jueves, 10 de marzo de 2016

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica... (IV)

La tercera y última parte del Credo está dirigida a la profesión de fe en el Espíritu Santo, Persona divina.

Su acción es real y eficaz -no es mera 'fuerza del universo', 'energía cósmica' o simple sentimiento-: vive y actúa y diviniza porque Él mismo es Dios.


Esta acción del Espíritu Santo tiene lugar, como ámbito privilegiadísimo, la santa Iglesia Católica: en ella el Espíritu Santo nos aglutina en una Comunión relacionándonos a unos con otros, formando la Comunión de los santos.

Por el Espíritu Santo se nos da el perdón de los pecados -la blasfemia sería pensar que Él no puede ni perdonarnos ni obrar la redención, cerrándonos a Él-; Él nos resucitará porque es Espíritu de vida y nuestra carne está llamada a la resurrección cuando el Espíritu Santo sople y nos resucite; por Él, con su impulso, se nos da la vida eterna.

Decimos en el Credo:


Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.


Al llegar a la santa Vigilia pascual, meta de la Cuaresma, profesaremos públicamente la fe, renovando la gracia bautismal. Ahora, durante la Cuaresma, atendamos a la instrucción, a la enseñanza de la Iglesia sobre el Credo, profundizando en nuestra fe, repensándola, comprendiéndola mejor para creer más firmemente.


"n. 8. Creamos también en el Espíritu Santo. Es Dios ciertamente, pues está escrito: El Espíritu es Dios. Mediante él hemos recibido el perdón de los pecados; por él creemos en la resurrección de la carne y por él esperamos la vida eterna. Pero estad atentos a no cometer un error de numeración y penséis que yo he hablado de tres dioses por haber nombrado al único Dios tres veces.

Única es la sustancia de la divinidad en la Trinidad, único el poder, única la potestad, única la majestad, único el término "divinidad". Como él mismo dijo a sus discípulos: Id, bautizad a los pueblos; no en muchos nombres, sino en el único nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Creyendo en la divina Trinidad y en la Unidad trina, tened cuidado, amadísimos,que nadie os aparte de la fe y verdad de la Iglesia católica. Quien os anunciare otra cosa distinta de la que habéis recibido, sea anatema.

n. 9. Veis ciertamente, queridísimos, cómo hasta en las mismas palabras del santo símbolo, cual conclusión de toda norma que se refiere al misterio de la fe, se añade una especie de suplemento, es decir, "por la santa Iglesia". Huid, pues, en la medida en que os sea posible, de los distintos y variados impostores, cuyas sectas y nombres sería demasiado largo enumerar ahora debido a su multitud.

Muchas cosas tendríamos que deciros al respecto, pero no podéis soportarlas ahora. Una sola cosa recomiendo a vuestros corazones: alejad, por todos los modos, vuestro espíritu y vuestro oído de todo el que no es católico, para que podáis alcanzar la remisión de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna mediante la Iglesia una, verdadera, santa y católica, que es aquella en la que se conoce al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, un único Dios, a quien corresponde el honor y la gloria por los siglos de los siglos".

(S. Agustín, Serm. 215, 8-9).

1 comentario:

  1. Tal es la importancia que daba Jesús al Espíritu Santo, que dijo a los apóstoles: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7).

    Creo en la Iglesia: Él no quiso un grupo de creyentes subsistiendo aislados o como ovejas sin Pastor. Jesús declara: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia." (Mat 16,13-20).

    Creo en la Comunión de los santos: “Que os améis unos a otros como yo os he amado” (Juan 13:34).

    Creo en el perdón de los pecados: “A quienes perdonéis los pecados, éstos les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos."(Juan 20,23).

    Creo en la resurrección de la carne: “Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros (Rm 8, 11).

    Creo en la vida eterna: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas, si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar para que donde esté yo estéis también vosotros (Juan 14- 2,3).

    Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna (de las Preces de Laudes).

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