Joya
y corona, corazón y centro de todo el año litúrgico, es la santísima Vigilia
pascual, en la noche de la
Pascua, del sábado al domingo de Resurrección. Vivirla es una
experiencia espiritual profundamente impactante, enriquecedora. Fortalece la
fe, sostiene la esperanza, enciende la caridad.
¿Cómo
perdérsela? ¿Quién será capaz de faltar?
El
miércoles de ceniza abrió la cuaresma. La ceniza sobre nuestra cabeza (sí,
cabeza, no frente) fue el billete de entrada para ir a la Vigilia pascual; fue el
pasaporte para un largo viaje de 40 días y aterrizar en la Vigilia pascual. ¡Ese es
su sentido!
La
ceniza sobre nuestra cabeza sólo se lava y se quita de verdad con el agua de la
aspersión bautismal de la
Vigilia pascual. Ahí somos lavados y purificados, renovando
la gracia del bautismo.
Los
ayunos cuaresmales, verdaderos ayunos y privaciones (de alimentos, de cena, de
dulces, de bebidas), se rompen definitivamente con la Comunión eucarística de
la santa Vigilia pascual y la fiesta cristiana. Ayunábamos porque teníamos hambre de Cristo.
Llega la santa Vigilia pascual, ¡Cristo vivo y resucitado!, y comemos de Él.
El
silencio exterior e interior, la austeridad de la Cuaresma, se termina en la Vigilia pascual: ya se
canta el Gloria (esa noche sí se tocan las campanas al cantarlo como un rito
propio, no en Navidad) y por fin, ¡por fin!, vuelve el solemne y alegre
“Aleluya” que resuena jubiloso.
¡Todos
a la Vigilia
pascual!
Es
la más antigua de las celebraciones del año –junto con el domingo cristiano-,
la más tradicional y la más importante. ¡Cuántas generaciones de católicos la
han vivido! Pasaban la noche en vela, encendían las luces y el cirio pascual,
escuchaban muchas lecturas bíblicas, cantaban los salmos y oraban, luego
celebraban el Bautismo y la
Confirmación de todos los catecúmenos y, finalmente, la Eucaristía pascual.
Yendo
a la Vigilia
pascual, nos incorporamos a la tradición de generaciones anteriores que velaban
aguardando la
Resurrección santísima de Jesucristo. ¡No dejes tu sitio
vacío!
¡Todos
a la Vigilia
pascual!
-“No
tengo costumbre”, puedes decir. Es verdad que no hemos logrado que sea algo
popular, anclado en las costumbres cristianas tanto como la Misa del Jueves Santo, por
ejemplo. Pero ve este año, ¡te sorprenderás!
-“Es
muy tarde”. ¡Más tarde es la Misa
del Gallo, en pleno invierno, y asistimos!
¡Todos,
todos sin excepción, a la
Vigilia pascual!
Durante
la cuaresma no van a dejarnos de hablar de la Vigilia pascual, y para
algo tiene que servirnos. Nos han predicado sobre la Vigilia pascual, han
explicado sus partes y sus ritos, su vivencia espiritual e importancia.
De
la Vigilia
pascual nos han hablado en las homilías de cuaresma, en predicaciones
especiales, en retiros, en catequesis de adultos, en círculos de formación y
grupos de estudio; seguro que han distribuido material formativo: dípticos,
folletos, etc., para divulgar, formar y enseñar sobre la Vigilia pascual. ¡Seguro
que se ha hecho y se está haciendo todo eso! Más muchas catequesis y post en
blogs y páginas católicas de Internet.
Por
eso, ¡todos a la Vigilia
pascual!, todos. También tú. No faltes: en tu parroquia habitual o en la
parroquia donde te encuentres esos días, tal vez de vacaciones; sea en un
convento o monasterio.
El
Señor Resucitado te espera esa noche y tu Madre la Iglesia cuenta contigo.
¡Verás luego como agradeces haber participado en la santa Vigilia pascual!
Muy convincente y alentador.
ResponderEliminarRenueva, Señor, a tu pueblo (de las Preces de Vísperas)