En el contexto de aquel año de la Fe, desde junio de 1967 a junio de 1968, Pablo VI ofreció sus catequesis para iluminar no sólo la virtud sobrenatural de la fe, sino sus implicaciones y consecuencias.
Una de estas consecuencias es cómo la fe, la vocación cristiana, es una vocación al apostolado. La fe forja apóstoles y los envía, sin arriconarlos, encerrarlos, paralizarlos sino lanzándolos al mundo. Pero, ¿quién es sujeto apto para el apostolado? ¿Sólo las vocaciones de especial consagración? ¿Cuál es el fundamento verdadero del apostolado? ¡El Bautismo! Luego la fe cristiana es, de por sí, vocación al apostolado y todo bautizado es transformado en apóstol.
Palabras hermosas y catequesis precisa y esperanzada, la que nos ofrece el papa Pablo VI. Pero sean éstas una catequesis no sólo para disfrutarlas o aumentar nuestro caudal de conocimientos, sino para cuestionarnos, examinarnos, revisarnos, discernirnos.
"Tenemos que manifestaros que la visita de tantos hijos queridos despierta en nuestro espíritu la reflexión sobre los nuevos aspectos que el último Concilio ha querido considerar e ilustrar exponiendo su doctrina sobre el pueblo de Dios, del que formamos parte todos los que estamos en la Iglesia (cf. LG 12), y dictando la doctrina del laicado para evidenciar las prerrogativas que se le han de reconocer, y que pueden resumirse en dos capítulos, en los cuales puede encerrarse la llamada "teología del laicado": es decir, el puesto que ocupan en la Iglesia de Dios y la actividad eclesial y apostólica a que, hoy especialmente, están llamados.
Las prerrogativas del laicado
Como ciertamente sabéis, estas prerrogativas han tenido amplísimo eco en varios documentos del concilio, y no podemos olvidarlas, cuando tenemos, como hoy, la fortuna de un breve diálogo con hijos fieles que se aprietan en torno a Nos. Viene a nuestra memoria todo cuanto el Concilio ha dicho sobre la dignidad de los cristianos, sobre los dones que el Espíritu Santo les concede, sobre su vocación a la perfección, y nos parece que la audiencia se ilumina con luz sobrenatural y vibra con fervor espiritual. Aquí tenemos que decir lo que pensamos de vosotros, con gozo, con alegría, con agradecimiento al Señor, viendo en cada uno de vosotros a un hijo de Dios, a un hermano de Cristo, a un ser habitado por el Espíritu Santo, llamado a la santidad y a la salvación, y contemplando en esta sencilla reunión una imagen de la Iglesia, de la unidad y de la caridad que funde en un solo Cuerpo Místico de Cristo, a cuantos pueden gloriarse con derecho del nombre cristiano. La audiencia entonces, más que consistir en nuestra presentación, nos sirve de tema de meditación, que vosotros ofrecéis a nuestra atención por la hermandad y la paternidad que nos une a vosotros y que vosotros, viniendo a visitarnos, despertáis en nuestro corazón.
En esta corriente de pensamientos, que vosotros despertáis en nosotros, prevalece uno, el de vuestra funcionalidad en la Iglesia de Dios. Ha sido tema dominante y corriente en las audiencias la devoción al Papa, motivo principal de la venida a su casa y de la respuesta que el Papa daba a este acto filial. Ahora se suma otro tema al primero; es de la funcionalidad, es decir, de la actividad, de la misión, del ejercicio que nuestros visitantes ejercen en la comunidad eclesial. Esta advertencia es obvia para quienes, con su hábito y su profesión, evidencia esta funcionalidad; vosotros, especialmente sacerdotes y religiosos, que os presentáis como miembros activos de la Iglesia. Pero, después del Concilio, se extiende a todos los visitantes con una pregunta secreta: ¿qué hacéis vosotros en la Iglesia?, ¿por su misión, por el reino de Dios, por vuestra salvación y la de vuestros hermanos en la sociedad en que os encontráis?, ¿sois activos y apóstoles?
