Resulta llamativo que en el "Año de la Fe", el gran Papa Pablo VI dedique varias catequesis, y algunas más que vendrán, sobre el apostolado y sobre el laicado. ¿Pero qué tiene que ver esto con la fe? ¿Un año de la Fe y habla del apostolado?
La fe, si es tal, es dinámica, viva, apostólica, testimoniante. En ese Año de la Fe, convulso culturalmente, con caminos nuevos en la Iglesia, ya parecía que la fe o meramente era un revulsivo ético-revolucionario para la sociedad cambiando las estructuras o era un sentimiento privado. Por eso hablar de Fe es también hablar de apostolado y testimonio, dinamizando la vida eclesial de todos sus miembros.
La fe es confesante, activa, práctica. La fe es camino, movimiento, misión.
Un año dedicado a la Fe ayer (en 1968) como ahora (2012-2013) es también mostrar las consecuencias de una fe integrada, asimilada, interiorizada. De ahí surgirá el apostolado. Por esta razón Pablo VI habla del apostolado y sus palabras siguen vivas y penetrantes cuarenta años después.
"Hablemos del apostolado, del apostolado de los seglares, de esa vocación que pretende hoy la Iglesia despertar en la conciencia de cada fiel suyo, sin excluir, más aún, comprendiendo intencionadamente al que no ha sido dotado de vocación sacerdotal ni religiosa, sino simplemente de la de buen cristiano, que vive en el mundo y al que llamamos laico o seglar.También a este hijo suyo reserva la Iglesia un llamamiento de acuerdo con su carácter laico y con su carácter cristiano; el llamamiento al testimonio, a la milicia ideal de quien ha sido bautizado y confirmado, al servicio de la causa de Cristo; la llamada a la colaboración en la misión apostólica propia de la jerarquía eclesial.
La vocación seglar al apostolado
Hijos carísimos, ¿habéis escuchado la voz de este llamamiento? No impone solamente deberes, sino que concede derechos, dignidad, funciones; confiere a la personalidad del cristiano, laico, la plenitud de adhesión a Cristo, con la doble virtud de perfeccionar y de santificar al que la hace suya, y de transmitir a los demás, a los hermanos próximos o alejados, un don del reino de Dios, un estímulo al bien, el amor a la Iglesia, la vitalidad de la fe, el conocimiento de las necesidades del prójimo y el afán por ayudarle.
Hay muchas formas en las que se expresa este llamamiento, y por ello muchas formas con que se le puede corresponder. Hoy estas formas, de invitación o de respuesta, se multiplican. Lo decíamos en otra ocasión. Por todas partes nacen grupos, llamados informales, es decir, sin vínculos precisos de asociación, que auna su deseo espontáneo de trabajar en la esfera cristiana, por vía de afinidad de ambiente, con resultados frecuentemente hermosos y generosos, pero independientes de la comunidad eclesial, y a veces remisos a la integración en cuadros, que presida la autoridad de la Iglesia. Son libres palestras del bien, de la cultura, del apostolado, a las que se debe reconocer méritos particulares, como el de favorecer las expresiones propias de determinadas categorías y de preparar personas, jóvenes especialmente, en el ejercicio de la afirmación moral o espiritual, que supera los confines, estrechos, cómodos y atractivos del egoísmo, del gregarismo, del desinterés, en aras de la gran causa suprema del reino de Dios. Si el espíritu de crítica para con los hermanos y los pastores de la comunidad eclesial no aisla, no envanece, no deforma esos grupos, pueden también ellos contribuir a la causa católica; con esta confianza y con este deseo también Nos les dispensamos nuestra afectuosa simpatía y nuestra bendición.
