miércoles, 27 de agosto de 2014

La vida parroquial

Siendo la parroquia la comunidad cristiana básica, de referencia, que presidida por el ministerio ordenado, engloba carismas y servicios diversos, ejerce la santificación, la caridad y la evangelización, conviene que miremos la parroquia con mirada agradecida y afectuosa y, a la vez, consideremos globalmente la realidad tan rica y multiforme de la vida parroquial.

Al mismo tiempo, insertos cada cual en su parroquia según su vocación, y teniendo por referencia el altar que nos congrega, hemos de sentir la urgencia de ofrecer una mayor vitalidad a las parroquias, la vitalidad de un rostro, de un impulso y de una obediencia al Espíritu Santo.

Son grandes los retos que se han de concretar en nuestras parroquias, cada una de ellas con sus posibilidades y sus miembros, sus límites: estos grandes retos son el crecimiento en la identidad católica de sus miembros y una evangelización nueva, eficaz, en el propio ambiente, en el ámbito parroquial. Son retos nuevos que merecen respuestas nuevas, valientes y decididas.

Por una parte, la identidad católica de los propios miembros. Reconozcamos que como católicos también estamos recibiendo el influjo de esta cultura actual, nihilista, relativista, y que la secularización de la cultura ha influido en la secularización de la misma Iglesia. A veces el contorno católico se difumina con opciones secularizadas, donde la identidad católica apenas se ve o, simplemente, se relega al ámbito privado. En este terreno habría que optar por una formación doctrinal consistente en las parroquias, con el mayor nivel posible y fidelidad a la Iglesia en homilías sólidas (no hecha de lugares comunes y tópicos), predicación, catequesis de adultos, formación sistemática en grupos de estudio, etc., y junto a la formación que capacita para la identidad católica, la vida espiritual cimentada en el encuentro con el Señor: la liturgia cuidada y reposada, la adoración eucarística, retiros parroquiales, la posibilidad de orar tranquilamente ante el Sagrario, etc.

Por otra parte, acciones evangelizadoras hacia quienes o vienen poco o se han alejado, o acciones evangelizadoras hacia muchos, muchísimos, que viven con cierto tono de conformismo y apagamiento la fe, y necesitan que se les reavive su adhesión personal a Cristo. El rostro y la vitalidad de una parroquia pueden ser un signo y una llamada, una provocación y un interrogante para quien nos mire desde fuera. La liturgia cuidada para quien tal vez se acerque ocasionalmente, puede ser una experiencia de Belleza auténtica que hiera el corazón. El tono humano de la vida parroquial puede expresar esta humanidad verdadera que sólo con Cristo se realiza plenamente y que provoca a un corazón que esté buscando algo humano y válido.


"Las parroquias tienen un papel de primer orden en la evangelización. Sin duda tendrá que cambiar algunas cosas en su organización y funcionamiento, pero seguirán siendo insustituibles. Son las cabezas de puente de la evangelización. Ellas son la presencia de la Iglesia sobre el terreno, entre la gente, en el tejido de la vida real de las familias y las personas. Ellas son también el centro común en el que todos se encuentran y todos pueden participar, la casa de todos los cristianos, la institución más amplia y abierta en la que las demás instituciones y los diferentes grupos se pueden encontrar y fundirse en la comunidad cristiana general, edificada sobre los elementos comunes de los que todos se alimentan, anuncio de la Palabra, sacramentos, vida común y servicio a los pobres.

En la parroquia se vive en primer lugar lo común cristiano, por encima de diferencias y apellidos. Para vivir y trabajar en ella no es preciso apuntarse a nada más. No es preciso estar inscrito en ninguna asociación para ser cristiano en plenitud. Basta con ser miembro de la comunidad cristiana y vivir intensamente la vida cristiana común. El ideal sería que los cristianos comunes encontrasen en las instituciones comunes (parroquias, delegaciones diocesanas, etc.) las mismas ayudas y posibilidades que otros encuentran en sus asociaciones respectivas...

