En
este salmo podemos reconocer el canto y las palabras que la Iglesia le reza a
Jesucristo, su Señor, su Salvador. Es el salmo 97 que proclama la victoria de
Cristo y cómo esa victoria de Cristo está siendo anunciada ya en toda la tierra
a todos los hombres.
Canta este salmo:
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El ha Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
“El Señor revela a las naciones su
justicia”. ¿Qué justicia es ésta? ¿La justicia implacable que nosotros
aplicamos a los demás según la vara de medir de nuestros propios criterios? Más
bien, la justicia de Dios que es nuestra salvación.
“El Señor revela a las naciones” su salvación, “su victoria”. Y la gran victoria de nuestro Salvador Jesucristo es
la victoria sobre el pecado y sobre la muerte. Cristo está vivo. Cristo ha
triunfado sobre nuestros pecados, Cristo ha destruido la muerte, ha abierto las
puertas del cielo para que tengamos vida eterna, y al resucitar Él nos ha
prometido la resurrección de nuestra propia carne, de nuestro propio cuerpo,
para ser transformado y vivir con Él eternamente como Cristo está ahora en el
cielo.
“El Señor revela a las naciones su
victoria”. Esa victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte por su
muerte y resurrección es lo que nos permite celebrar la Eucaristía, lo que nos
permite orar por nuestros difuntos, lo que nos permite aplicar el sacrificio de
la Eucaristía por un hermano nuestro difunto, para que sea asociado a esa
vida eterna que Cristo ha ganado para nosotros.
La
Iglesia canta al Señor un “cántico nuevo”
porque su corazón salta de júbilo, siempre como nuevo, al ver las maravillas de
Dios.
“Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios”. La Iglesia desde sus inicios se
ha manifestado en su vocación más profunda,
que es la vocación de ser misionera, evangelizadora, de anunciar
a todos los hombres, a tiempo y a destiempo, oportuna e inoportunamente, la
escucharan o se rieran de la Iglesia, el Evangelio de la vida, el
Evangelio de la resurrección, el Evangelio de la salvación, como lo hizo san
Bernabé, como lo hizo san Pablo, como lo hicieron los apóstoles, como lo siguen
haciendo hoy tantos y tantos hombres y mujeres, de toda raza, lengua, pueblo y
nación, que siguen anunciando el Evangelio para que el hombre crea, para que el
hombre tenga vida.
Por todos los
confines de la tierra se proclama el Evangelio porque lo único necesario, lo
más necesario, lo único imprescindible, es el don de la fe, es creer y vivir en
Cristo y por tanto, formando parte de la Iglesia, viviendo de los sacramentos,
viviendo de la Palabra, viviendo de la oración, viviendo con los hermanos.
Por
eso nosotros hoy aclamamos al Señor y le damos
gracias por la victoria de Cristo. Suplicamos al Señor que también por toda la
tierra se entone un cántico nuevo; que los hombres crean, que llegue la
evangelización a todos los hombres, que no rechacen el Evangelio como algo que
no tiene sentido para ellos, sino que encuentren en Cristo victorioso la
respuesta a todas sus preguntas, la satisfacción legítima para todas las
aspiraciones de su corazón.
Cantemos al Señor “un cántico
nuevo” porque Él está revelando a todas las naciones su justicia de salvación.
Orígenes, escritor cristiano del siglo III, en un texto recogido después por san Jerónimo, interpreta el cántico nuevo del salmo como una celebración anticipada de la novedad cristiana del Redentor crucificado. Por eso, sigamos su comentario, que entrelaza el cántico del salmista con el anuncio evangélico: Cántico nuevo es el Hijo de Dios que fue crucificado, algo hasta entonces inaudito. Una realidad nueva debe tener un cántico nuevo. "Cantad al Señor un cántico nuevo". En realidad, el que sufrió la pasión es un hombre; pero vosotros cantad al Señor. Sufrió la pasión como hombre, pero salvó como Dios (Audiencia general del Papa Juan Pablo II).
ResponderEliminarAclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría (antífona de Laudes)
La justicia es la ley que encontramos en el nuevo y el antiguo testamento. Según esa ley seremos juzgados el día en que muramos y nos presentemos ante Dios... y es bastante más profunda de lo que parece a simple vista.
ResponderEliminarCuando hablo de la ley, me refiero a los mandamientos que están resumidos en dos, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Eso, que tiene un desarrollo, es por lo que seremos juzgados...
ResponderEliminarDice Romanos que desde Adán a Moisés no había ley, y reinó la muerte (cito mal porque lo hago de memoria).
ResponderEliminarCristo supera la ley, pero el nos lleva a cumplirla...
ResponderEliminarBella fotografía, un ojo que sabe ver. Saludos fraternos.
ResponderEliminarLa versión anterior del leccionario oficial, y actual versión, porque no se ha cambiado, en la Liturgia de las HOras
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