Un gran principio de Pío XI
Hay que recordar el gran principio, reafirmado por el Concilio y -lo recordamos- enunciado ya por nuestro gran predecesor Pío XI, de venerada memoria: "la vocación cristiana es por su naturaleza también vocación al apostolado" (Apostolicam Actuositatem, 2). "En el Cuerpo de Cristo, la Iglesia -prosigue el Concilio- todo el Cuerpo y, según su energía, cada miembro contribuye al crecimiento del cuerpo mismo (cf. Ef 4,16). Gran principio -decíamos- de cuya aplicación debe brotar la renovación y la expansión de la Iglesia. Bellísima, pero tremenda verdad, especialmente para vosotros, seglares, que os honráis en la reafirmación de este criterio constitucional eclesiástico; nadie es inútil, nadie puede ser del todo pasivo, nadie puede permanecer inerte e insensible en la vida de la Iglesia; todos y cada uno deben hacer algo por ella, por el doble fin por el que ha sido instituida: la salvación de las almas (además de la gloria de Dios, primerísimo fin) y el bien, incluso temporal, de la sociedad, siempre en orden con los principios cristianos.
Se trata de un derecho y de un deber al mismo tiempo, cada seglar católico, cada hijo fiel de la Iglesia puede y debe ser operante en el seno de la Iglesia misma. Pensadlo bien.
Este principio del apostolado de los seglares, de todos los seglares fieles a la Iglesia, puede tener grandes consecuencias en cada alma en las comunidades parroquiales, en la sociedad y en el mundo. Todavía está arraigada en la mentalidad de mucha gente, incluso en la de aquellos que "van a la Iglesia", la falsa persuasión de no tener ninguna responsabilidad con ella: "Yo no me meto", dicen muchos: "yo no quiero problemas ni obligaciones particulares, quiero estar libre con mis ideas y mis acciones". Que no sea así.
Pues bien, hijos carísimos, que el recuerdo de esta audiencia sea como el llamamiento que el Papa, con los documentos del Concilio en la mano os dirige a todos vosotros; amad a la Iglesia, estad con ella, haced algo por ella, sed cristianos auténticos, alegres y orgullos de estar asociados, mediante la Iglesia, a la misión salvadora de Cristo en el mundo"
(Pablo VI, Audiencia general, 26-diciembre-1967).
Buenos días don Javier. Voy despertando y dándome cuenta de la importancia del cumplimiento del deber y de mi gran pecado de omisión. Una buena formación con textos y entradas tan bien trabajadas resulta esencial. Un abrazo.
ResponderEliminarxtobefree:
EliminarOjalá las entradas-catequesis del blog despertaran la conciencia, animaran las almas, impulsaran el deseo.
De verdad lo digo: sólo quiero que esto sea un buen lugar de formación.
Saludos.
“La fe forja apóstoles y los envía, sin arrinconarlos, encerrarlos, paralizarlos, sino lanzándolos al mundo” ¡¡¡¡Perfecto!!!
ResponderEliminarEl amor a la fotografía de su autor no puede suplir la ramplonería de la arquitectura contemporánea. Mis templos románicos con la solidez de su piedra (“mis”, por preferidos) y los templos góticos con sus columnas que se elevan hacia el cielo, salvo rara excepción, ahí me quedé… Alguien ha dicho que la arquitectura del templo habla de la espiritualidad del arquitecto y también de su apostolado.
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Julia María:
EliminarNo son fotos mías... pero la arquitectura contemporánea -me guste más o menos- también es un signo de la presencia de la Iglesia en la cultura de hoy.
Caminemos, estamos llamados al apostolado por los sacramentos de la Iniciación, por la Santa Unción del Espíritu Santo.
Saludos.
Si, ¡¡¡¡Perfecto!!!!.
ResponderEliminarRespecto al estilo arquitectónico supongo que será cuestión de gustos. Todo sea por la "creatividad". Alabado sea DIOS.
