martes, 5 de agosto de 2014

Orar de rodillas

Precioso, grande y liberador signo: orar de rodillas.

Es la postura humilde de quien toca el suelo y reconoce que él no es nada, pero que Dios lo es todo.


Orar de rodillas es el reconocimiento del Misterio de Dios y de su Presencia.

Es la postura habitual -mortificada, desde luego- para pasar largos ratos de oración ante el Sagrario y ante el Santísimo expuesto en la adoración eucarística.

Es la postura obligatoria para los fieles durante la consagración en el rito romano.

Se reconoce y se adora.

""Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos" (v. 36). Al final, el discurso se transforma en oración y san Pablo se arrodilla. San Lucas nos recuerda que también el Señor en el Huerto de los Olivos oró de rodillas, y nos dice que del mismo modo san Esteban, en el momento del martirio, se arrodilló para orar.

Orar de rodillas quiere decir adorar la grandeza de Dios en nuestra debilidad, dando gracias al Señor porque nos ama precisamente en nuestra debilidad. Detrás de esto aparece la palabra de san Pablo en la carta a los Filipenses, que es la transformación cristológica de una palabra del profeta Isaías, el cual, en el capítulo 45, dice que todo el mundo, el cielo, la tierra y el abismo, se arrodillará ante el Dios de Israel (cf. Is 45, 23). Y san Pablo precisa: Cristo bajó del cielo a la cruz, la obediencia última. Y en este momento se realiza esta palabra del Profeta: ante Cristo crucificado todo el cosmos, el cielo, la tierra y el abismo, se arrodilla (cf. Flp 2, 10-11). Él es realmente expresión de la verdadera grandeza de Dios. 

La humildad de Dios, el amor hasta la cruz, nos demuestra quién es Dios. 

Ante él nos ponemos de rodillas, adorando. 

Estar de rodillas ya no es expresión de servidumbre, sino precisamente de la libertad que nos da el amor de Dios, la alegría de estar redimidos, de unirnos con el cielo y la tierra, con todo el cosmos, para adorar a Cristo, de estar unidos a Cristo y así ser redimidos" (Benedicto XVI, Lectio con el clero de Roma, 10-marzo-2011).

5 comentarios:

  1. Oramos poco de rodillas y curiosamente es la postura que es más adecuada para acercarnos a Dios. En si misma ya en una oración de misericordia y aceptación de Su Voluntad. Que Dios le bendiga D: Javier :)

    ResponderEliminar
  2. No sabría yo explicar cómo y por qué es preciosa, grande y liberadora esta forma de orar, pero para eso están ustedes... Y ¡qué bien se entiende lo que se ha vivido! Tantas horas, tantos años de rodillas ante el Sagrario en un escalón de mármol... ¡cuánta intimidad, cuánta felicidad!

    Ahora esa postura no dura más de 10 minutos, pero es una manera de "empezar".

    Gracias por esta Catequesis. Ojalá muchos la compartan.

    Unidos en el Señor, saludos a todos.

    ResponderEliminar
  3. Yo no entiendo, y me causa desconcierto grande, por qué se han eliminado la mayoría de las genuflexiones y de los momentos de permanecer de rodillas en la Misa.
    Es cierto que hay que estar arrodillado durante la consagración, pero es aproximadamente 2 minutos.

    Muchas veces pienso en lo que decía el catecismo de San Pío X: "permanecer de rodillas la mayor parte de la Misa menos durante la lectura de los Evangelios".

    O por lo menos las genuflexiones de la Misa Tradicional.

    Muchas veces me dan ganas de hacer las genuflexiones tal como se hacen en la Misa Tradicionao, pero te miran raro.

    S.C.

    ResponderEliminar
  4. Es como mejor me gusta orar. Yo soy nada frente al TODO.
    ¡Gracias D. Javier!

    ResponderEliminar
  5. el hombre es grande ante Dios de rodillas.

    ResponderEliminar