En la comunidad tiene que haber sitio para todos. Si hay que atender a la vez a la transmisión de la fe en las instituciones eclesiales, al anuncio del Evangelio a los alejados, y a la evangelización de la cultura haciéndonos presentes y actuantes en las instituciones civiles y seculares, la evangelización tiene que ser obra de muchos cristianos a la vez, movidos por el mismo espíritu, haciendo cada cual lo que le corresponde, en un proyecto común. En la evangelización todos somos necesarios, los sacerdotes y los religiosos, los cristianos comunes no asociados y los encuadrados en asociaciones especiales, con buena formación y objetivos específicos. La presencia de los cristianos en la vida pública, en las instituciones educativas, escuelas y universidades, en los medios de comunicación, en la vida económica y política, actuando secularmente con mentalidad y actitudes cristianas, es parte esencial de la evangelización...

En un planteamiento evangelizador de la Iglesia local, las parroquias tienen que ser la cabeza de puente de lo que se haga, el punto de partida y de llegada de toda acción evangelizadora, sea quien sea la persona o el grupo concreto que se encargue de cada actuación determinada" (SEBASTIÁN, F., Evangelizar, Encuentro, Madrid 2010, pp. 226-228).

La parroquia es la casa común, la primera comunidad de referencia. En ella habremos de encontrar lo necesario (en vida cristiana, en formación y en espiritualidad) para desarrollar nuestros carismas y talentos y salir reforzados a la vida pública y al apostolado. Será el ámbito de referencia en el que cada uno se siente respaldado y enviado a la vez.

Algunos miembros serán llamados y estarán capacitados para tareas en el interior de la comunidad cristiana: catequesis de distintos niveles, liturgia, cantos, cáritas, enfermos, administración, etc., acompañados del ministerio ordenado que garantiza la Comunión y es la Cabeza visible. Pero no todos tienen que insertarse en alguna actividad directamente eclesial, sino que sostenidos por la parroquia desarrollarán su vocación cristiana en apostolados en el mundo, en la presencia pública católica. Sólo que no lo vivirá aisladamente, ni de manera individual, sino enviado por la propia parroquia, en nombre de la propia comunidad, y así, eclesialmente, se situará en la política, en la educación, en las diferentes asociaciones civiles, etc.

Es una belleza la vida parroquial si la revitalizamos poco a poco, día a día, cada vez más.


5 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo: la parroquia es la comunidad cristiana básica de referencia presidida por el ministerio ordenado. Y sí, “las parroquias tienen que ser la cabeza de puente…” pero ¿Cómo?

    ¡Ay! aquí empiezan parte de los problemas: ”engloba carismas y servicios diversos”, “según su vocación”. Perdone, don Javier, pero cuánta tontería hay alrededor de todo esto, tontería que ha ido incrementándose desde mi infancia y “ya ha llovido bastante” ¿Lo he dicho ya muchas veces? Sí, pero lo he vivido en propia carne en mi anterior parroquia y por ello la abandoné porque no quería aparecer como uno de “los elegidos para actuar dentro de la comunidad” y la única solución era marcharse.

    No estoy diciendo nada nuevo, ya tuvo que intervenir Pablo hablando en 1 Corintios 12 sobre los dones espirituales, carta en la que, un prólogo (27-28), le lleva a hacerse preguntas (29-30) y a una conclusión (31). Sólo el amor de Dios y el amor a Dios salvará a las parroquias, amor del que habla Pablo a partir del 13.1; único amor del que podrá surgir el verdadero amor al hermano y no esa amistad simplemente humana.

    Muchos católicos confunden carisma, don, vocación con “hacer lo que le gusta” o incluso “lo que sea” sirva o no para ello y, además, se apropia a partir de ese momento de la función, siendo evidente el orgullo que le produce ser de los “elegidos”. En resumen somos una comunidad humana, tenemos los mismos riesgos de toda comunidad y no nos preocupamos (o no sabemos) ponerles remedio.