Sigo rezando. Muchas gracias, Padre, por este texto, aunque reconozco que no tengo respuestas certeras a las preguntas (supongo que serán preguntas retóricas, y lo de la respuestas certeras, solo las hago respecto a mi situación personal presente, en ningún caso sobre la implicación del texto), y lo de la cuestión de la utilidad, me genera algunas dudas ( dudas personales y respecto a mi y mi situación presente, en ningún caso sobre la validez del texto).
DIOS les bendiga.
Antonio Sebastián:
EliminarLas preguntas eran retóricas, para desembocar en el Bautismo, fundamento de la vida apostólica.
Sacerdotes, profetas y reyes por el Bautismo, el profetismo es anuncio, apostolado, Palabra pronunciada y testimonio de vida ante los hombres.
Saludos.
Una vez más, muchas gracias también por sus saludos. Tengo para mi que cuando se lanzan preguntas retóricas es por lo obvio de las respuestas. Y a eso me refiero, en mi caso, las respuestas no son obvias, son arcanas, y bastante inaprensibles. Esa es una de las razones por las que sigo acudiendo a Usted y a lo que escribe.
EliminarSigo rezando.
Buennos días don Javier:
ResponderEliminarFeliz y santo día de San Juan de Ávila; que él interceda siempre por nosotros y la obra buena de este blog.
un abrazo
Juan:
Eliminar¡¡Muchas gracias!! Sólo otra persona esta mañana muy temprano por un whatsapp y usted se han acordado.
Día bonito para un sacerdote, a san Juan de Ávila he encomendado mis trabajos ministeriales y mi vida sacerdotal, rogando también por todos los sacerdotes.
Gracias, asimismo, por llamar "obra buena" a este blog. A ver si crece también en número de lectores, en frutos y en santidad.
Saludos.
“Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizandolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espiritu Santo; enseñandoles que guarden todas las cosas que les he mandado; y he aqui yo estoy con vosotros todos los dias, hasta el fin del mundo. Amen." (San Mateo 28:19-20)
ResponderEliminar¿Qués e puede añadir cuando ya lo dice la misma palabra: apóstol, en griego: Απόστολος, es decir, 'enviado')
Me impresiona el valor, la fuerza de la fe de hombres que, como usted, consagra su vida al apostolado. Nunca se lo podremos agradecer lo suficiente.
Y ahora que no nos oye nadie, le confieso que mi vocación es el dolce far niente…qué le vamos a hacer, algunos no hemos nacido para trabajar…
la colmena:
EliminarApóstol = enviado. Pues todos hemos sido enviados, según nuestra peculiar y personalísima vocación, a la tarea, a la misión en el mundo.
Tus palabras son halagadoras, pero no creas todo lo que veas en este blog; tal vez los cercanos, los que viven conmigo y me aguantan, los que me quieren incluso como hermano de sangre, te dirían que no estoy tan consagrado al apostolado... ¡¡Me falta mucho!! Pero recibo tus palabras con inmensa gratitud.
Disfruta del dolce far niente lo que puedas. Pero a mí me aburre... a no ser que esté con un libro y una buena película de fondo en la tele.
Un gran abrazo!!!!!
¡Bueno! No es cierto que "otros" no se hayan acordado... Ayer ni me senté ante el teclado, eso sí es cierto. Pero encomendar y rogar, sabe que sí, y cada día.
ResponderEliminar¿La formación no es apostolado? ¿La oración no es apostolado? ¿La interacción y la iluminación no son apostolado?... ¡¡Venga ya!! (y perdón por la expresión).
Que Dios siga regando a través de este blog, de sus clases, ¡de tantas cosas!
Un abrazo y mi oración por todos.
Creo que seguir y comentar en los blogs católicos se ha convertido en un apostolado. Animo Padre Javier que seguro le visitan y no comentan, como lo hago yo la mayoría de las veces.
ResponderEliminar