Una frase, una sola frase, puede a veces constituir todo una teología, una espiritualidad, y ser una síntesis de pensamiento cristiano. En este caso, una frase de los Diarios de León Bloy pueden permitirnos formarnos.
"Le explico todo esto a mi querida mujer, que se sentía desolada al haber rezado inútilmente por mí: la oración no es para obtener, sino para consolar a Dios" (II Macabeos 7,6)" (14-julio-1892).
Dios es partícipe del dolor de sus hijos. Ni es insensible ni está alejado.
En Getsemaní vamos al mismo Hijo de Dios, Jesús nuestro Señor, consumido por la angustia -¡tan humana!- ante la cruz y ante el rechazo de los hombres al amor de Dios. Pide compañía, pero no se la supieron dar. Estaban dormidos los apóstoles, les venció el sueño, y dejaron a Jesús solo.
Nuestra oración, muchas veces, está enfocada sólo para obtener, pidiendo una y otra vez. Pero también, y sobre todo, debería ser acompañar a Cristo, consolar a Dios. Mientras los hombres le abandonan o le rechazan, o no se quieren sentir tocados por Él, o le dan la espalda, nosotros consolamos a Dios, permanecemos junto a Él, queremos estar vigilando a su lado sin dormirnos.
¡Qué distinto entonces es vivir así la oración!
No buscamos nada... más que estar con Dios y consolarlo, ofreciéndole nuestro pequeño amor.
¡Qué bellísima es la frase!
ResponderEliminarAl ir madurando en la fe, mi actitud ante la adoración y la oración ha ido convirtiéndose en la que señala la entrada: consolarlo, acompañarlo.
Envía, Padre eterno, sobre el mundo el soplo de tu Hijo (del Himno de Laudes).
Julia María:
ResponderEliminarLeón Bloy tiene frases muy redondas, muy completas. Hay varios post preparados con frases así.
¡Precioso! Es un aspecto de la oración , para mí, en cierta forma nuevo. ¿Consolar a Dios? ¿De verdad?
ResponderEliminarEntiendo que podemos consolar al Señor intentando acompañarle en Gethsemani, dado que para Él el tiempo y el espacio no son impedimento.
Dios nos ama tanto, nos ha dado tanto, Su Hijo muy amado, que es de justicia que le correspondamos con nuestro amor. Pero...¿consolar a Dios?
Creo que lo mejor será que no intente comprenderlo, sino practicarlo. ¡Muchas gracias!
¡Dios le bendiga!
Sorprendente! Primera vez que veo esta dimensión de la oración y tan cierta.
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