miércoles, 16 de noviembre de 2011

El sufrimiento en la enfermedad

La enfermedad es una ruptura de toda la persona; el cuerpo se ve disminuido en sus facultades, en sus fuerzas, y experimenta el dolor llegando incluso a incapacitar, por un tiempo o de forma permanente. Es el aspecto más visible y doloroso de la enfermedad, y probablemente el que, en principio, más nos preocupa y por el que más nos interesamos.


Al acercarnos a un enfermo, nuestra conversación gira generalmente en torno a este sufrimiento de su cuerpo, intentando empatizar con él, comprenderlo, hacernos cargo de su situación. O si somos nosotros los enfermos, solemos detenernos en este punto: es el más llamativo, evidentemente, en cierto modo novedoso porque nos introduce en una situación nueva.

Pero la enfermedad es una pasión -padecer- que va más allá de lo físico porque no sólo somos cuerpo. La enfermedad repercute en la unidad de nuestra persona y toca el aspecto espiritual, generando sufrimientos morales de diversos órdenes, nada desdeñables, ya que a veces este sufrimiento moral-espiritual supera con creces las molestias físicas, atenuadas por la medicación.

La enfermedad es un desorden en la vida interior y un sufrimiento que conlleva interrogantes, búsquedas, aceptación, paciencia, esperanza. En nuestras propias enfermedades deberíamos valorar este sufrimiento viviéndolo con visión sobrenatural; pero también al acercarnos a un enfermo -y visitar a los enfermos es obra de misericordia- debemos, respetuosamente, acercanos a ese sufrimiento, intentar acompañarlo, hacerlo nuestro y ofrecer una palabra de luz, de consuelo y de esperanza. Más aún, la "pastoral de enfermos" en cualquier parroquia es más que hacer compañía: es ofrecer el sentido, el consuelo y la presencia ante ese sufrimiento moral que muchas veces no se sabe expresar o que se vive sin referencia a Dios o rechazando la Cruz de Cristo, de la cual apenas, tal vez, han comprendido su valor.

Entendamos el sufrimiento moral de la enfermedad; tanto para prepararnos cada uno de nosotros, como para los enfermos con los que convivamos, atendamos o acompañemos de una manera u otra:

"Aunque la enfermedad forma parte de la experiencia humana, no lograremos habituarnos a ella, no sólo porque a veces resulta verdaderamente pesada y grave, sino fundamentalmente porque hemos sido creados para la vida, para la vida plena. Justamente nuestro "instinto interior" nos hace pensar en Dios como plenitud de vida, más aún, como Vida eterna y perfecta. Cuando somos probados por el mal y nuestras oraciones parecen vanas, surge en nosotros la duda, y, angustiados, nos preguntamos: ¿cuál es la voluntad de Dios?" (Benedicto XVI, Ángelus, 8-febrero-2009).

El sufrimiento espiritual del enfermo es mayor porque se siente abandonado y no llega a descubrir la presencia de Dios. "Sus oraciones parecen vanas": ora y no halla respuesta, tan sólo el silencio. Todo parece derrumbarse y la fe es puesta a prueba.

Ese sufrimiento debe ser iluminado por una visión de fe, entrando en el Misterio, y debe ser acompañado por una palabra de fe, ayudándole a unirse al Señor crucificado, a ofrecerse, entregarse y vivir en esperanza. Limitarnos, incluso pastoralmente, a preguntar por el sufrimiento físico, aporta poco; también hemos de interesarnos y ayudar en ese sufrimiento espiritual, tan íntimo.

Cristianamente, al estar con un enfermo, hemos de ayudarlo y aliviarlo en ese sufrimiento espiritual, sin quitarle importancia, sin restarle valor, sin escandalizarnos.

22 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. Durante la enfermedad es fundamental buscar a Dios y saberte enfermo con Él, lo demás se aguanta con mucha paz interior y fortaleza para luchar contra cualquier vilenta tentación.Coincido vivamente con la parte negrita última y procurarles un sacerdote.Un abrazo.

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  2. No es fácil saber la voluntad de Dios. Si a esto le unimos la enfermedad, es previsible que nos hundamos buscando un sentido que no somos ni seremos capaces de encontrar. La enfermedad es una realidad que escapa de nuestro entendimiento.

    Ante esta realidad, sólo podemos esperar en Cristo y sacar Esperanza de su presencia en nosotros.

