Hará tiempo ya dejaron en el blog una pregunta, al hilo de los "deseos".
Es que a veces, los deseos santos de apostolado se pueden confundir con caprichos e impulsos, necesidad de notoriedad, o activismo realizado con la mejor voluntad. ¿Por dónde nos lleva el Señor? ¿Es capricho? ¿Es deseo santo? ¿Viene esto de Dios? ¿O es un impulso pasajero que no viene del Señor?
Preguntaban:
"hace tiempo que me hago preguntas sobre mis apostolados, ¿por qué los hago? He tratado de no esperar consolaciones de Dios, pues debo servir sin esperar nada a cambio. Pero se que cuando Dios me las envía es por que ve la necesidad.
D. Javier estas lineas "apostolados, compromisos pastorales que pueden realizarse no libremente" me han puesto a pensar. En ocasiones me ha tocado decir: No, no puedo. Y ante la frase "Es Dios quien llama" a veces he sentido que manipulan. Podría usted orientarme un poco.He querido pasar desapercibida muchas veces, pues creo que este momento lo necesito. Solo cuando estoy en un retiro de silencio, sirviendo desde el silencio es cuando me siento mejor. Peo cuando me piden hablar, dialogar, entablar amistad con personas en un retiro, es un servicio muy cuesta arriba.¿ Cómo puedo poner en orden mis deseos, para que sean los deseos de Dios Padre?"
Partiendo de esta pregunta, veamos algunos puntos.
1. Los deseos de Dios en el alma se identifican por el ímpetu, la duración (si es pasajero, es capricho de la voluntad) y por la paz que dejan (porque se vive en paz ya que sabemos que si es de Dios, Él los realiza):
a) ímpetu: es un impulso interior como fuego que no cesa. No es voluntario, es más, nos gustaría en ocasiones que desapareciera, pero aparece siempre y sobre todo en la oración personal. Es un primer signo de que Dios está indicando algo.
b) Duración: lo que es de Dios ni cesa ni se apaga. Los caprichos, aunque pueden ser impetuosos, se apagan cuando pasa un tiempo y surgen nuevos caprichos. La duración en el tiempo es un segundo signo del Señor.
c) La paz: los caprichos no dejan en paz, sino que crean ansiedad para lograr su objeto; cuando algo es de Dios, siempre hay una gran paz: se aguarda a que el Señor realice ese deseo santo y cree las ocasiones, los momentos oportunos.
Sabiendo esto, pasamos al orden práctico de los apostolados.
2. Lo que es de Dios es la santificación en lo ordinario, en lo cotidiano:
2. Lo que es de Dios es la santificación en lo ordinario, en lo cotidiano:
* matrimonio e hijos
* el ejercicio de la profesión.
Estando esto bien vivido y realizado, el Señor, por muchos medios nos puede sugerir apostolados concretos, tareas apostólicas, mientras no lesionen la santificación en el matrimonio ni la santificación en el trabajo. Hay personas que, no por Dios sino por protagonismo o por huir de su realidad, buscan apostolados que los entretengan, que les rellenen el tiempo, mientras el marido o la esposa están solos a todas horas. Se engañan: se creen muy apostólicos, muy comprometidos, muy entregados, y lo que están haciendo es huir del orden cotidiano de santificación, escapar de su realidad que no les parece satifactoria ni plena. Aquí hay que hilar muy fino para descubrir esta trampa.
Combinando todo esto y siendo realistas -con discernimiento- en las posibilidades personales, uno se lanza a otras tareas. Posibilidades personales: a quien sufre vértigo, no se le puede decir "el Señor te pide" que subas al campanario y lo limpies; a quien tiene alergia al polen, no se le puede pedir que se encargue de arreglar las flores... Uno debe ser consciente de sus posibilidades y de sus límites (sin engañarse para no comprometerse, ni subestimarse cuando su realidad es más rica) y discernir contando con el humanum de cada uno.
3. Pero en todo hay que buscar que no se dañe la relación íntima, cordial y afectiva con Cristo. Algunos buscan apostolados DE Cristo pero sin estar CON Cristo. San Bernardo, en el De consideratione, aconseja que seamos conchas y no veneros, conchas que retienen el agua del Espíritu y desbordan a los demás, y no veneros que todo lo que se recibe de Dios se va hacia otros y nos quedamos siempre vacíos.
