Para comprender uno de los elementos fundamentales de la espiritualidad de la adoración, habremos de entender y explicar bien, así como vivir bien, el concepto de "reparación".
Ante tanto desamor, ante tanta agresividad manifiesta contra Cristo, la reparación es una respuesta.
A la vista del pecado de los hombres, de todos y de cada uno, como infidelidad a Cristo y un desprecio a su amor; viendo tantas situaciones de pecado, viendo una cultura antihumana, la reparación es un camino necesario.
Conscientes de tantas personas que se han alejado de la Iglesia y viven al margen de Cristo; conscientes de tantas personas que sólo tienen una referencia lejana de Cristo, de tantas personas que viven su fe de manera tibia, mediocre, separada de su existencia real, la reparación se hace urgente.
Para entender qué es la reparación, dos frases nos pueden ayudar:
"Amor saca amor" (Sta. Teresa de Jesús, V 22,14)
"Donde no hay amor, ponga amor y sacará amor" (S. Juan de la Cruz, Cta. a María de la Encarnación).
Al amor de Cristo, que vemos rechazado, acudimos en el Santísimo para ofrecerle nuestro pequeño amor esperando que saque amor. Nuestro pequeño amor se le ofrece a Jesús en la adoración eucarística para que saque amor allí donde no lo hay, en las situaciones de pecado y de alejamiento, de frialdad y tibieza. El amor lo puede todo, yentregado en manos de Jesús, se multiplica y llega lejos, adonde ni siquiera soñamos ni sabemos.
Donde no hay amor, nosotros queremos poner nuestro amor a los pies de la custodia, sacando más amor que toque las almas que se resisten a Jesucristo. El amor siempre se multiplica y crece, es difusivo de sí mismo.
Además, reparar incluye la intercesión por los pecadores, por los alejados, por los indiferentes. Se reza ante el Santísimo suplicando insistentemente, como Abraham intercedió por Sodoma y Gomorra. Se ora reparando.
Este es un punto fuerte de la espiritualidad de la adoración: la reparación, siempre vinculada al Corazón de Cristo. Nos saca del intimismo, del devocionalismo, para vivir la onda redentora y siempre expansiva del Corazón redentor de Jesús, solidarios de su amor por la oveja perdida, por las muchedumbres que vagan como ovejas sin pastor.
Juan Pablo II exhortaba a la Iglesia a dedicar tiempo y no ahorrar esfuerzo en esta espiritualidad de la adoración, subrayando la necesidad de esta reparación:
Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón (papa Pío XI).
ResponderEliminarMuchos santos se caracterizan por la oración de reparación, por ejemplo uno de los que prefiero, Santo Domingo que fundó la Orden de Predicadores y pasaba las noches rezando por los pecadores.
¡Así es, amiga mía!
EliminarCoincidimos en santo Domingo de Guzmán, uno de mis preferidos también.
Se pasaba la noche pidiendo por los pecadores y expiando con ellos con lágrimas y penitencias. "Señor, ten piedad. ¿Qué va a ser de los pobres pecadores?"