    Un abrazo en el Señor a todos. Seguimos unidos en la oración :)

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  3. NIP:

    Evidentemente, en esta pastoral de enfermos es fundamental un buen equipo de personas que visiten a los enfermos, estén con ellos, los escuchen, les hablen de Dios y de Cristo y del misterio de la Cruz en sus vidas.

    Junto a este equipo de personas, la presencia del sacerdote:

    -La sagrada comunión a los enfermos es un gran regalo que semanalmente deben poder recibir.

    -El sacramento de la Penitencia para los enfermos les ayuda con el perdón de los pecados, robusteciendo su alma con la gracia ante las tentaciones.

    -La Unción de los enfermos (que no es anual, reiterable) administrada al inicio de una enfermedad grave y cuando hay una recaída que haga temer un fatal desenlace. Celebrar la Unción todos los años al enfermo, repitiéndola, es saltarse la disciplina de la Iglesia y trivializar buena parte de su contenido que es excepcional.

    Todo esto bien preparado, es decir, evangelizando y catequizando al enfermo.

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  4. Miserere:

    Sólo sabemos que la voluntad de Dios incluye la comunión con la Cruz del Señor, con el Misterio pascual de su Hijo. Por tanto, no hay otro camino que la Cruz para el cristiano, en forma de purificación interior, o de persecución, o de enfermedad.

    Feliz día.

    Sí, unidos en oración todos los miembros del blog, cada jornada.

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  5. Comprender e intentar hacer comprender el sentido del dolor a quien lo sufre es uno de los desafíos más complejos para nuestra mente reflexiva y discursiva que no penetra el misterio de la creación más que desde la percepción de la mística y la certeza intuitiva de la fe. Si Dios permite el dolor, no hay duda que debe tener un significado importante para el hombre en el plan de salvación tanto individual como en la experiencia general del hombre en la historia. Si ningún sufrimiento es bueno en si mismo sí lo es, en cambio, por sus repercusión sobre el hombre. Siguiendo a san Pablo “en la salud y en la enfermedad somos del Señor”, siempre somos del Señor y a Él le entregamos todo lo que somos, es el sí de los grandes místicos y, sobre todo, de toda la vida de Jesús en obediencia al Padre, no sólo en el Calvario. Juan Pablo II hablaba del evangelio del sufrimiento señalando que, en el dolor humano, “hay una particular fuerza que acerca internamente al hombre a Cristo” y que “el sufrimiento, más que cualquier otra cosa, abre el camino a la gracia que transforma a las almas”.

    (Permítanme aunque no sea este el lugar, leo una noticia para la esperanza: según un estudio anual "Status of Global Missions" en el mundo cada día hay 1.000 ateos menos y 83.000 cristianos más; en lo que va de milenio los que se definen como no creyentes han perdido 2,7 millones y los ateos 1,37 millones, el catolicismo crece al ritmo de 34.000 personas al día. ¿Alguien puede duda que la Iglesia está viva?).

    ¡Qué Dios les bendiga!

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  6. Es verdad, el sufrimiento y la enfermedad nos desalienan, porque a veces vivimos como si la muerte no existiera, y tarde o temprano, todos pasaremos por ella. La clave la da usted muy bien, don Javier: ofrecer el sentido, el consuelo y la presencia ante ese sufrimiento.
    Julia María también lo apunta, cuando cita a JPII:
    “hay una particular fuerza que acerca internamente al hombre a Cristo”
    Ante la cruz de la enfermedad, que no se entiende, que nos supera, tenemos un arma poderosa: la oración. Unirnos íntimamente al Señor, refugiarnos en Él. Él sabe qué nos conviene y nos dará la Paz para pasar por encima del sufrimiento. No nos deja solos, no estamos solos, Él nos ama más que nadie y siempre, siempre, aparece y nos salva. (Esta experiencia personal es una garantía de la Vida Eterna). Nos ayuda a recorrer el camino hasta el cielo, aquí estamos de paso, somos ciudadanos del cielo.
    Gracias. Feliz día a todos.

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  7. Colosenses 1, 24:

    "Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. "

    ¿Cómo dice el apóstol que al Señor le falta algo por sufrir en la cruz? ¿Acaso no fue suficiente su pasión para salvarnos?

    Claro que fue suficiente, fue sobreabundante.

