viernes, 31 de mayo de 2013

Sobre el Espíritu Santo

Grito y súplica de la Iglesia: "¡Envía, Señor, tu Espíritu y renueva la faz de la tierra!"

El don del Señor resucitado es su Espíritu Santo, que va a continuar y prolongar la misma salvación y obra de Cristo en los corazones de los fieles.


Envía el Espíritu Santo para que sea el otro Paráclito, es decir, el Abogado, el Intercesor, el Consolador: las mismas funciones de Cristo ya que tomará de lo de Cristo para comunicarlo constantemente a la Iglesia.

¿Por qué es llamado así?

"El Espíritu Santo se llama Paráclito porque es Consolador, pues en latín paraclesis se traduce por consolatio [consolación]. Y en verdad que, cuando distribuye la gracia de los sacramentos, procura consuelo al alma. Tengo por cierto que experimenta gran alegría quien aprende alguna verdad cuando se la revela el Espíritu de Dios" (S. Isidoro, Sentencias, I, 15,4).

El Espíritu, por venir siempre en ayuda de nuestra debilidad, es invocado en toda situación por el bautizado y así, en las tentaciones y luchas, el Espíritu robustece y asiste para tener consuelo y salir victorioso.

"Cuando uno ora, invoca la asistencia del Espíritu Santo. Mas tan pronto como él llega, al punto se desvanecen las tentaciones de los demonios que asaltan el alma humana al no poder soportar la presencia de Aquel" (S. Isidoro, Sentencias, III, 7, 3).

Habremos de considerar muchas veces la gracia del Espíritu Santo como un don real que sostiene la vida creyente, teologal.

"Tal es la gracia del Espíritu: si halla abatimiento, lo disipa; si encuentra malos deseos, los consume; si halla temor, lo desecha y no permite que hombre alguno participe en lo sucesivo de éste, sino que, como transportado al cielo, hace que contemple todas las cosas de allí" (S. Juan Crisóstomo, In Io., hom. 75,5).

8 comentarios:

  1. "si halla abatimiento, lo disipa; si encuentra malos deseos, los consume; si halla temor, lo desecha"

    Qué poco conscientes somos de todo lo que Dios nos ofrece a través del Espíritu Santo. A veces pienso que la sequía de dones del Espíritu se debe a que tenemos miedo a solicitarlos por el compromiso que conlleva aceptarlos. De todas formas, el Espíritu no deja de actuar sobre la Iglesia y sobre nosotros.

    Que Dios le bendiga D. Javier, así como a todos los lectores :D

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    1. Néstor:

      El gran don del Espíritu, que se nos dio, se nos entregó, se nos donó, en la Crismación (Confirmación) es inagotable, fuente constante de dones y gracias.

      Nada confirmamos nosotros como "adultos" o "comprometidos", sino que es Dios quien nos sella gratuitamente con su Espíritu. Y desde ese momento, inhabita en nuestro interior, santificándonos.

      Quiera Dios que tengamos familiaridad con Él.

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  2. Buenos días don Javier.Procuraré el consuelo de mi alma invocándolo en el momento oportuno para que combata la tentación que este Melón no logra lidiar y vencer al que quiere robarme la Gracia. Un abrazo.

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    1. xtobefree:

      ¡Sí!

      Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles...

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  3. Hoy una pequeña discrepancia. Yo prefiero una interpretación quizá un poco diferente, que no es mía, porque evita el confusionismo reinante sobre el término “consolador”, término derivado de la etimología. La palabra joánnica Paráclito (parakletos), el que es “llamado al lado de” (para-kaleo; ad-vocatus), para desarrollar una función como asistente, defensor, abogado, apoyo.

    El defensor de Jesús (esta función me encanta); quien no fue defendido por hombre alguno en su pasión, es defendido por el Espíritu: “Él me dará gloria”, “Él dará testimonio de mí, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”

    Consolador porque lleva al creyente a la convicción de no pertenecer al mundo y que, con Jesús, ya es vencedor del mundo y del demonio. Espíritu de verdad, que procede del Padre y del Hijo, sin sustituirlos, con la misión de enseñar y recordarnos todo lo que Él nos ha dicho, instruir- guiar en la verdad y fortalecer en ella. No es un “espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

    Enseñanza y memoria en conexión con el Hijo, pues “tomará de lo mío para participároslo”, como Jesús que hallaba todo en su Padre. Lo que el Espíritu Santo hace siempre está en línea con la Palabra de Dios. Este es el amor del Padre y del Hijo, por eso Pablo puede decir: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.”

    En materia tan difícil, vuelvo a las palabras de san Pablo (Rom. 8,15): “recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar ¡Abba, Padre!”.

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Julia María:

      Señora mía... no hay discrepancia tal. En otras catequesis he destacado el otro aspecto de Paráclito, el de ser Abogado. A esas otras catequesis me remito.

      Siento que la discrepancia ni siquiera le haya dado tiempo ni lugar a existir. ¡Otra vez será!

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    2. Recibido. Leídas las otras catequesis, dense por suprimidos los párrafos segundo y cuarto. Manténgase el resto. No me gusta el título de "Consolador" si no se acota.

      Buenas noches.

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  4. Padre, no quisiera entrar en cosas que me superan. A mi da por pensar, que cuando se habla del Espíritu Santo, necesariamente se habla a la vez del Padre y del Hijo, porque son UNO. Cuando se habla de DIOS PADRE, se habla a la vez de DIOS Espíritu Santo y de DIOS HIJO; y cuando se habla de DIOS HIJO, CRISTO, no queda más remedio que estar hablado también de DIOS PADRE y de DIOS ESPÍRITU SANTO. Son UNO e INDISTINGUIBLES. Si, desde luego me supera. Si, Padre, creo que la formación es importantísima.
    Tan consolador y abogado es cualquiera de ellos porque son UNO.
    Esos matices y esas consideraciones se me escapan.

    Frases como "Dios nos ofrece a través del Espíritu Santo", son demasiado complejas para mi. La frase para mi se convierte en: "Dios nos ofrece a través de si mismo"

    Bueno, me da por pensar que esto es para mi inaprensible por mucha formación que tuviera.
    Muchas gracias, Padre, por este hermoso texto, pero por favor, en esta ocasión permítame que solo me quede en la belleza del texto y no entre en más honduras. A fin de cuentas aún le estoy dando vueltas a la cabeza la cuestión de la muerte, como regalo de rebote. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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