La recopilación de citas agustinianas de Miserere -que aquí, fraternalmente, nos apropiamos- nos ayudan a fijar algunas ideas y conceptos con el estilo de san Agustín.
Las máximas son fórmulas simples: una frase, bien construida, fácil de memorizar, que encierra algún principio de nuestra salvación.
La oración mantiene el corazón, el alma, a la persona completa, en tensión, aguardando, vigilando, esperando, discerniendo. Nada que ver con un letargo continuo o un adormecimiento de la conciencia. La oración nos despierta de nuestro sueño esperando al Señor.
¿Cuáles son las cosas esenciales, las verdaderas riquezas? Tal vez para nuestro mundo, donde sólo cuenta el mercado y el capital, la compra y el consumo, las verdaderas riquezas están olvidadas. Hay demasiados pobres, pobres en humanidad, pobres en su corazón, que por dentro están vacíos aun cuando tengan todo y de todo.
Más todavía: el origen de los verdaderos bienes es Dios; de Él nos viene todo y es de justicia reconocer su bondad y agradecer sus dones.
Un alma libre y madura obra por Dios y sólo atiende a Dios. Prescinde de la alabanza humana y de la vanagloria; si la busca es signo de una inmadurez que ha de ser corregida, centrando el corazón sólo en Dios.
Mendigos de Dios, y libres de toda vanidad y alabanza, el hombre reconoce su pequeñez ante Dios. Sabiéndose pequeño, el viento de la soberbia no lo puede hinchar. Sólo Dios lo hace crecer.
Pensar y creer no se excluyen ni son incompatibles... porque el hombre, por su estructura creada, necesita la fe y la razón unidas.
La verdad no es, sin más un concepto, sino que implica a la persona en todo su ser, tanto en su corazón, como en su lengua -el discurso, la palabra- como en su prolongación, que son las obras.
Como la verdad no es un discurso aprendido de memoria, una receta prefabricada, sino que es una Palabra pronunciada, para vivir la verdad, predicarla y anunciarla, hay que ser un oyente de ella en el interior, cada día, constantemente, dejándonos guiar por el Maestro interior.
La verdad es para todos, para todos es accesible, y no se empequeñece ni se reduce porque sean muchos los que la alcancen y compartan, sino que brilla con mayor esplendor cuando ha triunfado en más hombres, en más corazones e inteligencias.
Muy acertado fijar ideas y conceptos con el estilo de los santos.
ResponderEliminarEn oración ¡Qué Dios les bendiga!
Si, fija ideas y conceptos. Vivir esas ideas y conceptos conlleva un estado de permanente vencimiento interior de si mismo. A veces me da por pensar que el núcleo básico e imprescindible al que puedo acudir es el SAGRARIO. Tengo para mi que todo arranca de ahí, para al final regresar ahí. Sigo rezando. Padre, como siento una debilidad especial por San Agustín, de nuevo le doy las gracias, pero esta vez de forma especial.
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