    Lo que ocurre es que Él quiere asociarnos a su Pasión para hacernos corredentores con Él.

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  8. Por lo tanto, en el dolor y en el padecimiento, en nuestra enfermedad y en las tribulaciones, somos corredentores con Cristo por la Gracia y los méritos que nos gana en la Cruz.

    No hemos, por tanto, de desperdiciar la enfermedad. Antes bien demos gracias al Señor por ella, y pidamos la salud tan sólo si es voluntad suya.

    Porque es bendita ocasión de purgarnos y limpiarnos de la suciedad que el pecado deja en nosotros. Ocasión para ganarnos el cielo y abreviar el dolor del purgatorio, asociándonos al sacrificio de Cristo, y salvar almas ganando gracias para cuantos necesiten gracias, de conversión, de salud.

    Si Dios permite la enfermedad propia o de los seres queridos, es sin duda para sacar un bien mayor a través de ella.

    Por lo tanto, creo que, como bien dice vd., "deberíamos valorar este sufrimiento viviéndolo con visión sobrenatural"

    Así es. Es bueno pedir al Señor nos cure a nosotros o a otros de nuestros padecimientos, pero sólo si es voluntad suya, porque el Señor puede permitir que enfermemos para sacar un bien mayor de nuestro dolor, y convetirnos, depurarnos, purificarnos a través de él, sobrenaturalmente querido y asumido. La salud y la vida corporal son secundarios comparados con la salud y la vida del alma.

    Alegrémonos en Cristo de poder sufrir por la Iglesia y completar en nuestra carne los dolores del Señor, no porque al Señor le falte algo por suffir, sino porque lo que falta es, precisamente, lo que hemos de sufrir nosotros por Él en bien de la Iglesia, que es su Cuerpo crucificado.

    Pues si somos parte de su Cuerpo, también somos parte de su cruz y por tanto de su Gloria.

    Via crucis, via lucis.

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  9. Démonos cuenta de lo que es la salud, realmente, bajo el punto de vista sobrenatural. la salud es la Gracia. La salud es vivir en la Comunión de los santos, corredentores con Cristo; la salud es ser miemnbro del Cuerpo siempre joven y sano de Cristo Salvador.

    La salud es... lo que nos dice De Lubac en Meditación sobre la Iglesia:

    "Tu salud es la Iglesia"

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  10. Cuando somos probados por el mal y nuestras oraciones parecen vanas, surge en nosotros la duda, y, angustiados, nos preguntamos: ¿cuál es la voluntad de Dios?" (Benedicto XVI, Ángelus, 8-febrero-2009).


    El sufrimiento espiritual del enfermo es mayor porque se siente abandonado y no llega a descubrir la presencia de Dios. "Sus oraciones parecen vanas": ora y no halla respuesta, tan sólo el silencio. Todo parece derrumbarse y la fe es puesta a prueba.


    La Fe es puesta a prueba. A veces, los comentarios de personas no religiosas y religiosas ponen más a prueba la fe. Como los amigos de Job, que acentuaban el sufrimiento moral. Así encontré yo: "que si te lo mereces, algo habrás hecho", "que si no tienes fe, porque Dios hace milagros y no te has curado", "si tuvieses fe como un granito de mostaza", "que no te esfuerzas en la vida espiritual" (porque sigues enferma).
    Porque una persona tenga un proceso crónico, no significa que tenga perfectamente asumido todo el sufrimiento. Tiene muchos duelos hechos y pendientes de resolver, más si es joven.
    Estamos en una sociedad donde la compasión escasea y suele ser difícil encontrar misericordia por más de dos minutos seguidos (es una exageración); una sociedad en la que el débil sobra; en la que la paciencia falta e incluso tenemos prisas de milagros (porque sino te curas es tu culpa que yo he rezado), pero entonces ¿cuál es la voluntad del Señor?. Y lo que queda es el sufrimiento moral del enfermo y del cuidador.

    Necesidad de formación en el personal que va a acompañar a los enfermos.

