jueves, 13 de octubre de 2016

El salmo 131



                “El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella”. He aquí que nos encontramos con un nuevo tipo de salmo y con unas nuevas categorías para interpretarlo. Es el salmo 131. Un salmo de los que se puede llamar históricos, porque narra acontecimientos de la historia, como es en este caso, la elección que Dios hace de Jerusalén como su ciudad santa, como la ciudad, la capital, donde el rey David pone su trono, donde está al arca y donde está el Templo. Toda la presencia de Dios se condensa en la ciudad santa de Jerusalén; santa por la presencia del Señor, santa por la elección que el Señor hizo de la ciudad de Jerusalén.


              Veamos completo este salmo:



Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
                                  no niegues audiencia a tu Ungido.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan,
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
                                  sobre él brillará mi diadema.»

                 Para interpretar este salmo nos será mucho más fácil y mucho más llevadero utilizar las imágenes clásicas. Los Padres de la Iglesia interpretan muchos pasajes de la Escritura traduciendo Jerusalén o Sión –Sión es el monte donde está Jerusalén por lo que es lo mismo decir Jerusalén que Sión- lo interpretan sustituyendo la palabra “Jerusalén” por la palabra “María”, la Virgen, o sustituyendo la palabra “Jerusalén” por la nueva Jerusalén que es la Iglesia.


                Por tanto,  ¿qué hemos repetido como antífona en el salmo responsorial? “El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella”; es decir, que el Señor ha elegido a la Virgen María y ha deseado vivir en ella. Está cantando la elección de María.  María, la Puerta santa, el Templo Santo, el Arca de la nueva Alianza que interpreta las letanías lauretanas, por la cual el Verbo de Dios toma nuestra carne y entra en la historia. El Señor ha elegido a María, ha deseado vivir en ella.

¿Qué hemos dicho? “El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella”. El Señor ha elegido a la Iglesia y ha deseado vivir en ella. El Señor está en la Iglesia, y en la Iglesia el Señor Jesucristo está presente. No dice el salmo que el Señor ha elegido la talla del Crucificado, y habita en el Crucificado, porque el Crucificado es una imagen venerable, pero no es la presencia real de Cristo; no dice que el Señor ha elegido quedarse en el cielo y que cada uno se entienda con Dios rezándole por la noche y eso ya es fe. ¿Qué dice el salmo? “El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella”

 La presencia del Señor en la Iglesia. La Iglesia continúa como un  misterio de la Encarnación y prolonga en la historia, en el tiempo, en la cultura, en la vida de los hombres, la presencia misma de Cristo Resucitado. Lo prolonga en los sacramentos, que son signos eficaces de la gracia, donde se nos da Cristo, especialmente el gran sacramento, el sacramento de la Eucaristía prolongada en el sagrario y en la custodia; se prolonga en la Palabra; se prolonga en los ministros ordenados que somos los pastores de la Iglesia por el sacerdocio ministerial, distinto en modo y grado del sacerdocio bautismal de todos los fieles; el Señor está presente en la Iglesia,  porque “donde dos o tres se reúnen” allí está el Señor en medio de ellos; y porque cada uno de nosotros, por nuestra santidad de vida, que eso sí es común para todos, estamos llamados a ser imagen de Cristo para el mundo, el rostro de Cristo. “El Señor ha elegido” a la Iglesia, “ha deseado vivir en ella”.

Así este salmo, con estas dos claves,  se explica él solo.  

“El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará”. ¿Qué le ha prometido a David? “A uno de tu linaje pondré sobre tu trono”. ¿A quién se refiere? ¿A Salomón? En sentido literal, histórico, que es el primer nivel de interpretación, se refería a Salomón, el hijo de David, que acabó contaminándose de idolatría. ¿En quién se cumple? En Cristo. 

Cristo es, lo dice en un pasaje muy complicado del Evangelio, hijo y Señor de David, al mismo tiempo. Se cumple en Cristo, que es el que se sienta en el verdadero trono de David, el trono del cielo, el trono de la Majestad. “Jesús, Hijo de David”. Releed las genealogías que están en el inicio del Evangelio de San Mateo y de San Lucas y ambas entroncan en David para demostrar que Cristo es del linaje de David, que las promesas se cumplen en Cristo.

“Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño también sus hijos por siempre se sentarán sobre tu trono”. Se sigue refiriendo a la descendencia según la carne de David. “Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: “Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré porque la deseo””. El Señor desea con amor a la Virgen María, el Señor desea con amor a la Iglesia por la cual murió en el árbol de la cruz.

“Haré germinar el vigor de David”. Esto es, el que le suceda será mucho más grande que David. Si David unificó las doce tribus de Israel en un solo pueblo, Cristo, por medio de los doce apóstoles, las doce nuevas tribus de Israel, hará un reino nuevo, unificado en torno a Jesucristo Rey, el Reino de Dios. “Haré germinar el vigor de David”, será más grande que el mismo David. 

“A sus enemigos los vestiré de ignominia”, los enemigos de Cristo, el demonio, el pecado y la muerte. “Sobre él brillará mi diadema”. “Lo vemos coronado” dice la carta a los Hebreos sobre Jesús, de “gloria y esplendor”, el Señor está revestido de gloria por su santa resurrección. Más grande que David, en Él se cumplen las promesas.
 
Demos gracias a Dios, porque “el Señor ha elegido a Sión”, la Virgen María, la Iglesia; y “ha deseado vivir en ella”; demos gracias a Dios porque Cristo no está tan lejos ni está tan mudo como nosotros pensamos; lo tenemos cerca, lo tenemos en medio de la Iglesia.

2 comentarios:

  1. - Demos gracias a Dios, porque “el Señor ha elegido a Sión”, la Virgen María, la Iglesia; y “ha deseado vivir en ella”; demos gracias a Dios porque Cristo no está tan lejos ni está tan mudo como nosotros pensamos; lo tenemos cerca, lo tenemos en medio de la Iglesia.-

    ¡¡Bellísimo!!

    El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz (de las antífonas de Laudes).

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    1. Gracias Julia María.

      Estas eran homilías mías, grabadas y luego transcritas, hace ya años. Así enseñaba yo en una parroquia cómo interpretar los salmos...

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