Pero no podemos silenciar que el grado de autenticidad y de eficacia en en el apostolado de los seglares tiene hoy en la Iglesia una medida precisa (hablamos de la forma que configura este apostolado, no de la bondad y valor de las personas que lo ejercen); y esta medida viene dada por la relación que tiene con la jerarquía de la Iglesia; jerarquía, a la que compete la primera y suma responsabildiad del apostolado que hace de un hermano el guía, el maestro, el distribuidor de los divinos misterios a los demás hermanos. El sistema de la salvación, que funda en Cristo su autoridad y sus carismas, tiene como primer y cualificado instrumento para el apostolado al obispo; el obispo es el apóstol por excelencia, por ser sucesor, heredero y representante de los apóstoles. Por ello quien recibe del obispo el estatuto, el mandato, la instrucción para el ejercicio del apostolado, participa por vía de colaboración y dependencia, en el grado superior y en la forma mejor, en la misión salvadora de la Iglesia".
(Pablo VI, Audiencia general, 14-febrero-1968).
Me ha llamado la atención la frase: "a veces remisos a la integración en cuadros, que presida la autoridad de la Iglesia"
ResponderEliminarCreo que evidencia una realidad que se vivía en 1968 y que ya no es tan fuerte como antes. En aquellos momentos se daba mucho valor a la independencia de los "poderes establecidos". Es celebre el parisino mayo del 68.
Hoy en día existen diversidad de grupos de fe, que pueden estar más o menos ligados institucionalmente con parroquias, diócesis, etc, pero no se rehuye esta vinculación como algo negativo. Todo lo contrario, se da valor a la vinculación con la Iglesia. En eso creo que hemos avanzado.
Feliz domingo D. Javier :)
Néstor:
EliminarEs verdad que hemos avanzado en ese punto, pero quedan muchos coletazos y flecos sueltos: Foros, Redes, etc., que disfrutan manifestándose y viviendo al margen.
Pero el clima ya es más sano, más eclesial.
Padre, Javier:
ResponderEliminarLo del apostolado remiso a la integración, no me parece ni bien ni mal. Lo que me suscita serios recelos, la aparición de iglesitas derivadas de esos grupos remisos. Porque todos sabemos que la Iglesia es Una Santa Católica y Apostólica, aparte de que el Creador es UNO y TRINO.
Muchas gracias, Padre Javier. Sigo rezando. DIOS les bendiga.
Antonio Sebastián:
EliminarCualquier grupo, comunidad, asociación, movimiento, etc., tiene un criterio de verificación evangélica en su "sentir con la Iglesia" que diría san Ignacio, en su eclesialidad. Si ésta se resiente, mala señal. No es de buen espíritu. Pero si se da esa eclesialidad auténtica, ¡bendita la variedad del Espíritu Santo en sus carismas y dones!
Tiene mucha relación el Año de la Fe con el apostolado ya que de nosotros, los fieles, depende en gran medida el combate contra la secularización pues en el transcurso de algo más de dos siglos, las acciones, omisiones, ingenuidades y cegueras de los seglares la dejaron paso franco, y ella se quedó.
ResponderEliminar“Al servicio de la causa de Cristo”, “plenitud de adhesión a Cristo… trasmitir a los demás” en toda actividad secular. La medida de autenticidad y eficacia del apostolado es su relación con la jerarquía nos dice el Papa. En primer lugar, porque Él así lo quiso y, en segundo, porque es el medio imprescindible para mantener una única fe no condicionada por la subjetividad individual o de grupo.
Para remediar, en su caso, las limitaciones, los errores y pecados de los sacerdotes (los obispos y el Papa son sacerdotes) acudimos a la oración, penitencia y corrección fraterna así como, en casos límite, acudiendo a otros sacerdotes; no a independizarnos de la jerarquía, pues esto sería poner remedio a un error o pecado con otro.
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Julia María:
EliminarComo otras veces se ha dicho, y creo que fue Juan Pablo II, la nueva evangelización o se hará por los laicos o no se hará. ¡Inmensa responsabilidad!
De acuerdo en todo... sin que se acostumbre a que le dé la razón tan a menudo...