jueves, 3 de mayo de 2012

¡Estad alegres! -la alegría pascual

Es propio del cristiano vivir la alegría, siempre fruto y don del Espíritu Santo, gozando de la insonsable alegría del Señor resucitado.


Multitud de veces, a lo largo del tiempo pascual, en las oraciones colectas o en las preces de Laudes y Vísperas, hacemos mención de la alegría, la suplicamos, deseamos gozar de la alegría eterna que ya hemos empezado a pregustar en la tierra.

Es una alegría nueva, indecible, posee otro sabor, otro tono, que las alegrías mundanas. Vamos a dejarnos catequizar ahora para comprender y vivir la alegría.

Siguiendo la estela de una desconocida exhortación apostólica de Pablo VI, la "Gaudete in Domino", el papa Benedicto XVI ha dirigido el Mensaje para la Jornada mundial de la juventud-2012 centrado en la alegría cristiana.

¡Estemos alegres en el Señor!, porque Él está vivo, presente, glorioso, caminando a nuestro lado, tocando la vida, transformando nuestra existencia.


"Queridos jóvenes:

Me alegro de dirigirme de nuevo a vosotros con ocasión de la XXVII Jornada Mundial de la Juventud. El recuerdo del encuentro de Madrid el pasado mes de agosto sigue muy presente en mi corazón. Ha sido un momento extraordinario de gracia, durante el cual el Señor ha bendecido a los jóvenes allí presentes, venidos del mundo entero. Doy gracias a Dios por los muchos frutos que ha suscitado en aquellas jornadas y que en el futuro seguirán multiplicándose entre los jóvenes y las comunidades a las que pertenecen. Ahora nos estamos dirigiendo ya hacia la próxima cita en Río de Janeiro en el año 2013, que tendrá como tema «¡Id y haced discípulos a todos los pueblos!» (cf. Mt 28,19).

Este año, el tema de la Jornada Mundial de la Juventud nos lo da la exhortación de la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses: «¡Alegraos siempre en el Señor!» (4,4). En efecto, la alegría es un elemento central de la experiencia cristiana. También experimentamos en cada Jornada Mundial de la Juventud una alegría intensa, la alegría de la comunión, la alegría de ser cristianos, la alegría de la fe. Esta es una de las características de estos encuentros. Vemos la fuerza atrayente que ella tiene: en un mundo marcado a menudo por la tristeza y la inquietud, la alegría es un testimonio importante de la belleza y fiabilidad de la fe cristiana.

La Iglesia tiene la vocación de llevar la alegría al mundo, una alegría auténtica y duradera, aquella que los ángeles anunciaron a los pastores de Belén en la noche del nacimiento de Jesús (cf. Lc 2,10). Dios no sólo ha hablado, no sólo ha cumplido signos prodigiosos en la historia de la humanidad, sino que se ha hecho tan cercano que ha llegado a hacerse uno de nosotros, recorriendo las etapas de la vida entera del hombre. En el difícil contexto actual, muchos jóvenes en vuestro entorno tienen una inmensa necesidad de sentir que el mensaje cristiano es un mensaje de alegría y esperanza. Quisiera reflexionar ahora con vosotros sobre esta alegría, sobre los caminos para encontrarla, para que podáis vivirla cada vez con mayor profundidad y ser mensajeros de ella entre los que os rodean.

1. Nuestro corazón está hecho para la alegría

La aspiración a la alegría está grabada en lo más íntimo del ser humano. Más allá de las satisfacciones inmediatas y pasajeras, nuestro corazón busca la alegría profunda, plena y perdurable, que pueda dar «sabor» a la existencia. Y esto vale sobre todo para vosotros, porque la juventud es un período de un continuo descubrimiento de la vida, del mundo, de los demás y de sí mismo. Es un tiempo de apertura hacia el futuro, donde se manifiestan los grandes deseos de felicidad, de amistad, del compartir y de verdad; donde uno es impulsado por ideales y se conciben proyectos.

Cada día el Señor nos ofrece tantas alegrías sencillas: la alegría de vivir, la alegría ante la belleza de la naturaleza, la alegría de un trabajo bien hecho, la alegría del servicio, la alegría del amor sincero y puro. Y si miramos con atención, existen tantos motivos para la alegría: los hermosos momentos de la vida familiar, la amistad compartida, el descubrimiento de las propias capacidades personales y la consecución de buenos resultados, el aprecio que otros nos tienen, la posibilidad de expresarse y sentirse comprendidos, la sensación de ser útiles para el prójimo. Y, además, la adquisición de nuevos conocimientos mediante los estudios, el descubrimiento de nuevas dimensiones a través de viajes y encuentros, la posibilidad de hacer proyectos para el futuro. También pueden producir en nosotros una verdadera alegría la experiencia de leer una obra literaria, de admirar una obra maestra del arte, de escuchar e interpretar la música o ver una película.

