domingo, 19 de agosto de 2012

Dimensión mariana de la Iglesia

La Iglesia encuentra en María su espejo más claro; se mira en la Virgen y descubre su origen, su vocación, su misión hoy y su destino celestial. Ya el Concilio Vaticano II, en su capítulo VIII de la constitución Lumen Gentium, afirmaba que María es tipo y figura de la Iglesia, y en la Constitución Sacrosanctum Concilium señala: "en Ella, la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la Redención y la contempla gozosamente, como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser" (n. 103).


Relación, pues, íntima, no meramente devocional (como "la Virgen lo puede todo", "mejor rezarle a la Virgen que rezar a Cristo", celebrar fiestas y memorias devocionales por encima del calendario litúrgico porque "el Señor no se enfada porque es su Madre"... y expresiones semejantes).

Lo mariano en la Iglesia implica reconocer en la Iglesia a una Persona, a un Tú con el que Cristo habla, y no una mera agregación de personas, un régimen asambleario, un colectivo anónimo de "seguidores de Jesús", un grupo de gente que se encuentra a gusto entre ellos... La Iglesia es el Tú de Jesucristo, su Compañera, su Esposa, la nueva Eva del verdadero Adán. Maravillosa conclusión, teológica y espiritual a la par, la que ofrece Ratzinger:

"La constitución sobre la Iglesia termina con el capítulo que nos habla sobre la Madre de Dios. La cuestión de si se le debía dedicar un texto propio fue, como es sabido, objeto de un amplio debate. Pienso que, en todo caso, se acertó al introducir directamente el elemento mariano en la doctrina sobre la Iglesia. Con ello se pone de manifiesto, una vez más, el punto del que hemos partido: la Iglesia no es aparato, no es mera institución, ni es tampoco una de tantas entidades sociológicas. La Iglesia es persona. Ella es una mujer. Es madre. Es viviente. La comprensión mariana de la Iglesia representa el más decidido rechazo de un concepto de Iglesia meramente organizativo y burocrátco. A la Iglesia no podemos nosotros hacerla. Debemos ser Iglesia. Y sólo en la medida en que la fe, más allá de nuestro hacer, forje nuestro ser, somos Iglesia, está en nosotros la Iglesia. Únicamente en el ser mariano nos hacemos Iglesia. Tampoco en el origen fue hecha la Iglesia, sino engendrada. Ella fue engendrada cuando en el alma de María se despertó el Fiat". 
El párrafo -realmente magistral, para releerlo varias veces- culmina con una afirmación aún más sorprendente. Identificado plenamente con la doctrina del Concilio Vaticano II ya que es Magisterio de la Iglesia, Ratzinger subraya cómo el deseo del Concilio es que la Iglesia despierte en nuestras almas, retomando una frase de Guardini, y cómo para ello María señala el camino:

"Esta es la más profunda voluntad del Concilio: que la Iglesia despierte en nuestras almas. María nos muestra el camino" (Iglesia, ecumenismo y política, pp. 24-25).
Celebrar, considerar y pensar a María es entrar entonces en el misterio mismo de la Iglesia de la que somos miembros.

Siguiendo con los pasos que hemos ido dando en estas catequesis sobre lo mariano de la Iglesia, nos queda por oír y degustar la eucología. Los textos litúrgicos con los que la Iglesia reza son siempre un "material" de primer orden para la espiritualidad y para la teología (¡y cómo se empobrece ésta cuando ignora la liturgia y la entienda sólo como ceremonias bellas, estéticas y recargadas!).

La Misa "La virgen María, imagen y madre de la Iglesia III", de la Colección de Misas de la Bienaventurada Virgen María es realmente significativa, y vamos a ceñirnos sólo a ella, si bien se podrían traer otros textos a colación.

En la oración colecta, María es presentada como el icono ideal de la Iglesia que camina a la santidad y al Reino que ya María goza en plenitud. La Virgen es, pues, el espejo:

"Oh Dios, por tu poder y tu bondad la Virgen María, fruto excelso de la Redención,
brilla como imagen purísima de la Iglesia.
concede a este pueblo tuyo que peregrina en la tierra que, fijos sus ojos en ella,
siga fielmente a Cristo
hasta que llegue a aquella plenitud de gloria
que ya contempla con gozo en Santa María" (OC).
Y el prefacio pone en relación el ser de María con el ser de la Iglesia. María es virgen, madre, esposa y reina, pero a imagen de María, la Iglesia es virgen, es madre también, es esposa y será reina.

