"Henos
aquí, oh Señor Jesús:
hemos
venido
como
los culpables vuelven al lugar de su delito.
Hemos
venido como aquel que te ha seguido
pero
que también te ha traicionado.
¡Fieles
e infieles, así hemos sido muchas veces!
Hemos
venido
para
confesar la misteriosa relación
entre
nuestros pecados y la Pasión,
nuestra
obra y tu obra.
Hemos
venido para golpearnos el pecho,
para
pedirte perdón,
para
implorar tu misericordia.
Hemos
venido porque sabemos que tú puedes
y
quieres perdonarnos;
porque
tú has expiado con nosotros,
tú eres
nuestra redención,
tú eres
nuestra esperanza.
reaviva
en nosotros el deseo y la confianza de tu perdón,
reafirma
nuestra voluntad de conversión y de lealtad,
haznos
gustar la certidumbre
y
también la dicha de tu misericordia.
Señor
Jesús, nuestro Redentor y Maestro,
danos
la fuerza de perdonar a los demás
para
que también nosotros
seamos
realmente perdonados por ti.
Señor
Jesús, nuestro Redentor y Pastor,
infunde
en nosotros la capacidad de amar,
pues tú
quieres que, según tu ejemplo
y con
la ayuda de tu gracia,
te
amemos a ti
y a
todos los que son hermanos en ti.
Señor
Jesús, nuestro Redentor y nuestra Paz,
que nos
diste a conocer tu supremo deseo:
“Que
todos sean uno”,
escucha
este deseo con el que nos identificamos
y que
aquí se ha convertido en nuestra oración:
“Que
todos nosotros seamos uno”
(Pablo
VI, Disc. Santo Sepulcro, Jerusalén, 4-enero-1964).
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