Pero cada día hay tantas dificultades con las que nos encontramos en nuestro corazón, tenemos tantas preocupaciones por el futuro, que nos podemos preguntar si la alegría plena y duradera a la cual aspiramos no es quizá una ilusión y una huída de la realidad. Hay muchos jóvenes que se preguntan: ¿es verdaderamente posible hoy en día la alegría plena? Esta búsqueda sigue varios caminos, algunos de los cuales se manifiestan como erróneos, o por lo menos peligrosos. Pero, ¿cómo podemos distinguir las alegrías verdaderamente duraderas de los placeres inmediatos y engañosos? ¿Cómo podemos encontrar en la vida la verdadera alegría, aquella que dura y no nos abandona ni en los momentos más difíciles?"

11 comentarios:

  1. Desde Sevilla03 mayo, 2012 09:46

    Y para responder tenemos el testimonio de los santos:
    El mismo fray Leonardo refirió allí mismo que cierto día el bienaventurado Francisco, en Santa María, llamó a fray León y le dijo: «Hermano León, escribe». El cual respondió: «Heme aquí preparado». Escribe –dijo– cuál es la verdadera alegría. Viene un mensajero y dice que todos los maestros de París han ingresado en la Orden. Escribe: No es la verdadera alegría. Y que también, todos los prelados ultramontanos, arzobispos y obispos; y que también, el rey de Francia y el rey de Inglaterra. Escribe: No es la verdadera alegría. También, que mis frailes se fueron a los infieles y los convirtieron a todos a la fe; también, que tengo tanta gracia de Dios que sano a los enfermos y hago muchos milagros: Te digo que en todas estas cosas no está la verdadera alegría. Pero ¿cuál es la verdadera alegría? Vuelvo a Perusa y en una noche profunda llegó acá, y es el tiempo de un invierno de lodos y tan frío, que se forman canelones del agua fría congelada en las extremidades de la túnica, y hieren continuamente las piernas, y mana sangre de tales heridas. Y todo envuelto en lodo y frío y hielo, llego a la puerta, y, después de haber golpeado y llamado por largo tiempo, viene el hermano y pregunta: ¿Quién es? Yo respondo: El hermano Francisco. Y él dice: Vete; no es hora decente de andar de camino; no entrarás. E insistiendo yo de nuevo, me responde: Vete, tú eres un simple y un ignorante; ya no vienes con nosotros; nosotros somos tantos y tales, que no te necesitamos. Y yo de nuevo estoy de pie en la puerta y digo: Por amor de Dios recogedme esta noche. Y él responde: No lo haré. Vete al lugar de los Crucíferos y pide allí. Te digo que si hubiere tenido paciencia y no me hubiere alterado, que en esto está la verdadera alegría y la verdadera virtud y la salvación del alma.»

    Porque la verdadera alegría es vivir unidos a Jesucristo: Nuestra salvación, Señor, es quererte y amarte...

    Gracias don Javier por traer este mensaje del santo Padre.

    Feliz y alegre día.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde Sevilla:

      De verdad, no me tiene que dar las gracias.

      La verdadera alegría es vivir unidos a Jesucristo; sí, así, ¡unidos a Él! Lo que no quita que la cruz es pesada y que la alegría de la cruz es una alegría suave, muy interior... Es como la sonrisa de un enfermo, agradable, cuando le acarician la mano.

      Un gran abrazo!!!! Y que el Señor le dé alegría a vd. y a los suyos (que también son un poquito míos por la oración)

      Eliminar
  2. La alegría no sólo es una virtud sino también una terrible pasión, y los desbarajustes que acontecen en la existencia del hombre se cometen a veces por culpa de una alegría mal entendida. “En eso, queridos amigos, es en lo que consiste la verdadera alegría: es sentir que nuestra existencia personal y comunitaria es visitada y colmada por un gran misterio, el misterio del amor de Dios. Para alegrarnos, necesitamos no sólo cosas, sino amor y verdad: necesitamos a un Dios cercano, que calienta nuestro corazón, y responde a nuestros anhelos más profundos" (Intervención del Santo Padre con motivo del rezo del Ángelus: "La verdadera alegría, sentirse amado por el Señor").

