A Dios le interesa todo lo nuestro, como Padre, y nuestra vida también está sujeta en el orden terreno a necesidades distintas.
Pero Él provee. Miremos los lirios del campo y los pájaros del cielo; sabemos que ni un gorrión cae al suelo sin que el Padre lo sepa y que los cabellos de nuestra cabeza están contados. Teniendo qué comer y con qué vestir nos basta, señalaba san Pablo en su experiencia itinerante. El orden de la Providencia nos acompaña, liberándonos de ataduras y preocupaciones estériles y de afán de riquezas.
Sabe Dios, además, que el hambre es dura, tanto la del cuerpo como también la del alma, y Él provee no sólo alimentos terrenos, sino el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Nosotros oramos y pedimos confiadamente, renovando la confianza en su providencia.
"n. 7. Restan las peticiones que se refieren a nuestra vida de peregrinos. Por eso, sigue así: Danos hoy nuestro pan de cada día. Danos los bienes eternos, danos los temporales. Prometiste el reino, no nos niegues el auxilio. Nos darás la gloria eterna en tu presencia; danos en la tierra el alimento temporal. Por esto decimos de cada día; por esto hoy, es decir, en este tiempo. Cuando haya pasado esta vida, ¿pediremos acaso el pan de cada día? Entonces no se nos hablará de cada día, sino de hoy. Se habla de cada día ahora, cuando a un día que pasa sucede otro. ¿Se hablará de cada día cuando ya no habrá más que un único día eterno?
Esta petición sobre el pan de cada día ha de entenderse de dos maneras: pensando en el alimento necesario para la carne o también en la necesidad de alimento para el alma.
El alimento carnal para el sustento de cada día, sin el cual no podemos vivir. El sustento incluye también el vestido, pero aquí se toma la parte por el todo. Cuando pedimos pan recibimos con él todas las cosas.
Los bautizados conocen también un alimento espiritual, que también vosotros estáis seguros de recibirlo en el altar de Dios. También él será pan de cada día, necesario para esta vida. ¿O acaso hemos de recibir la Eucaristía cuando hayamos llegado a Cristo y comencemos a reinar con él por toda la eternidad? La Eucaristía, en consecuencia, es nuestro pan de cada día; pero recibámoslo de manera que no sólo alimentemos el vientre, sino también la mente. La fuerza que en él se simboliza es la unidad, para que agregados a su cuerpo, hechos miembros suyos, seamos lo que recibimos. Entonces será efectivamente nuestro pan de cada día.
Lo que yo os expongo es pan de cada día. Pan de cada día es el escuchar diariamente las lecturas en la Iglesia; pan de cada día es también el oír y cantar himnos. Cosas todas que son necesarias en nuestra peregrinación. ¿Acaso cuando lleguemos allá hemos de escuchar la lectura del códice? Al Verbo mismo hemos de ver, a él oiremos, él será nuestra comida y nuestra bebida como lo es ahora para los ángeles. ¿Acaso necesitan los ángeles códices o quien se los exponga o lea? En ningún modo. Su leer es ver; ven la Verdad misma y se sacian de aquella fuente de la que a nosotros nos llegan unas como gotas de rocío solamente.
Hemos hablado ya del pan de cada día, porque en esta vida nos es necesario hacer esta petición".
(S. Agustín, Serm. 57, 7).
Hay distintos tipos de hambre en el hombre de hoy, hambres que para saciarse, para alimentarse, precisan el pan hipersustancial, el pan verdadero, como traduce epiousios de su original griego mi amigo fraile de la orden de predicadores.
ResponderEliminarOrígenes, al predicar sobre el Padre Nuestro, expone esta interpretación basándose en las palabras de Jesús: mi Padre os da el verdadero pan del cielo Y a los que dijeron: Danos siempre este pan, les responde refiriéndose a sí mismo: Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá ya más hambre y Yo soy el pan vivo bajado del cielo; si alguno come de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi carne para la vida del mundo.
San Ambrosio, por su parte, nos dice: Pedimos ciertamente el pan, pero decimos en griego epiousios, es decir, sustancial. No es éste un pan material que se transforma en nuestro cuerpo sino el pan de vida eterna que alimenta la sustancia de nuestra alma. Todo lo cual se llama en griego epiousios, mientras que en latín a este pan se le llama cotidiano, porque los griegos llaman al día siguiente ten epiousian hemeran. Luego parece útil tanto lo que dicen los griegos como los latinos. Los griegos han reunido en un vocablo ambos significados, mientras que los latinos dicen cotidiano.
Señor, danos nuestro verdadero pan.