Hay límites, claro que sí: que no se nos robe la paz profunda del alma generando siempre violencia interior, y que no reste capacidad ni tiempo para la oración personalísima con Cristo. Lo otro será activismo derivado de diversas causas. ¿Cómo puede haber apostolados y compromisos todos los días, tarde y noche, y nunca se celebre la Misa diaria y nunca haya tiempo para la oración personal? ¡Difícilmente eso puede vernir de Dios!
4. Un signo más: la libertad. Si nos quitan, o debemos dejar un apostolado, no tomarlo nunca como si fuera "mío", sino del Señor, con gran desprendimiento. Entonces no nos buscaremos a nosotros mismos, sino al Señor. Curioso: a quien le gusta, por ejemplo, ser lector para que se le vea en el ambón, no le pidas que simplemente reparta unas fotocopias porque hace falta... y se le diga que ya hay lectores para esa liturgia: ¡se le puede cambiar la cara! O tantos otros ejemplos. Es la "indiferencia a todo lo creado" que marcaba san Ignacio en los Ejercicios como condición para elegir. ¡Libres! Porque si no es así, el apostolado y el compromiso pasan a ser un coto cerrado, privado y exclusivo, perdiendo la dimensión eclesial y la encomienda del Señor.
5. Por último, el apostolado ni es activismo ni es protagonismo. Activismo en la medida en que queremos servir a muchos señores a la vez y andamos divididos sin hacer nada bien, sin hacer nada bueno, descentrados y llegando tarde a todo (¡ay, la puntualidad que es una parte de la caridad!). Es imposible estar -por ejemplo- en el coro parroquial, dando catequesis, visitando enfermos, participar en dos o tres asociaciones distintas de espiritualidad y formación (Movimientos, grupos) y querer seguir vinculado a dos parroquias a la vez. ¡Imposible! Se vive con el deseo de "cumplir" con todos identificando el propio protagonismo de ser el perejil en todas las salsas con el apostolado en el nombre del Señor.; protagonismo, además, que es excluyente: no admite más personas, otras personas, compartir tareas, aunque verbalmente se afirme que "nadie se compromete", "lo hago porque no hay nadie..."
Hay que centrarse más, para no ser, como en el Evangelio, el hombre que empezó a construir una torre sin calcular sus recursos y no logró acabarla.
Creo que son elementos válidos y suficientes para un discernimiento sobre el apostolado y los deseos.
Acabo con una advertencia. En ocasiones somos frívolos al decirle a alguien que "el Señor te pide que hagas", o "Dios es el que te llama", porque es una forma de presionar que no responde generalmente a la verdad. Cuando tengamos que pedir a alguien un apostolado o un compromiso concreto, primero y sobre todo hay que rezar, ponerse ante Dios para ver la necesidad, suplicar que nos haga ver qué persona lo podría realizar; después, cuando se piensa en alguien, volverlo a encomendar al Señor y rezar por esa persona. Y sólo entonces proponérselo con mucha humildad ("he visto que esto es del Señor") y ofrecerlo sin imponer, respetando la libertad de la persona.
Qué dificil es ser un buen cristiano !!! Qué hacer cuando uno siente que Jesús te llama para algún apostolado,pastoral, o eso creo yo, pero tu familia no te apoya, no te anima. Siempre que la familia esté bien atendida, no sólo de comida, limpieza ... también anímicamente, moralmente, presencialmente ... ¿Qué hay que hacer, seguir aunque cueste alguna que otra peleilla, o dejarlo esperando que otra época sea mejor? ¿Qué es primero la obligación o la devoción?
ResponderEliminarSer buen cristiano es difícil y Cristo jamás lo ocultó: habló del sendero estrecho, de la puerta estrecha.
EliminarObligación y devoción no pueden ser contrapuestas como normalmente hacemos diciendo que "primero la obligación, luego la devoción", porque la devoción, en lo que se refiere a las cosas de Dios, no puede consistir en darle migajas de nuestro tiempo, como si no fuera necesario.
Si las obligaciones familiares están más que cubiertas y atendidas, como ejercicio ordinario de santificación, nada se opone a algún apostolado. Si la familia se opone... "el hijo contra el padre, la hija contra la madre..." que dice el Señor. Habrá peleas, comentarios hirientes, pero el apostolado es un deber como otros que nace del propio Bautismo.
