Señor, Dios de la paz,
que has creado a los hombres,
objeto de tu benevolencia,
para ser los familiares de tu gloria:
nosotros te bendecimos y te damos gracias,
porque nos has enviado a Jesús,
tu Hijo amadísimo;
has hecho de Él,
en el misterio de su Pascua,
el artífice de toda salvación,
la fuente de toda paz,
el vínculo de toda fraternidad.
Te damos gracias
por los deseos, los esfuerzos,
las realizaciones
que tu espíritu de paz
ha suscitado en nuestro tiempo
para sustituir el odio con el amor,
la desconfianza con la comprensión,
la indiferencia con la solidaridad.
Abre aún más nuestros espíritus
y nuestros corazones
a las exigencias concretas del amor
de todos nuestros hermanos
con el fin de que podamos ser cada vez más
los constructores de la paz.
Acuérdate, Padre de misericordia,
de todos los que están apenados,
sufren y mueren
que el nacimiento de un mundo más fraterno.
Que para los hombres de toda raza
y de toda lengua
llegue tu reino de justicia,
de paz y de amor,
y que la tierra esté repleta de tu gloria.
(Pablo VI, Oración para la Jornada de la paz, 1-enero-1969).
Existen demasiados intereses en el mundo a escala global y a escala individual. La Tierra estará en paz si loa hombres descubren a Cristo, a Jesús, el tierno infante que nació en Belén, y le siguen.
ResponderEliminarA Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle (de las antífonas de Laudes).