martes, 3 de marzo de 2015

Participar en la liturgia: gestos y posturas corporales

Participar incluye los gestos y posturas corporales que todos los fieles adoptan en determinados momentos de la liturgia: de pie, sentados, de rodillas, procesión, santiguarse, inclinarse...

Es un nivel básico, primero, de participación común en la liturgia, que debe enseñarse y cuidarse. Así, una vez más, participar es algo más, mucho más, que intervenir "haciendo algo", "leyendo algo".



La participación de todos los fieles en la santa liturgia ha de ser también exterior, activa. Todos toman parte con las diversas posturas y algunos gestos, según los distintos momentos de la liturgia, para unirse al Misterio que se celebra también de forma externa, significativa. La participación no es sólo un sentimiento interior de devoción o recogimiento como tampoco es la continua intervención, el movimiento, los inventos para que “muchos participen” añadiendo moniciones, ofrendas, etc… Benedicto XVI, elegantemente, escribía: 

“Pero no hemos de ocultar el hecho de que, a veces, ha surgido alguna incomprensión precisamente sobre el sentido de esta participación. Por tanto, conviene dejar claro que con esta palabra no se quiere hacer referencia a una simple actividad externa durante la celebración” (Exh. Sacramentum caritatis, n. 52).

Las mismas posturas, que todos adoptan unánimemente en la celebración litúrgica, son expresión clara de participación, de modo que estar de pie, sentado, de rodillas o trazar el signo de la cruz o hacer una inclinación, etc., son formas de participación de todos. Así lo interior se hace también exterior, manifestación del corazón que se adhiere a la liturgia:


“Los fieles cumplen su función litúrgica mediante la participación plena, consciente y activa que requiere la naturaleza de la misma liturgia; esta participación es un derecho y una obligación para el pueblo cristiano, en virtud de su bautismo.

Esta participación:

a) Debe ser ante todo interior; es decir, que por medio de ella los fieles se unen en espíritu a lo que pronuncian o escuchan, y cooperan a la divina gracia.

b) Pero la participación debe ser también exterior; es decir, que la participación interior se exprese por medio de los gestos y las actitudes corporales, por medio de las aclamaciones, las respuestas y el canto” (Instrucción Musicam sacram, n. 15).

            Una visión panorámica de la participación del pueblo cristiano en la liturgia la señala la Ordenación General del Misal al decir: 

“Formen, pues, un solo cuerpo, al escuchar la Palabra de Dios, al participar en las oraciones y en el canto, y principalmente en la común oblación del sacrificio y en la común participación de la mesa del Señor. Esta unidad se hace hermosamente visible cuando los fieles observan comunitariamente los mismos gestos y posturas corporales” (IGMR 96).

6 comentarios:

  1. ¡Cómo puede ayudar y enseñar esta participación sencilla, humilde, .... ¿apasionada?!!
    Sine qua, NON!
    Pero... ¡ay de las distracciones!

    Unidos en el empeño, dando gracias a D. Javier.

    Y en la oración.

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    1. SIL:

      Gracias a usted.

      Estoy empeñadísimo en la formación litúrgica; de ahí tanto las homilías mías como retiros y pláticas donde siempre hay algún dato litúrgico, o artículos en Boletines de ANE y ANFE o de Hermandades, o este mismo blog.

      No se ama lo que no se conoce: ¡¡hemos de conocer bien la liturgia!!

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  2. Durante la Misa adoptamos diferentes posturas corporales que tienen un significado profundo cuando se realizan con comprensión, “Es un nivel básico, primero, de participación común en la liturgia, que debe enseñarse y cuidarse",
    pues enfatizan el significado de la acción en la que estamos participando en ese momento.

    Nos ponemos de pie como signo de respeto cuando el celebrante, quien representa a Cristo, entra y sale. Durante el "Yo Confieso", la acción de golpear nuestro pecho en el momento de pronunciar las palabras "por mi culpa" fortalece nuestra conciencia de que nuestro pecado es por nuestra culpa.

    Nos ponemos de pie en la lectura del Evangelio como signo de respeto ante el culmen de la Palabra revelada y como signo de la atenta escucha a la Palabra de Dios. En el Credo nos indica la Iglesia que hagamos una venia en el momento de formular las palabras que conmemoran la Encarnación expresando así nuestro profundo respeto y gratitud a Cristo.

    Nos ponemos de pie cuando rezamos el Padre Nuestro para significar de modo humilde y agradecido las cosas maravillosas que ha hecho Dios Padre. Nos ponemos de rodillas en la Consagración significando nuestra profunda adoración a Cristo; arrodillarse también significa penitencia mientras que lo propio de la meditación es estar sentados.

    La Iglesia ve en estas posturas y gestos corporales comunes un símbolo de unidad como expresión de nuestra participación en el único Cuerpo formado por los bautizados con Cristo tal y como dice la entrada de hoy. No somos libres para cambiarlas acomodándolas a nuestra piedad individual.

    Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión (de las antífonas de Laudes).



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    1. Julia María:

      Buen elenco, buena explicación.

      Subrayo sólo una de sus últimas ideas, que a veces se da demasiado: "no somos libres para cambiarlas acomodándolas a NUESTRA PIEDAD INDIVIDUAL".

      Cuando el devocionalismo está por encima de la liturgia, al final cada cual va a lo suyo, hace lo que quiere y le gusta, porque eso le da más devoción o le gusta más, simplemente.

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  3. Gracias por recordarnos cosas tan básicas. Que no hay edificio sin cimiento.

    Ciertamente, la postura es signo de partipación, ayuda al alma a dar gloria. Porque cuerpo y alma son un compósito sustancial, que diría el Aquinate.

    Un abrazo gaditano.

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    1. Alonso:

      ¡¡¡¡Ya era hora de que escribiera por aquí!!!!, porque desde que es mejor bloguero que yo, y con más lectores, esto le sabe a poco (jejejeje).

      Formar es repetir lo mismo de distintas maneras muchas veces, pero sin dar nada por sabido, volviendo a los principios una y otra vez. Eso hago aquí y en los artículos que voy escribiendo en revistas, etc.

      El abrazo lo recibo por venir de usted; pero los que somos de Sevilla, ¡ay, miarma!, qué le voy a decir que usted no sepa...

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