    Yo quiero a la parroquia, me siento feliz en mi parroquia actual, la miro “con mirada agradecida y afectuosa”; don Silvestre y don Óscar son dos buenos sacerdotes, participo sin ser de los “elegidos que actúan dentro de la parroquia", pero tampoco me engaño, detecto desde fuera que existen los mismos problemas que en la anterior parroquia aunque yo, gracias a Dios, ya no estoy en medio de ellos. Salvando las distancias, como digo en materia social y política, el problema es el sistema.

    De acuerdo, son grandes los retos y, de momento, no parece que hayamos encontrado respuestas claras y eficaces; y cierta es la secularización de la misma Iglesia ¡Cuánto daño nos hacen los católicos secularizados, sean sacerdotes o fieles!

    El mayor reto, a mi juicio es cómo llevar a cabo “acciones evangelizadoras hacia quienes o vienen poco o se han alejado…”. En estos supuestos luchamos contra la secularización que se ha convertido en endémica y culturalmente efectiva ¿Qué vamos a hacer? ¿Ir de casa en casa como los testigos de Jehová? ¿Posicionarlos en centros estratégicos de la ciudad para cantar canciones mediocres y narrar nuestro testimonio como ha hecho algún grupo católico? No será eficaz.

    “y todos pueden participar, la casa de todos los cristianos… los diferentes grupos se pueden encontrar y fundirse en la comunidad cristiana general…” ¡Ojála Eminencia fuera así pero no lo es. Resulta curioso y triste que muchos católicos en vez de identificarse como tales se identifiquen al presentarse o en una simple conversación por el grupo al que pertenecen como si esta pertenencia fuera la decisiva.

    “El ideal sería que los cristianos comunes encontrasen… las mismas ayudas y posibilidades que otros encuentran en sus asociaciones respectivas...” Esta frase no me gusta Eminencia, no la comparto porque no somos una asociación como cualquier otra.

    Señor Jesús, a quien María escuchaba y Marta servía, concédenos servirte siempre con fe y amor (de las preces de Laudes)

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    1. Julia María:

      Si no fuera vd., y no nos fuéramos conociendo ya tanto, hasta me enfadaría hoy (jejeje).

      Comenzamos por aclarar términos: no estoy describiendo lo que son las parroquias hoy, sino lo que deben ser y a lo que debemos tender.

      Lo de los carismas y dones significa cosas más normales que esas interpretaciones espiritualistas con las que cada uno "hace lo que le da la gana": me refiero a que cada cuál haga aquello para lo que el Señor lo llame y sea más capaz. Por ejemplo, y en otro ámbito, a mí me piden ser relaciones públicas y me da un síncope por inútil para esos ambientes y sonrisa "profidén".

      Lo otro es una argucia hipócrita para justificar los propios caprichos y dárselas de "carismáticos". En eso, totalmente de acuerdo con vos.

      Lo de los "elegidos", también de acuerdo: ¡¡me asquea!! Son los que van de "guays" y "comprometidos", pero no hay verdad en ellos. Más bien me refiero a que cada cual en su parroquia desarrolla su vocación y se ve respaldado en su vocación (padre de familia, fontanero y miembro de Cáritas; madre de familia, mil ocupaciones y maestra... y se acabó porque ni puede ni debe hacer más). Pues eso. Y seguro que así sí nos entendemos y estamos de acuerdo.

      Ya dije que no significa que todos tengan que hacer "algo" en la vida parroquial..., sino que la vida parroquial sirva que para todos vivan la vida cristiana plenamente allí donde el Señor los ha situado: ¡el mundo!, no las sacristías.

      También de acuerdo -¿por qué me llama Eminencia?, no paso de ser un vulgar vicario parroquial- en ese sentido en que algunos primero presentan su asociación o grupo como la gran y única referencia. Me parecen tontos, qué quiere que le diga...

