La
postura de estar sentados, juntos, a la vez, es otro modo de participar
activamente en la liturgia y es expresión de nuestro interior orante.
Es
una postura relajada, cómoda, que tiende a que podamos recogernos mejor y estar
disponibles para una escucha atenta. Favorece el silencio. Sentados también
esperamos y aguardamos la salvación que siempre nos viene de Dios, nunca de
nosotros mismos.
Sentados
lloraban ante el Señor los hijos de Israel: “los
hijos de Israel y todo el pueblo subieron a Betel. Allí lloraron sentados ante
el Señor. Aquel día ayunaron hasta el atardecer” (Jue 20,26), “sentados ante Dios” (Jue 21,2).
Quienes
gobiernan (1R 1,46; 22,10; Est 5,1), quienes juzgan, como ancianos (Rut 4,4) o
como jueces (Ex 18,13; Jr 26,10; Ez 8,1; Hch 16,15; Mt 27,19; Hch 25,6), y quienes enseñan están sentados como
expresión de su autoridad “en la cátedra
de Moisés” (Mt 23,2). Reinar es estar sentado en el trono como señorío y
dominio (1R 1,48; 3,6; Prov 20,8).
Dios
mismo está sentado en su trono para juzgar (cf. 1R 22,19; Is 6,1; 40,22; Mt
23,22), “el Señor se sienta como rey
eterno” (Sal 28,10), “Dios reina
sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado” (Sal 46) “sentado sobre querubines, vacile la tierra”
(Sal 98).
Jesús
será el verdadero Hijo de David, que “se
sentará en el trono de David, padre, reinará sobre la casa de Jacob para
siempre” (Lc 1,26ss). Junto al
Señor, el Cordero degollado, están sentados los veinticuatro ancianos que
reinan junto a Él (Ap 4,4; 11,16). Cristo está sentado a la derecha del Padre
(Mc 16,19; Col 3,1): el Señor triunfante (Ap 3,21; 7,10; 21,5). Y vendrá con
gloria para juzgar a vivos y muertos: “se
sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones”
(Mt 25,31).
Para
enseñar como maestro y para estar atentos como discípulos, la postura sentada
es la más expresiva; en un caso, el del maestro, por autoridad delante de los
discípulos; en el otro caso, para escuchar atentamente, dócilmente.
Alrededor
de Jesús, la multitud estaba sentada pendiente de sus palabras (Mc 3,32) y
ejemplo y tipo de docilidad y escucha obediente será María, hermana de Marta,
que “sentada a junto a los pies del
Señor, escuchaba su palabra” (Lc 10,39).
Los
apóstoles mismos se sientan el sábado en la sinagoga para escuchar la ley y los
profetas antes de intervenir, anunciando a Jesucristo (Hch 13,14). El
paralítico de Listra escuchaba sentado hablar a Pablo (Hch 14,9) así como los
fieles de Tróade (Hch 20,9).
En
la liturgia hoy tanto los fieles como el sacerdote se sientan en diversos
momentos de la liturgia participando así de la acción común, pero con valor y
sentido distintos.
Los
fieles en la liturgia están sentados para orar, meditar en silencio o escuchar
más atentamente las lecturas bíblicas y la homilía. Dice la Ordenación del
Misal: “En cambio, estarán sentados mientras se proclaman las lecturas antes
del Evangelio y el salmo responsorial; durante la homilía y mientras se hace la
preparación de los dones para el ofertorio; también, según las circunstancias,
mientras se guarda el sagrado silencio después de la Comunión” (IGMR 43). En la
Liturgia de las Horas, todos estarán sentados durante la salmodia, para la
escucha de las lecturas, para la homilía y además, en el Oficio de Vigilias,
para los cánticos. En las demás celebraciones sacramentales, permanecerán los
fieles sentados durante los escrutinios o interrogatorios (Profesión solemne,
Ordenación, matrimonio).
Fundamentalmente,
sentados escuchamos las Palabras divinas, las lecturas de la Escritura, por las
que Dios continúa hablando a su pueblo y Cristo sigue anunciando el Evangelio[1]. La
Palabra de Dios debe ser acogida con fe y docilidad, en clima meditativo: “La
liturgia de la palabra debe celebrarse de tal manera, que favorezca la
meditación; por eso se ha de evitar toda clase de prisa, que impide el recogimiento.
