lunes, 10 de junio de 2013

Salmo 49: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza

En nuestra catequesis sobre los salmos encontramos un salmo un tanto desconocido, el salmo 49. Es una reflexión, una meditación, que hace el salmista, sobre lo que es el verdadero culto a Dios. 


“El Dios de los dioses, el Señor habla: convoca la tierra de Oriente a Occidente”. Dios es el único Dios, está por encima de cualquier otro ídolo, ídolo que puede ser religioso o ídolo en nuestro corazón, ya sea el poder, el dinero, el acaparar a los demás, sea el ídolo que sea. “El Dios de los dioses, el Señor habla”. ¿Para quién habla? Habla y “convoca la tierra de Oriente a Occidente”. Dios es el único Dios, pero no sólo es Dios de Israel, es Dios de todos los pueblos, de todas las naciones, de todos los hombres.

“Desde Sión la hermosa, Dios resplandece”, desde Jerusalén, que es imagen y tipo de la Iglesia, hermosa y embellecida por Jesucristo que está en todos los pueblos proclamando la salvación. En la Iglesia, Dios resplandece y habla y convoca a todos los hombres, constituyendo así a la Iglesia como instrumento de salvación universal.

Dice el Señor: “Congregadme a mis fieles que sellaron mi pacto con un sacrificio”, la ley santa en el Horeb; “proclame el cielo su justicia, Dios en persona va a hablar”. Convoca a los que el Señor ha llamado, a los que ha elegido como pueblo suyo; y sigue llamando y convocando a la Iglesia para que viva según el culto, un culto nuevo inaugurado por la Pascua del Señor. 

“Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Señor”. Sacrificio de alabanza que es la Liturgia de las Horas (Laudes y Vísperas), sacrificio de alabanza y acción de gracias (Eucaristía), pero también el sacrificio de alabanza de la propia vida. No seguimos un rito, un ritual, algo que nos pille de lejos, que  no nos llegue a calar en lo hondo de la persona; el verdadero culto es la vida misma en Cristo Jesús. Por tanto, “ya comáis, ya bebáis, ya durmáis, hacedlo todo para gloria de Dios”, “ofreced vuestro cuerpo”, vuestra vida, ofrecedlo todo “como un culto espiritual agradable a Dios”. “Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo e invócame el día del peligro: yo te libraré y tú me darás gloria”.  Caminarás en mi presencia.

Los cristianos siguiendo el mandato del Señor, “haced esto en conmemoración mía”, celebrando la Eucaristía, no estamos haciendo un sacrificio extraño; estamos ofreciendo nuestra propia vida en el pan y en el vino para que se haga una con Jesucristo. Y el verdadero culto al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo toca todo lo que es bueno, todo lo que tú vives, todo que tú sientes: en tu familia, en tu trabajo, en tu hogar, en tu memoria, en tu historia, en tus sentimientos, en lo que sufres y en lo que sientes. Todo vivido a la luz de la Pascua de Cristo, todo vivido como Cristo.

“Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios”. El que sigue este camino, este culto, el Señor le mostrará su salvación, no andaremos perdidos. Al celebrar el culto verdadero, la Pascua del Señor, la Eucaristía, bendigamos su Santo Nombre, demos gracias porque nos enseña a vivir, a hacer de toda nuestra vida una liturgia, a ofrecernos, “por Cristo, con Él y en Él”, para gloria de Dios Padre.

7 comentarios:

  1. Vivir conlleva sufrir. Unas veces más, otras menos. de vez en cuando algunas alegrías ocultan esta realidad, pero no la hacen desaparecer. El problema es vivir sin un sentido, ya que entonces sólo encontraremos desesperanza.

    Pero quienes creemos en Dios y tenemos a Cristo como Señor, tenemos un sentido en nuestra vida y el sufrimiento se convierte en una ofrenda constante al Señor. Si nos sabemos herramienta en manos de Dios, soportaremos cada golpe y desgaste que sintamos, ya que a través de nosotros, El obra para el bien de todos.

    El texto me ha encantado, porque recoge el sentido de sacrificio constante y alabanza de Dios que debemos tener en nosotros. Sólo así podremos alegrarnos de vivir cada segundo y poder superar cada momento complicado. Sólo así tiene sentido el Sacrificio que el mismo Hijo de Dios ofreció por nosotros.

    Que Dios le bendiga D. Javier :)

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    1. Néstor:

      Todo, todo, todo, ofrenda constante al Señor. En Laudes consagramos la jornada cada día para que sea sacrificio de alabanza al Señor.

      Luego nos toca vivir el día como dice la plegaria eucarística III: "como ofrenda permanente..."

      Un abrazo.

      (Y el texto es una homilía mía, transcrita y corregida en parte el estilo oral)

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    2. Pues le salió redonda!!! Enhorabuena :D

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  2. Recordemos con el Papa Juan Pablo II que los términos hebreos “bemkah” y “todah”, aunque traducidos en el Nuevo Testamento como eucaristía y entendidos usualmente sólo como acción de gracias, remiten a verdaderos actos de fe, de bendición y de confesión del nombre de Dios, una alabanza entusiasta a Aquel que ha realizado maravillas increíbles.

    “Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria". Con esta proclamación de alabanza a la Trinidad se concluye en la celebración eucarística la plegaria del Canon.

    Siguiendo la Eucharisticum Mysterium: en la Eucaristía como sacrificio de acción de gracias y de alabanza deben participar los fieles cuando ofrecen al Padre con todo su corazón, en unión del sacerdote, la sagrada víctima y en ella a sí mismos.

    “Ofrecen la sagrada víctima y en ella a sí mismos”. Porque la Eucaristía es el perfecto sacrificio de alabanza, la realización de la nueva alianza que había predicho Jeremías, un sacrificio-pacto en el espíritu y en el corazón (en el nivel humano de decisión), la vida cristiana o es eucaristía real del cristiano, sacrificio-alabanza, o no es.

    La vida, en su transcurrir más allá de la celebración eucarística litúrgica, sólo puede diferenciarse de ésta en que en ella recibimos materialmente el Cuerpo Sacramentado de Cristo y en los restantes momentos no lo recibimos en la misma forma, aunque no estaría de más recordar la comunión espiritual tan recomendada por los que nos han precedido; nos salvaría de más de una tontería.

    Porque la vida no se entrega en unos momentos sí y en otros no; en la celebración litúrgica y fuera de ella; o se entrega o no se entrega ¿Qué sacrificio de alabanza, digno de Dios, le podemos ofrecer que no sea a su propio Hijo, al Hombre verdadero, y la totalidad de nuestra vida en Él, con Él, como Él, para Él?

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Julia María:

      ¡Sí!!!

      Es convertir el minuto a minuto de nuestra vida en "sacrificio eucarístico" (en referencia a la santa Misa) y en "sacrificio de alabanza" (en referencia a la Liturgia de las HOras).

      Saludos.

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  3. El sacrificio de alabanza es una permanente decisión. La elección constante, el si a CRISTO cada instante. Es un si quiero perenne. Un ir contra viento y marea y sobre todo contra uno mismo. Algo que no sale de la carne, sino de la GRACIA. Ofrecer un sacrificio de alabanza es implícitamente reconocer la acción de DIOS en nuestras vidas, no creo que se pueda de otra forma. Alabado sea DIOS.
    Muchas gracias, Padre. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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  4. Antonio Sebastián:

    Sí, así es; es que cada momento hecho sacrificio, ofrenda de alabanza a Dios, reconoce la Primacía absoluta del Señor, para que Cristo lo sea todo en todos.

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