miércoles, 15 de noviembre de 2017

Edificar la Iglesia



Habremos de tener presente siempre la reconstrucción espiritual de la Iglesia, la reconstrucción del tejido social cristiano tan deteriorado y la urgencia de la solidez doctrinal, espiritual y apostólica de cada católico cual piedra viva del edificio santo que es la Iglesia. 



Una Iglesia reedificada para una Iglesia viva –nosotros, tú y yo-. El cuidado de los templos, como tesoros artísticos e históricos, pero albergando en su seno una Iglesia viva, que siempre se reedifica. 

Cada cristiano, por el bautismo, está llamado a la santidad, a vivir la plenitud de su comunión con Cristo y, por tanto, a ser una piedra viva del edificio santo que es la Iglesia, por su fe, esperanza y caridad; una piedra viva que construye su familia como Iglesia doméstica y transmite y educa a sus hijos en la fe; una piedra viva en comunión con la Iglesia, sin vivir la fe de modo individualista. 


Hay que descender, aunque sea brevemente, a cuestionarse en un personal y sincero examen de conciencia, qué piedra soy yo en la Iglesia de Dios, a qué me llama el Señor, qué espera Jesús de mí, cómo es mi apostolado, mi oración, mi testimonio... en definitiva: descubrir cuál es mi sitio, mi vocación y mi misión en la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, donde Jesús me sitúa, me conforta, me alienta, me llama.

Dos reconstrucciones, así pues; ambas justas y precisas; ambas necesarias; ambas, ambiciosos proyectos. 

Una, la reconstrucción, la restauración, de templos históricos o la construcción de nuevas iglesias y parroquias; la otra, la reconstrucción de un catolicismo militante, fuerte, sólido, espiritual, formado, apostólico, comprometido, social; un catolicismo vivo, que hace oír su voz y se acredita por sus obras; un catolicismo de hombres nuevos, interiores, renovados, que sirven al mundo con un claro compromiso e identidad católica.

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