La Iglesia reservó la administración del Bautismo en una ocasión especial, la noche de la Pascua, porque era la noche de la Vida del Resucitado que se comunicaba a los suyos mediante los sacramentos. Era la noche bautismal, la noche de la Iniciación Cristiana.
La Vigilia pascual es bautismal por su propia naturaleza, aunque, en la práctica pastoral, sean pocas las parroquias que celebren bautismos en esta celebración anual solemnísima.
No obstante, las resonancias bautismales son constantes en los textos litúrgicos de la Vigilia pascual, incluso cuando no se van a celebrar bautismos. Así a todos los fieles son situados ante las grandes realidades sacramentales del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía como participación en la vida divina del Señor resucitado.
Un rápida panorámica nos permitirá captarlo. En el mismo inicio de la Vigilia pascual, el Pregón pascual alaba la noche santísima como noche que regenera y lava las manchas: "Ésta es la noche en la que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son agregados a los santos... Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos..."
A la tercera lectura de la Vigilia, el paso del Mar Rojo, corresponde una oración que interpreta la lectura en clave bautismal: "También ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas, y lo mismoq ue en otro tiempo manfiestabas tu poder al librar a un solo pueblo de la persecución del Faraón, hoy aseguras la salvación de todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo, te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel"; otra oración ad libitum para esta lectura reza en el mismo sentido e interpreta bautismalmente la misma lectura: "Oh Dios, que has iluminado los prodigios de los tiempos
antiguos con el Evangelio nos has hecho comprender el la luz del
nuevo Testamento: el mar Rojo fue imagen de la fuente bautismal, y
el pueblo liberado de la esclavitud, imagen de la familia
cristiana; concede que todos los pueblos, elevados por su fe a la
dignidad de pueblo elegido, se regeneren por la participación de
tu Espíritu".
Para la sexta lectura, de la profecía de Baruc, el Misal ofrece esta plegaria: "Oh Dios, que sin cesar haces crecer a tu Iglesia agregando a ella nuevos hijos: defiende con tu constante protección a cuantos purificas en el agua del bautismo".
La misma oración colecta de la Vigilia pascual, después del canto gozoso del himno "Gloria a Dios en el cielo", aborda la renovación en cuerpo y alma de todos, es decir, los efectos del Bautismo en los hijos de la Iglesia en esa noche: "Dios nuestro, que iluminas esta noche santa con la gloria de la
resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu filial,
para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a
tu servicio".
Así transcurre la santa Vigilia pascual hasta llegar al Rito bautismal tras la homilía, bautizando a los catecúmenos y niños, solicitando a todos los fieles la renovación de las promesas bautismales y recibiendo la abundante aspersión con el agua bautismal.
Es el Bautismo una gran clave de la Vigilia pascual: nos une a Cristo vivo, nos injerta en Él, nos renueva y santifica... y así muestra, en esta noche santa, el estilo cristiano de vivir.
"¿De qué modo la Liturgia Pascual presenta tal realidad? Lo sabemos: con la referencia principal al Santo Bautismo. Todos los particulares de la sagrada Acción, que estamos realizando y viviendo, hacen corona al Bautismo. Este Sacramento –nos lo asegura principalmente san Pablo- refleja y reproduce la Resurrección de Cristo en nosotros. Significa la nueva vida después de la muerte. El Bautismo es el Sacramento pascual por excelencia.Dos son las fuerzas –éstos son los polos- a las que se refería poco antes que los realizan y procuran sus sublimes efectos. Una, excelsa, potentísima, la divina, la única que da la gracia y el poder redentor; la otra, mísera, vacilante, pero indispensable, más condición que causa, nuestra voluntad.Juntas, entonces: la voluntad de Dios salvadora; la nuestra, que acepta y responde. Aquí está el punto sobre el que debe centrarse nuestra atención y acción. El Bautismo tiene dos aspectos, dos coeficientes, ya que es un hecho divino y un hecho humano. Por una parte la gracia; por otra, la promesa. Así la vida del cristiano es un empeño fundamental y decisivo. Introduce en nosotros un estilo; nos regenera; nos hace renacer en Dios. Es el principio de nuestra resurrección. Nos hemos convertido en cristianos. ¿Lo somos realmente? Es decir, ¿somos fuertes, coherentes, verdaderos cristianos? ¿O en cambio somos descuidados y débiles? ¿Hasta dónde llega el desempeño del hombre moderno frente a las obligaciones asumidas con el santo Bautismo? Además del mal en sí mismo, se sabe cómo cada descuido y negligencia es escándalo y mal ejemplo para muchos. Cada uno de nosotros, en cambio, haga propio y refuerce personalmente el Rito pascual, en el sentido de asegurar al Señor, con firmeza y con alegría, que intentamos ser fieles y responder a la gracia, asociándonos a su misma vida.Si queremos de veras hacer ligero el yugo de Cristo, no usaremos ciertamente el medio de llevarlo mal o de quitarlo de nuestras espaldas. Si lo deseamos, así como Él lo ha definido, suave y ligero, es decir, fuente de energía, confianza, vida, debemos llevarlo con lealtad, coherencia, comprensión, digámoslo así, con todo el corazón. Alegría pascual es, entonces, sentir que ser cristianos no es algo vano, sino principio de vida nueva y de esperanza que no muere" (Pablo VI, Hom. en la Vigilia pascual, 17-abril-1965).
La noche santísima de la Vigilia pascual es noche bautismal.
Pero hemos de extraer todas sus consecuencias viviéndola: Dios y el hombre juntos; la misericordia de Dios ante la miseria del hombre... y un nuevo modo de ser y de vivir.
La misma Vigilia pascual nos enseña a vivir bautismalmente, a ser cristianos. Es una escuela anual.
La renovación de las promesas bautismales trata que todos los fieles participen, conscientemente, tanto en la renuncia de Satanás, sus seducciones y sus obras como en la profesión de fe, de nuestra fe, de la fe de la Iglesia, la que nos gloriamos de profesar en Jesucristo nuestro Señor. El signo de aspersión es una imagen del propio bautismo.
ResponderEliminarEsto nos indica la entrada de hoy: la dimensión pascual de este sacramento. Es muy importante que la asamblea de fieles tome conciencia de que, a través de las aguas bautismales, nos hemos incorporado al misterio pascual de Cristo para ser co-sepultados con Él, renaciendo con Él a una vida nueva.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol ( de las Preces de Laudes).