Ánimo y adelante!!
(PD. Le ruego la próxima vez que en lugar de "Anónimo", ponga un nombre o un psedónimo: siempre es más fácil para comunicarnos).
Lo que me ha ayudado darme cuenta de mi orgullo y mi soberbia...han hecho que crea tantas veces que esos "impetus" venian siempre del Señor y no ha sido siempre asi.....el desprendimiento diario me hace entrar en la Paz que mi alma necesita para respirar...he encontrado un tesoro con saber que cuando me busco --me pierdo...y cuando me dejo encontrar por El....entro en la felicidad...la Cruz se me ha iluminado al ver Gloriosa mi debilidad y mis miserias...todo lo hace El y ahora voy dejandolo hacer en mi mas claramente......cuanto sufrimiento hasta ver esto tan clarito..gracias a la oracion constante y la mesura en mis acciones y pensamientos.....la templanza que importante es verdad? un abrazo...sigo aprendiendo mucho con usted padre....
ResponderEliminar¡Ay!, sí que es importante la templanza... o mejor, todas las virtudes morales: justicia, prudencia, fortaleza y templanza, combinadas entre sí.
EliminarLos ímpetus y arrebatos que a veces nos dan tienen que ser discernidos para ver qué quiere el Señor y por dónde nos conduce Él. Así no identificaremos nuestros impulsos-caprichos con la voluntad del Señor.
Muy interesante lo que nos presenta hoy aquí Padre Javier, para mí voy descubriendo la paz en la que puedo estar cuando cumplo la voluntad de Dios. Muchas veces el deseo de protagonismo, es verdad como dice puede estar presente, pero desarrollando la virtud de la humildad, de la que tantas veces nos ha hablado en este blog puede ayudarnos mucho. Y sobre todo en los grupos de apostolados "el amor" con el que actuemos en él será la medida en la que seremos examinados. Muchas, muchas gracias.
ResponderEliminarEl protagonismo es un gran enemigo de todo apostolado, lo destruye. Y generalmente se percibe muy pronto: hay una inmensa diferencia entre el celo apostólico y el protagonismo. El celo apostólico busca trabajar por el Señor, ya sea en un servicio visible y reconocido por todos, ya sea en lo más oculto y discreto. El protagonismo, si no es aplaudido por los demás, reconocido como un "católico muy comprometido", abandona pronto o elimina a los que le puedan hacer sombra.
EliminarExcelente, Padre Javier. Toda una lección magistral, para mi de gran ayuda. El discernimiento es una cosa complicada para mi. Es posible que para todos. Muchas gracias, DIOS le bendiga.
ResponderEliminarGracias, Antonio.
EliminarDiscernir siempre es complicado: requiere tiempo, no de un momento a otro, y además requiere oración y leer los signos que Dios va poniendo en la vida concreta.
Busquemos en todo la voluntad del Señor, sintiéndola internamente y enteramente reconociéndola, que diría san Ignacio de Loyola.
De casualidad lo he leido y me ha venido como anillo al dedo , ¿cuántas veces me he hecho esta pregunta?.Bien clarito queda todo ,pero a la vez que dificil,quizas me haga falta mas oración !!!
ResponderEliminarNo sé su caso particular, Anónimo, pero siempre es la oración la criba de los deseos y el discernimiento se produce en oración, comparando, leyendo, viendo, los signos que el Señor nos ofrece.
EliminarGracias por su comentario.
Le rogaría que, las próximas veces, firme con su nombre o con un pseudónimo para identificarnos todos más facilmente.
Un saludo cordial
Pdre javier, Hoy de casualidad entre en su pagina despues de un retiro Eucaristico este fin de semana. Le quiero dar las gracias por que he encontrado respuestas a varias preguntas e inquietudes que yo tenia acerca de como ser un buen servidor para el Señor. Muchas gracias y que Dios lo bendiga en grande!
ResponderEliminarJuan
Juan:
EliminarPrimero y ante todo, darle la bienvenida. Si sigue aquí, con nosotros, verá que más que un blog, esto se ha ido convirtiendo en una comunidad católica virtual con el compromiso de rezar cotidianamente unos por otros.
Me alegra que aquí haya hallado luz. Es lo que se pretende, desde luego.
Reciba un cordial abrazo.