    Un saludo.
    Paloma

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  11. Yo no podria llevar mi enfermedad hacia delante si no fuera porque en ella me he encontrado con Jesucristo y Él ha sabido enseñarme el verdadero sentido del sufrimiento interior y fisico. Sin él yo seria otro numero en las listas de los sicopresivos suicidas, a los que el mundo tampoco comprende. Y terminan acabando con sus vidas incluso muchos, acabando tambien con otras vidas antes que con la suya. No escandalizamos cuando en la tele sale una noticia que una madre ha matado a sus dis hijos pequeños y luego se ha suicidado. Pero no vemos que esa madre estaba enferma, impotente de pedir ayuda y muchos pasamos de largo y no la ayudamos. Yo soy una de esas enfermas afortunadas, porque he descubierto el sentido de la cruz en mi enfermedad y no tengo bastante con mi vida para pagar a Jesucristo tanto amor. Asi que tengo que vivir por Él y para ÉL. Tenemos que participar con Jesucristo a la hora de ayudar a tantos enfermos . Por que en la enfermedad tambien somos más debiles y tambien eso los malos espiritus lo aprovechan. Que no nos escandalice el dolor propio, ni el ajeno. Ante es sufrimiento y el dolor, como hizo Jesús, agarró la cruz y hacia delante.
    Un abrazo Javier, tu entrada de hoy me ayuda especialmente por tocarme tan directamente a mi.
    Saludos a todos.

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  12. Poco que añadir tras estos comentarios.

    Ciertamente, qué qran ayuda para el enfermo es la presencia del sacerdote como bien Ud. detalla.

    Cuando estamos a las puertas de una enfermedad el miedo a lo desconocido, la incertidumbre de hasta donde llegarán las fuerzas,las dudas, la soledad, ...nos hace que el sufrimiento espiritual sea a veces más gravoso que el dolor físico.

    Como algo rutinario hemos cambiado al sacerdote por el psicólogo, y los resultados los vemos diariamente, se sale más seguro y sonriente de una Iglesia que de una consulta médica, independiente de la gravedad enfermedad.

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  13. Por si os sirve, una selección del Magisterio de la Iglesia acerca del valor salvífico del sufrimiento.

    "Piensen todos que con el culto publico y la oracion, con la penitencia y con la libre aceptacion de los trabajos y calamidades de la vida, por la que se asemejan a Cristo paciente (2Co 4,10 Col 1,24), pueden llegar a todos los hombres y ayudar a la salvacion de todo el mundo." (Apostolicam actuositatem, 16)

    De la Lumen gentium, 11:
    "La Iglesia entera encomienda al Señor, paciente y glorificado, a los que sufren, con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, para que los alivie y los salva (cf. Jc 5,14-16); más aun, los exhorta a que uniéndose libremente a la pasión y a la muerte de Cristo (Rm 8,17 Col 1 Col 24 2Tm 2,11-12 1P 4,13), contribuyan al bien del Pueblo de Dios."

    "aunque la copiosa redención de Cristo sobreabundantemente "perdono nuestros pecados" (Col 2,13); pero, por aquella admirable disposición de la divina Sabiduria, según la cual ha de completarse en nuestra carne lo que falta en la pasión de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia (Col 1,24), aun a las oraciones y satisfacciones "que Cristo ofrecio a Dios en nombre de los pecadores" podemos y debemos anadir también las nuestras." (Pío XI)

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  14. Colosenses 1, 24 siempre está presente en estos textos magisteriales sobre el sufrimiento, y en otros más, por la importancia de este pasaje, clave para entender la esencia sobrenatural de la Liturgia de enfermos y la esencia del sufrimiento cristiano,

    que ha dejado de ser natural e incompleto, tal y como lo plantea Job, para ser sobrenaturalizado por la Gracia y justificado por la Pasión de Cristo y convertido en causa de salvación y redención.

    El último pasaje que cito por si os sirve en vuestro apostolado es de Salvifici doloris 24 del beato Juan Pablo II: un pasaje sublime:

    "Precisamente la Iglesia, que aprovecha sin cesar los infinitos recursos de la redención, introduciéndola en la vida de la humanidad, es la dimensión en la que el sufrimiento redentor de Cristo puede ser completado constantemente por el sufrimiento del hombre. Con esto se pone de relieve la naturaleza divino-humana de la Iglesia. El sufrimiento parece participar en cierto modo de las características de esta naturaleza. Por eso, tiene igualmente un valor especial ante la Iglesia. Es un bien ante el cual la Iglesia se inclina con veneración, con toda la profundidad de su fe en la redención. Se inclina, juntamente con toda la profundidad de aquella fe, con la que abraza en sí misma el inefable misterio del Cuerpo de Cristo"

