miércoles, 24 de octubre de 2018

Dejemos el moralismo (León Bloy)

Ya empezó el pelagianismo, allá por el siglo IV, y luego continuó con la razón ilustrada... para proseguir con el modernismo y sus secuaces liberales. Todo, absolutamente todo, se redujo a la moral. Cada uno desde su peculiar enfoque, prescindía de la gracia, de la vida sobrenatural, y hasta del Misterio de Cristo, para reducirlo todo a las fuerzas humanas, o al cumplimiento ético, o a la moral del compromiso. Vaciaron así la vida cristiana.


Es la reducción secular a la moral. Da igual la fe, da igual la esperanza, da igual la Verdad... lo importante es la moral y la ética, el compromiso, el buenismo moral... y hoy la "solidaridad".

¿Para qué viene Cristo y se encarna?

Sólo para darnos buenos ejemplos y elevar la moral humana con preceptos de absoluta entrega, generosidad, compasión con los pobres, etc. Cristo se convierte en ejemplo de moral, no en Cauce de salvación, Camino, Verdad y Vida.

Ese es el error del moralismo, vestido con traje distinto según épocas y tendencias.

Sigue siendo actual el lamento de León Bloy:

"La inmensa desgracia es que, al cabo de más de mil años, la Tradición de los Padres se ha perdido completamente y el significado de la Palabra divina ha sido reemplazado por una increíble y diabólica estupidez sentimental. La moral ha suplantado a la Revelación y ya nadie entiende nada de las Escrituras" (Diarios, 14-junio-1913).


El lenguaje bíblico, así como la Tradición patrística, se vuelven desconocidos e incomprensibles, si sólo se quiere ver en la Revelación la moral y más moral y únicamente moral. Como si todo fuese un comportamiento ético ajustado a la época, sin referencia a la Verdad y a la Belleza.

No es de extrañar que cuando de verdad se aprende a leer las Escrituras e interpretarlas según la Tradición (por ejemplo, mediante los tipos y figuras), o se empieza a leer una y otra obra de los Padres, el moralismo caiga y se transforme en una adhesión personal de fe al Señor y una entrega del Misterio.

El moralismo es una corrupción. ¡Y es tan aburrido! Porque siempre ofrece el mismo discurso... acabando todo por el progreso temporal, las relaciones humanas y sociales, comprometerse con toda clase de causas... dejando de mirar a Cristo y de amarle.



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