Jesús en el Evangelio de san Juan, califica al Espíritu Santo de "Paráclito". Según las traducciones, podremos encontrar en lugar de "Paráclito" la palabra "Defensor" o también "Consolador".
Para expresar la acción del Espíritu Santo, retengamos bien estas tres palabras que son complementarias: Paráclito, Consolador y Defensor.
Veamos qué significa "Paráclito".
Testimonios antiguos en el mundo griego, ya helenístico, "paráclito" se emplea con el significado de "defensor de una causa", quien ayuda a otro a salir de una dificultad o le defiende en alguna causa. Sería lo más parecido a un abogado defensor.
"Paráclito" en su sentido griego, tiene dos acepciones básicas: llamar hacia sí, y en ese campo semántico, se llama a alguien al lado, se "pide la ayuda de alguien", se invoca o se suplica "a alguien", "se llama a uno como testigo ante el tribunal", se lanza una llamada urgente de ayuda y auxilio a alguien. La segunda acepción, igualmente rica, es la de "exhortar", "consolar", "animar a alguien" en la dificultad.
El "Paráclito" por tanto es alguien que es llamado para que venga a ayudar, auxiliar, defender en el tribunal, presentar un testimonio favorable. Es un abogado defensor, es una ayuda eficaz. Por eso junto a "Paráclito" hemos de situar "Defensor", el segundo término con el que se denomina al Espíritu Santo. Este "Defensor", además, ofrece un testimonio seguro y firme al alma, de que Jesús es el Señor, el Salvador, para que creamos en Él.
"[El Espíritu] testificará a Jesús en el fondo de cada corazón humano. Por eso se le denomina Paráclito, es decir, alguien a quien se llama para testificar, un Abogado... Toda la actividad de Cristo y del Espíritu Santo se encaminan a ganar nuestra amsitad. Éste es el sentido de la abogacía del Espiritu, que dialoga continuamente con nuestros corazones para convencernos de que Dios nos ama y de que Jesucristo es el regalo de Dios, dado a nosotros para que podamos aceptar el hecho de que somos amados y perdonados por Dios" (RAYAN, S., El Espíritu Santo, Salamanca 1990, p. 22).
Finalmente, "Consolador". Aquel que es invocado para que ayude y defienda, consuela a quien está necesitado de su ayuda. Es el aspecto reconfortante del Espíritu Santo en el alma, ofreciendo apoyo a los creyentes.
Su acción es íntima, suave, interna, para quien sufre: consuela en el alma con un consuelo sobreabundante llegando allí donde las palabras humanas de consuelo no pueden llegar ni ser eficaces.
"¡El mejor consolador! Consolar es dar fuerzas para que sean capaces de luchar y de resistir. Este es el significado real de confortar. Cuando el Espíritu consuela, nos hace firmes y fuertes desde dentro. Los seres humanos luchamos desde fuera. Eso sí, no podemos llegar al interior de una persona, no podremos confortarla realmente. Esto no se hace con muchas palabras, sino escuchando, intentando comprender su sufrimiento, compartiendo su dolor, preguntando e intentando caminar a su lado" (ibíd., p. 122).
Resumamos estos conceptos con la sencillez que ofrece el Catecismo de la Iglesia Católica:
"Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el "Paráclito", literalmente "aquel que es llamado junto a uno", advocatus (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7). "Paráclito" se traduce habitualmente por "Consolador", siendo Jesús el primer consolador (cf. 1 Jn 2, 1). El mismo Señor llama al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Jn 16, 13)" (CAT 692).
Ayúdame a pedir un nuevo Pentecostés, que abrase otra vez la tierra.(Surco, 213)
ResponderEliminar