sábado, 28 de marzo de 2020

La envidia (Predicación de S. Basilio - y V)

El envidioso no puede por menos que disimular. 

Trata de ocultar su tristeza, que le reconcome; se pone un máscara ante la persona a la que envidia, pero, por detrás, realiza afirmaciones y comentarios despectivos.


En su máscara de hipocresía, intenta ante los demás, con buenas palabras, menospreciar, despreciar, hacer de menos a aquel a quien envidia.

No sabe destacar nada bueno, ni valorar lo que tiene, sino que debe empozoñarlo todo con alguna frase hiriente, pero educada; mordaz, pero revestida de buenas intenciones. "Es una lástima que...", "si no fuera por...", "yo lo aprecio mucho, pero..."






           " n. 6. ¿No ves el gran mal que supone la hipocresía? Ella es fruto de la envidia. Entre los hombres la doblez del carácter nace sobre todo por la envidia, cuando, teniendo odio en lo profundo del alma, [las personas] muestran una falsa apariencia de caridad; como los escollos del mar, que, ocultos en aguas poco profundas, ocasionan un mal imprevisto a los poco cautos.
  
          Por consiguiente, si también para nosotros la muerte mana de ahí como de una fuente: la pérdida de bienes, el alejamiento de Dios, la trasgresión de los mandamientos y la ruina de todas las bondades de la vida al mismo tiempo, obedezcamos al Apóstol y no seamos ambiciosos, provocándonos, envidiándonos unos a otros, sino mejor es que seamos benignos, entrañables, perdonándonos mutuamente como también Dios nos perdonó en Cristo Jesús".

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