La última petición del Padrenuestro suplica la defensa contra el Maligno, contra el demonio.
Su presencia se nota sembrando el odio, generando el mal y la soberbia, la destrucción, la violencia, el rencor, el resentimiento. Lejos de ser una figura metafórica, un género literario que dirían algunos, es un espíritu real y concreto, caído, malvado.
Sus ataques son constantes y la Escritura de fe de ello en muchísimos pasajes. Cristo se enfrenta a él y lo vence en las tentaciones, lo pisotea con el árbol de la cruz. Ahora, dirá el Apocalipsis, se va a hacer la guerra a los que guardan los mandamientos y dan testimonio de Jesús.
Cada día, tres veces al día según la tradición litúrgica, entonamos la Oración dominical y suplicamos ser librados del Maligno.
"n. 11. Después de haber dicho: No nos dejes caer en la tentación, continúa: Y líbranos del mal.
Quien quiere ser librado del mal, atestigua que está metido en él.
Haz lo que se dice a continuación: Refrena tu lengua del mal y tus labios para que no hablen con engaño. Apártate del mal yhaz el bien; busca la paz y sigue tras ella.
De esta forma carecerás de días malos, y se habrá cumplido lo que pediste: Libranos del mal".
(S. Agustín, Serm. 58, 11).
“El mayor engaño del diablo es hacernos creer que no existe” (Charles Baudelaire).
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