El diálogo entre Dios y los hombres, que se realiza con la ayuda del Espíritu
Santo, requiere breves momentos de silencio, adecuados a la asamblea presente,
para que en ellos la palabra de Dios sea acogida interiormente y se prepare una
respuesta por medio de la oración” (OLM 28); sin duda, estar sentados es lo más
conveniente para esta interiorización. “Por medio de la palabra de Dios
escuchada y meditada, los fieles pueden dar una respuesta llena de fe,
esperanza y amor, de oración y de entrega de sí mismos, no sólo durante la
celebración de la Misa, sino también en toda su vida cristiana” (OLM 48).
Los
fieles reproducen aquello mismo que María hizo en Betania: estar a los pies del
Señor, sentados, para escuchar su Palabra.
Por
su parte, aquel que preside, obispo o sacerdote, reproducirá a Cristo Maestro
que sentado en medio de sus hermanos, enseña, instruye y exhorta. La sede del
sacerdote -¡y cuánto más la cátedra del Obispo!- posee un valor simbólico, no
meramente funcional: es algo más que un asiento para que se siente como todos.
La sede es el signo del mismo Cristo, Cabeza y Maestro, que un día vendrá con
gloria y se sentará para juzgar a vivos y muertos.
“La sede del
sacerdote celebrante debe significar su ministerio de presidente de la asamblea
y de moderador de la oración. Por lo tanto, su lugar más adecuado es vuelto
hacia el pueblo, al fondo del presbiterio, a no ser que la estructura del
edificio u otra circunstancia lo impidan, por ejemplo, si por la gran distancia
se torna difícil la comunicación entre el sacerdote y la asamblea congregada, o
si el tabernáculo está situado en la mitad, detrás del altar. Evítese, además,
toda apariencia de trono. Conviene que la sede se bendiga según el rito
descrito en el Ritual Romano, antes de ser destinada al uso litúrgico.
Asimismo
dispónganse en el presbiterio sillas para los sacerdotes concelebrantes” (IGMR
310)
La
sede del sacerdote debe tener su relieve, destacada, sin que quede ocultada por
el altar, sino elevada. Además es única, y, por tanto, es reprobable la
costumbre de disponer tres sillones exactamente iguales juntos; como signo de Cristo Cabeza y Maestro,
la sede del sacerdote es única en su forma y realce, y los demás concelebrantes
y ministros deben disponer de asientos funcionales, discretos. “La sede
(cátedra) del obispo o del sacerdote debe significar su oficio de presidente de
la asamblea y director de la oración” (CAT n. 1184).
En
la sede, el sacerdote eleva las oraciones a Dios, moderando la oración de los
fieles, entona la alabanza divina (el Gloria) y también en la sede puede, y es
más significativo, realizar la homilía, ya sea sentado o de pie: “El sacerdote
celebrante dice la homilía desde la sede, de pie o sentado, o desde el ambón”
(OLM 26). En la sede, al final de la Misa, recita la última oración e imparte
la bendición.
Por
su parte, el Obispo en su cátedra realiza las grandes acciones sacramentales
como ungir con el santo crisma en la Confirmación, o el rito de Ordenación ya
sea de diáconos, ya sea de presbíteros.
Algo tan sencillo como
sentarse, juntos, a la vez, es ya participar en la acción litúrgica: primero
por el valor de las posturas comunes de todos, que expresan la unidad, y
segundo por lo que suponen y conllevan de oración, meditación, recogimiento, escucha
y disponibilidad ante la Palabra (lecturas y homilías), ante la presencia de
Cristo (después de comulgar), ante la oración eclesial (la salmodia en la
Liturgia de las Horas).
Claro como el agua; totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarQue Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga (de las antífonas de Vísperas)
Significa la confianza de estar con los amigos, con paz y tranquilidad. Estamos en casa, cuando estamos en el templo. Sentados podemos hablar con intimidad y largamente con el Señor que está ahí presente. También uno se sienta para escuchar y aprender cuando un maestro habla.
ResponderEliminarEso pretendía: claridad. Una catequesis - artículo claro, explicando obviedades que a veces no son tan obvias para todos.
ResponderEliminarSaludos Julia María y su Colmena.
Pamplinas....
ResponderEliminarLa Misa de rodillas, recomendaba san Pío X.
Ahora da prurito y se justifica cualquier cosa.
Tú imagínate que vas por la calle y te encuentras con el Señor... seguro que te sientas... Vamos.... Seguro.
Fdo:Pamplinas novusordistas.