Una contemplación del concepto "Salud" le da pie al papa Benedicto XVI a desgranar, con su estilo característico, cómo nuestro Señor es el Médico, la medicina y la salud misma.
Se ancla así esta enseñanza en el rico tesoro patrístico que consideraba la redención entera como la gran obra medicinal de Cristo, "médico de los cuerpos y de las almas".
"De la Virgen de Nazaret tuvo origen Aquel que nos da la 'salud'. La 'salud' es una realidad que lo abarca todo, una realidad integral: va desde el 'estar bien' que nos permite vivir serenamente una jornada de estudio y de trabajo, o de vacación, hasta la salus animae, de la que depende nuestro destino eterno.
Dios cuida de todo esto, sin excluir nada. Cuida de nuestra salud en sentido pleno.
Lo demuestra Jesús en el Evangelio: él curó enfermos de todo tipo, pero también liberó a los endemoniados, perdonó los pecados, resucitó a los muertos. Jesús reveló que Dios ama la vida y quiere liberarla de toda negación, hasta la negación radical que es el mal espiritual, el pecado, raíz venenosa que lo contamina todo. Por esto, al mismo Jesús se lo puede llamar «Salud» del hombre: Salus nostra Dominus Jesus.
Jesús salva al hombre poniéndolo nuevamente en la relación saludable con el Padre en la gracia del Espíritu Santo; lo sumerge en esta corriente pura y vivificadora que libera al hombre de sus «parálisis» físicas, psíquicas y espirituales; lo cura de la dureza de corazón, de la cerrazón egocéntrica, y le hace gustar la posibilidad de encontrarse verdaderamente a sí mismo, perdiéndose por amor a Dios y al prójimo. Unde origo, inde salus. Este lema puede llevar a múltiples referencias. Me limito a recordar una: la famosa expresión de san Ireneo: «Gloria Dei vivens homo, vita autem hominis visio Dei [est]» (Adv. haer. IV, 20, 7). Que podría parafrasearse de este modo: gloria de Dios es la plena salud del hombre, y esta consiste en estar en relación profunda con Dios. Podemos decirlo también con las palabras que tanto gustaban al nuevo beato Juan Pablo II: el hombre es el camino de la Iglesia, y el Redentor del hombre es Cristo".
(Benedicto XVI, Disc. en el encuentro con el mundo de la cultura y la economía, Venecia, 8-mayo-2011).
Me quedo con la frase de san Ireneo.
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