    ¡Qué Dios les bendiga!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pero aquí, siempre, hablamos de la alegría verdadera y bien entendida; lo otro en el fondo ni siquiera es alegría, es exultación, euforia (a veces histeria), que se apaga enseguida una vez conseguido el objeto deseado...

      Un gran abrazo y besos a mis (sus) insectos.

      Eliminar
  3. Buenas tardes don Javier. No creo que sea posible alcanzar esa alegría plena aquí hasta que pasemos por la muerte. Sobre la alegría, bueno, me conformo con que sonriamos más cada día porque a veces parece que salimos de Misa como si nos hubieran condenado al Infierno. ¿Quién puede dar fe de Jesús eucarístico al vernos con esas caras largas? La seriedad, la entereza, todas esas cosas no están en absoluto reñidas con la alegría que se manifiesta externamente porque no hay quien la contenga dentro porque revienta. Los que hemos tenido el gozo de ver unos cuantos convertidos sabemos muy bien que la alegría del encuentro con Jesús tiene una luz muy especial en el rostro del hermano. La rutina dificulta porque anestesia y pocos se sorprenden del milagro que realiza el cura en el altar. Tal vez ni el mismo sacerdote pendiente del reloj. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yes. La alegría de este mundo es imperfecta, vivimos en esperanza, no en plena posesión; vivimos viendo como en enigma y espejo, no cara a cara.

      Pero estas alegrías, incluso las más sencillas y humanas, se transfiguran y apuntan a las alegrías eternas e imperecederas.

      Respecto a la Eucaristía, ¡muy bien traído el argumento!, es verdad: la rutina anestesia, muchos no se sorprenden con amor del Misterio de la liturgia... y ¡qué triste!, "tal vez ni el mismo sacerdote pendiente del reloj".

      ¡Alégranos Señor!

      Eliminar
  4. Hermana mayor03 mayo, 2012 21:43

    Me encanta el mensaje del Papa. Hoy leyéndolo y releyéndolo me he sentido una joven más, a pesar de que esa edad la pasé hace años. Lo mismo me ocurrió en el mes de Agosto, aunque asistí al encuentro a través de la tele. Es verdad que algunos días tengo que rezar laudes o vísperas para acordarme de que no tengo derecho a no estar alegre. El Señor me va regalando todos los días cosas increíbles. Hoy por ejemplo, comiendo con una "niña" de veinte años muy muy querida por mi, me hablaba toda llena de ilusión de cómo estaba descubriendo la oración a través de los Salmos. Ha sido un día lleno de regalos de Dios, con encuentros muy esperados y muchas esperanzas. Tengo que darle gracias por todo lo que me regala. Que Dios lo bendiga, don Javier.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. hey! Hola!!

      Me alegro de tu alegría hermana. Los reencuentros esperados son gozosísimos, un don de Dios; por ejemplo, los del Resucitado con sus llagas ya gloriosas con sus hermanos (sus amigos, sus Apóstoles). Era un júbilo común, un abrazo fraterno, la alegría de ver que ya había concluido la oscuridad del Viernes y Sábado Santos, cuando el Señor estaba enterrado y se había acabado cualquier esperanza humana, cuando parecía que ya nada había que hacer y todo era lágrima y ausencia y desconcierto.

      ¡Cómo gozaron en el reencuentro con el Señor! Hay además reencuentros con unos y otros que son puras bendiciones de Dios, palabras amistosas, paternales en algunos, que reconfortan.

      Un abrazo "hermana mayor"

      Eliminar
  5. Padre Javier me hizo recordar lo que pasó en clase con los niños de 4º grado (9-10). Estaba yo narrándoles pasajes evangélicos donde aparecía la Virgen María, y de pronto me vi, muy alegre contándoles, a mi manera cada episodio, ellos me veían y se reían, pero era que ponía cada cara e inventaba cada diálogo, que espero no ser regañada por nadie. Y es que así es que me encuentro feliz contándoles todas las cosas hermosas que podemos conseguir sobre la Virgen en los evangelios. La alegría debe estar presente en la vida de todos, cómo no estar alegres si tenemos un Padre Todopoderoso que cuida de nosotros y una Madre en el cielo que nos toma de la mano. He vivido la alegría de la fraternidad en ciertos momentos puntuales con personas que participamos en un retiro. Considero que la hermandad que nos une nos llena de una inmensa alegría y una paz verdadera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué bonita su experiencia educativa con los pequeños!

      Entre las alegrías, no es la menor desde luego, la alegría de la fraternidad cristiana y de la amistad. Cristo mismo la vivió y la fomentó.

      Un saludo cordialísimo

      Eliminar