lubac y obtuve profundo provecho, sobre todo de la lectura de Corpus Mysticum, en el cual se me abría un nuevo modo de entender la unidad de Iglesia y Eucaristía…” (pp. 112-113).

      Ratzinger, De Lubac, Balthasar, Danielou, fueron los impulsores, trabajando juntos, de la revista Communio. ¿También modernista, no?

      Finalmente, como Pontífice, en la encíclica Spe Salvi, Benedicto XVI habla de De Lubac en los nn. 13-14, desarrollando su pensamiento.

      Sí, en este blog nos alimentamos de Guardini (pocas veces), de De Lubac, de Balthasar, así como de los Padres de la Iglesia, la liturgia, el Magisterio.

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  6. http://www.ivoox.com/podcast-iota-unum_sq_f16720_1.html

    esclarecedor

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  7. ¿Nos alimentamos de De Lubac, de Guardini, de Su Santidad Benedicto XVI, de von Balthasar, de Danielou, de modernistas, de no modernistas o de CRISTO, ese alimento que es nuestro CREADOR UNO y TRINO? Alabado sea DIOS.

    Padre Javier, muchas gracias por esta última entrada, para mi ha sido muy instructiva. Supongo que no iba dirigida a mi, pero a mi me ha ayudado. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    1. Antonio Sebastián:

      ¡Cristo es nuestro alimento!

      Pero la teología, el pensamiento, los buenos libros, son alimentos que Él nos proporciona. Los libros -santa Teresa lo repetía y lo vivía así- son fundamentales para el espíritu.

      Este blog es un blog de formación y por tanto deben entrar textos de autores sanos y ortodoxos, a los que conocer, asumir, y que nos hacen pensar y nos abren perspectivas.

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