"Nosotros, hombres de este siglo, laicos del pueblo de Dios, católicos deseosos de ser fieles y diligentes hijos y hermanos en tu Santa Iglesia.
Miramos a ti, Jesucristo, nuestro Señor, Maestro y Salvador de la humanidad, como a la luz del mundo, e, iluminados por ti, te rogamos que nos hagas comprender tu fulguración sobre nosotros como una vocación.
Amén.
Vocación a tu seguimiento, a tu palabra, a tu comunión, porque Tú, Cristo, eres el camino, la verdad, la vida.
Amén.
Haz, Señor, que jamás dejemos de ser sensibles a la llamada reveladora, que es tu Evangelio, secreto, fuerza y gozo de nuestro verdadero destino.
Amén.
Haz, Señor, que comprendamos la dignidad y el compromiso de nuestra vida cristiana sencilla y misteriosa.
Amén.
Haz, Señor, que como discípulos y seguidores tuyos nos sometamos, libre y dócilmente, al misterio de la unidad, que es tu Iglesia, que vive en tu verdad y en tu caridad.
Haz, Señor, que tu Espíritu conforme y transforme nuestra vida, y que nos dé la alegría de la hermandad sincera, la virtud del servicio generoso, el ansia del apostolado.
Amén.
Haz, Señor, que nuestro amor hacia todos los hermanos en Cristo sea cada vez más ardiente y eficaz, para colaborar con ellos cada vez más intensamente en la edificación del Reino de Dios.
Amén.
Haz también, Señor, que sepamos unir mejor nuestros esfuerzo con todos los hombres de buena voluntad, para lograr plenamente el bien de la humanidad en la verdad, en la libertad, en la justicia y en el amor.
Amén.
Así te lo pedimos a Ti, Cristo, que vives y reinas con el Padre y con el Espíritu santo y eres Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
(Oración de Pablo VI para el Congreso Mundial del Apostolado de los laicos, Asunción-1967).
Amén
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