Siguen siendo válidas las palabras y las enseñanzas de san Agustín para nosotros, y su formulación permiten que se comprendan con claridad y que, incluso, podamos memorizar mejor algunas frases para meditarlas.
Las tribulaciones son constantes, y en nuestra existencia terrena son el medio para crecer, luchar, vencer, pero junto a las tribulaciones siempre está esa misericordia infinita de Dios que nos acoge, nos rodea y nos perdona.
El pasaje de Jesús durmiendo en la barca mientras la tempestad amenaza y los discípulos están atemorizados, es muy comentado en la Tradición. Es un ejercicio de fe y de oración para el discípulo y también una muestra de cómo el Señor está a nuestro lado y sólo hay que llamarlo.
A veces, con una "ética minimalista", declaramos que no tenemos pecado porque no hemos hecho determinadas cosas; pero olvidamos el "más", que es fruto del amor, el bien mayor que en cada momento podríamos haber hecho. No basta con no hacer el mal, el amor pide que seamos realmente "buenos".
El amor tal vez se puede debilitar porque no se ve al Amado y necesita ser sostenido por la fe y la esperanza; una confianza grande en el Amor y una esperanza inamovible en que Dios cumple sus promesas. En el cielo, al ser la visión plena, desaparecerá la fe y será innecesaria la esperanza porque lo que esperábamos, ya lo poseemos.
Los elementos creados intentan guardar la armonía y la concordia, pero ya que la creación gime con dolores de parto aguardando la redención, cuando se oponen entre sí, la misma salud se resiente:
El alma, que es muy grande, sin embargo es insuficiente para abarcarse a sí misma, al universo y a Dios mismo. Es el límite de nuestra condición de criaturas.
Hablamos mucho, y en el mucho hablar exageramos y queremos mostrar una imagen que tal vez no se corresponde a la verdad de nosotros mismos. El criterio no son las palabras, hermosos discursos, grandilocuentes, sino la verdad de la vida, es decir, los hechos, los actos, las obras, que verifican el interior:
Juzgamos con facilidad a los desconocidos, basándonos en impresiones exteriores, pero somos benévolos con los amigos, y los disculpamos, porque sabemos cómo son. Amemos a los amigos, pero evitemos el juicio con los desconocidos, esperando conocer mejor su persona y sobre todo los motivos de sus acciones.
El 10 y el 7, los mandamientos y los dones del Espíritu Santo, son realidades constitutivas de nuestra vida; vivimos los mandamientos por la gracia del Espíritu y sus siete dones.
Grande San Agustín!!! Cuanto tenemos que aprender del él. Gracias D. Javier :)
ResponderEliminar¡¡Es Maestro perenne!!
EliminarCada vez que ud nos cuelga una entrada sobre san Agustín no puedo evitar recordar esta frase:
ResponderEliminar"Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti".
¡Qué bien!
EliminarAbrazos, colmena!!!!!!!
Me uno a la exhortación de Agustín: "Cristiano, en tu nave duerme Cristo, despiértalo".
ResponderEliminar"El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede" de las antífonas de Laudes)
Saludos cordialísimos.
EliminarAbra su email: tiene cosas mías.