      Y en aquello que me replica: Lo mismo que Asociaciones, grupos y Movimientos suelen tener un plan muy serio de formación para sus miembros, con tal de "fidelizarlos", las parroquias deberían ofrecer a todos sin exclusión programas amplios de formación catequética de adultos. A eso me refiero y sólo a eso.

      Un gran abrazo. ¿Seguimos discutiendo amigablemente?

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    2. No me asuste con el enfado que una es muy sensible... (risas) , respetuosa con el sacerdocio, y los amigos no se enfadan.

      Creí que Sebastián (el citado entre paréntesis) era el Cardenal, por eso utilizaba el término eminencia. A vd le llamo don Javier, Padre, querido amigo. Ahora que lo pienso, también podría llamarle Sr. Vicario parroquial (carcajada)

      Sabe de sobra que estoy de acuerdo con vd y que sabía lo que pretendía la entrada porque yo también ya le voy conociendo, pero hoy me tocaba actuar como "abogado del diablo" y hablar sobre lo que actualmente se da en las parroquias, sobre lo que no debe ser la parroquia; basta de encerrarse en ella y justificarse porque leo, pertenezco al coro... y todo ello con un incomprensible orgullo recubierto de falsa humildad ante la envidia de muchos otros que "no participan" .

      Pero, sobre todo, lo que más me preocupa y no encuentro solución por más que rezo y pienso: ¿Cómo convertir a los católicos light desde la parroquia? ¿Cómo convertir desde la parroquia a los que se han alejado? Y ¿Cómo convencer a los que pertenecen a un grupo que este puede ser un medio pero no un fin?

      Se defiende como opción la evangelización de persona a persona y sin desdeñar la opción, mi experiencia es que la cultura secularizada está siendo más eficaz que nosotros. Personalizo: en mi trabajo, todos mis compañeros saben que soy católica "ejerciente", podría decir que guardan un profundo respeto a mi forma de vida y de trabajo aunque a veces les sorprenda, pero yo no he logrado convertir a ninguno. Este verano, en mi casa de la playa he tenido dos conversaciones con chicos jóvenes que se declaran ateos o agnósticos y hemos coincidido en lo que les resta en su interior de los principios cristianos en los que se fundamentó nuestra sociedad antes de secularizarse, pero nada más. Esto me preocupa pues se está tendiendo y no sé si intencionadamente, establecer una religión laica que participa (cómo no, si son de sentido común) de principios cristianos. Me preocupa pues muchos de estos jóvenes consideran la conversión a la fe como innecesaria, puesto que a su manera de ver coincidimos en principios esenciales; lo único que no aceptan es lo fundamental: la existencia de un Dios personal que tomó la decisión de encarnarse para salvar al hombre pecador.

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    3. Julia María:

      Aclarado. Sí, el texto es del Cardenal Fernando Sebastián, pero -¡¡qué decepción!!- no se dirigía a mí con tal título de "eminencia". Pensé que era un guiño afectuoso suyo...

      Ha ejercido perfectamente de "abogado del diablo".

      ¿Cómo hacer que los "grupos" católicos se intengran en el Yo de la Católica, sin hacer prevalecer sus particularidades y vivir existencias paralelas? -Yo no lo sé. ¿Hacerles ver que son un medio y no un fin? -Yo sigo sin saberlo.

      En lo demás, de acuerdo, claro que sí, de acuerdo con lo que escribe.

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  2. Yo he sido muy reacia a participar dentro de una parroquia. Pero para sentirme Iglesia en tierras extrañas, acudí a ella donde he sido acogida y me han invitado a participar en el Ministerio de Liturgia como "proclamadora de la Palabra" así le dicen a los Lectores. Seguro que presenta muchas de las características de las cuales he huído, pero por ahora soy felíz sirviendo y creciendo en este metro cuadrado.

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