"Porque has dado a tu Iglesia como imagen purísima de la entrega materna y de la gloria futura
a la bienaventurada Virgen María.

Ella es la virgen que resplandece por la integridad de su fe;

la esposa, unida a Cristo con el vínculo indisoluble del amor
y asociada a su pasión;

la madre, fecunda por la acción del Espíritu Santo
y solícita por el bien de todos los hombres;

y la reina, adornada con las joyas de las mejores virtudes,
vestida de sol, coronada de estrellas,
partícipe para siempre de la gloria de su Señor".

Así queda la perspectiva mariana de la Iglesia, en su ser más profundo y así hemos de comprender lo mariano en la Iglesia.

7 comentarios:

  1. Me gusta mucho ésto:

    Y sólo en la medida en que la fe, más allá de nuestro hacer, forje nuestro ser, somos Iglesia, está en nosotros la Iglesia.

    Frase a tener en cuenta ante el próximo año de la fe.

    Creo que hay un déficit de María en mi vida y por eso no salgo nunca del mismo sitio.
    Pero al leer que ella es "el fruto más espléndido de la Redención" la imaginaba también como la mayor obra de arte de la Gracia y me admiraba entonces por su vida tan oculta. Pensaba que en ella también se cumplió eso de que "nuestra vida está escondida con Cristo en Dios"

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    1. Muy bien traída la cita bíblica de Colosenses: en ella se cumplió que su vida estaba escondida con Cristo en Dios. Efectivamente, es la mayor obra de arte de la Gracia, por eso es la Toda Hermosa, tota Pulchra es Maria!, la máxima Belleza.

      Pero esa Belleza de la Virgen es anticipo, prenda y figura, de la Belleza de la Esposa-Iglesia (Cf. Ef 5). María e Iglesia van unidas en relaciones íntimas en el orden del ser.

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  2. Otra particularidad Mariana en este mes, se me han presentado varias cositas marianas que no se interpretarlas o tal vez no habría que darles ninguna interpretación.Pero sobre este tema mariano ayer mismo me preguntaban sobre la presencia de La Virgen María en la Iglesía, soy mas cristocéntrica que mariana, y solo hasta hace poco es que la Virgen ha tomado un poco mas de mi atención, no se por qué. Asistí hace poco a una charla donde hablaban de las apariciones de Medjugorje y escuchaba con atención a la persona que nos hablaba y como mostraba su amor incondicional y devoción mariana. Algo impresionante. Me será muy útil esta entrada para darla a conocer a la persona que me preguntó. LLevo el nombre de una advocación mariana, pero no lo usaba hasta que comprendí su significado y por qué lo llevaba. Creo que la Virgen quiere llamar mi atención. Espero estar atenta y tomarla como modelo mas detenidamente.

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    1. Ser realmente cristocéntrico incluye ser mariano, pero sin un hiperdevocionalismo. La Virgen María está dentro del misterio de Cristo y del misterio de la Iglesia.

      La mirada a la Virgen María debe ser una mirada teológica, contemplando también en ella la vida entera de la Iglesia y su vocación última.

      Un abrazo, amigo venezolana!!!

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  3. Padre, me parece excelente su escrito. Un "collage" hermoso, claro y coherente. Es más, parece hasta fácil acercarse a la profundidad que conlleva la figura de Maria. Yo tiendo a creer que yo podré alcanzar toda esa hondura si DIOS tiene a bien tener misericordia de mi y me lleva a su lado. Muchas gracias, DIOS le bendiga

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    1. Me alegro de sus palabras, porque entonces parece que esta catequesis, que es profundamente teológica, habrá alcanzado un buen fruto.

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  4. Padre, he de confesarle que a veces he de leer varias veces el texto para comprenderlo. Pero el esfuerzo siempre merece la pena, pero es claro que no es mérito mío, usted me es de gran ayuda. DIOS le bendiga, Padre

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