Sin duda, y bien mirado, la Vigilia pascual por sí misma, bien vivida, bien celebrada, bien preparada en las almas, contiene valores espirituales que requieren del esfuerzo ascético, de la atención amorosa.
¿Será una celebración desconocida aún para muchos? ¿Se atreverán a asistir y participar por primera vez, quizás, quienes nunca fueron?
Y asimismo, los que van a vivirla, ¿saben ahondar en sus riquezas y disfrutarlas? ¿Extraen todo el jugo a la celebración principal del año, a la madre de todas las santas vigilias?
Toda la Cuaresma tiene sentido en función de la santa Pascua. La gran Vigilia pascual, tan amada por la Iglesia, es su meta. ¿Qué encontramos en ella?
Lo primero es su aspecto nocturno. Se trata de velar, vigilar, robar tiempo al sueño para estar solamente pendientes del Señor. Poco sentido tiene adelantar cada vez más la Vigilia a las horas de la tarde del Sábado. ¿Velar? Velar un enfermo es pasar la noche junto a él; velar un cadáver es pasar la noche junto a él, el velatorio. En la noche de Pascua velamos, es una vigilia, una vela nocturna.
"La Cuaresma, hoy terminada, es precisamente el ciclo preparatorio al epílogo de esta hora nocturna, rica de una fuerza e intensidad particulares.La vigilia, es decir, la atención ascética, el ejercicio de nuestra voluntad, el empeño de todas nuestras facultades: memoria, sentimientos, propósitos, dirige cada elemento hacia el punto más alto del Misterio pascual. Este aspecto ascético se hace evidente por el hecho de que el Rito debe ser celebrado en el tiempo destinado al descanso, al sueño, durante la noche. Por eso es muy largo. Debe ocupar todas las horas que van del anochecer al alba, y está intercalado de lecturas, de cantos y de plegarias, precisamente para alternar, con la variedad de los actos y referencias, nuestra atención y tenerla vigilante, despierta e interesada. El esfuerzo por vencer el sueño asume en esta noche un destacado aspecto penitencial, es decir, de grande, buena voluntad, con el deseo de ir al Misterio Pascual preparados con algún sacrificio y renuncia, con una comparación entre lo que nos es habitual y querido y lo que es insólito y aún más suave: el encuentro con Cristo Resucitado" (Pablo VI, Hom. en la Vigilia pascual, 9-abril-1966).
El segundo aspecto es la necesaria atención. La sucesión de ritos, lecturas, salmos y oraciones, hacen que este sagrado Rito, solemnísimo, requiera de atención espiritual. En ellos vemos la actuación de Dios, sus intervenciones salvadoras, desde la creación misma hasta su culmen en la Resurrección gloriosa de Cristo y la espera de su Feliz Retorno, la Parusía.
Toda la historia de la salvación, todo el plan salvador y amoroso de Dios se concentra al máximo en esta celebración pascual.
"A
la preparación ascética se une la de la mente, interesada en las lecturas en
los grandes cuadros bíblicos que se ponen delante de nosotros con la lectura de
las “profecías”. ¿Qué quiere decir este cuadro, esta síntesis de la historia de
la salvación, como hoy se dice, es decir, del procedimiento seguido por Dios
para concedernos, con una revelación gradual que tuvo momentos, períodos,
estaciones, instantes de luz y también, pero siempre con una coherencia, una
progresión que desde la aparición del hombre sobre la tierra, el antiguo Adán,
llega hasta la venida de Jesucristo el nuevo Adán, síntesis de la larga
excursión divinamente predispuesta para marcar la historia humana" (Pablo VI, Ibíd.).
Velamos, oramos, escuchamos: Dios se manifiesta poderoso en la resurrección de su Hijo Jesucristo según la carne. Y nosotros, la Iglesia, su Cuerpo, su Esposa, acompañamos la acción de Dios en esta noche santísima, única.
El pueblo de Israel alimentó su fe en Dios recordando las maravillas que Él realizó con sus padres. Ahora los cristianos en la "noche santa" de la Vigilia Pascual recordamos la noche en la cual Cristo sale de la tumba, victorioso de la muerte.
ResponderEliminarLa Resurrección de Jesús es un acontecimiento absolutamente único y trascendente que celebramos como memoria, presencia y espera del Resucitado. La "vigilia" nos sitúa en actitud de espera; alerta y preparados para el encuentro final con el Señor.
Ayúdanos, Señor, con tu gracia (de las preces de Laudes).