    Y en el número 26:

    "A través de los siglos y generaciones se ha constatado que en el sufrimiento se esconde una particular fuerza que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial. A ella deben su profunda conversión muchos santos, como por ejemplo San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, etc. Fruto de esta conversión es no sólo el hecho de que el hombre descubre el sentido salvífico del sufrimiento, sino sobre todo que en el sufrimiento llega a ser un hombre completamente nuevo. Halla como una nueva dimensión de toda su vida y de su vocación. Este descubrimiento es una confirmación particular de la grandeza espiritual que en el hombre supera el cuerpo de modo un tanto incomprensible. Cuando este cuerpo está gravemente enfermo, totalmente inhábil y el hombre se siente como incapaz de vivir y de obrar, tanto más se ponen en evidencia la madurez interior y la grandeza espiritual, constituyendo una lección conmovedora para los hombres sanos y normales."

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  15. Si me permitís quiero remarcar y remachar una idea de fondo de la catequesis de hoy: lo propio y específico que tiene que hacer el equipo de pastoral de enfermos.

    Amigos, no es sólo hacer un rato de compañía fraterna al enfermo, es ayudarlo en el orden sobrenatural. También, además, prepararlo para recibir bien los sacramentos. Es tristísimo que un enfermo que está siendo visitado no sepa qué es la Unción o que no se le haya ayudado a hacer un buen examen de conciencia después de Dios sabe cuántos años sin confesar.

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  16. Entre todos habéis ampliado bien y compartido esta dimensión humana de la enfermedad.

    Julia María recordaba oportunamente el "Evangelio del sufrimiento" que enseñaba -¡y vivía!- Juan Pablo II. Su carta apóstolica "Salvifici doloris" es un tratado muy completo sobre el dolor, el sufrimiento y la enfermedad que he desglosado muchas veces en retiros, formación de adultos y formación del equipo de pastoral de enfermos.

    Alonso, por su parte, ahonda en la dimensión sobrenatural de la enfermedad de manera acertada. Releed sus comentarios.

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  17. Por cierto, Alonso, le agradezco la cita y la ironía amistosa: "Tu salud es la Iglesia", de De Lubac.

    Un signo de inteligencia es la ironía así como un rasgo del buen humor entre amigos.

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  18. Desde Sevilla:

    Amistosamente la incito a algo más, a dar un testimonio a grandes rasgos de la situación familiar que vive. Sería una forma de edificarnos a todos, siempre respetando el pudor de la intimidad.

    (Ya sé que soy malo, malísimo... je,je)

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  19. Paloma:

    Desconocía su situación. Ánimo en el Señor.

    Es verdad que necesitamos una formación para cuidar enfermos o acompañarlos. Vd. lo ha descrito con colores tan vivos que no quiero empañarlo.

    Hay ya programados varios (unos diez) a lo largo de los meses para que entendamos la enfermedad, como pacientes o como acompañantes.

    Paloma sólo quiero recordarle que aquí también tiene una comunidad católica, fraterna, en Internet. Unos por otros rezamos. Con su enfermedad está unida al Señor crucificado, y por tanto, tiene un especial valor: le ruego que pida por esta comunidad, por este blog. Será una oración fecundísima, se lo aseguro.

    Mi abrazo más paterno y afectuoso

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  20. Mento:

    Gracias por su testimonio personal, tan íntimo.

    La enfermedad, como vd. dice, es a veces el encuentro que Cristo estaba esperando. Entonces se manifiesta, se da.

    Me alegro de que esta catequesis de hoy le ayude y le sirva.

    En comunión, recemos unos por otros.

    Un abrazo

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  21. Catequista:

    Un sacerdote siempre es ministro de Cristo, embajador de Dios, para el enfermo. Su presencia es reconfortante si actúa con las entrañas de Cristo. Pero siempre, más importante aún, es recibir la Comunión (por ejemplo, de manos de una religiosa) que recibir al sacerdote. No perdamos a veces la perspectiva.

    Entre las acciones pastorales de una parroquia, una de las más ocultas y menos lucidas es la de la visita a los enfermos. Os lo aseguro. Parece que se pierde el tiempo. Pero acompañar a una oveja sufriente es parte del ministerio del Buen Pastor, aunque nadie lo vea, ni lo agradezca, ni destaque tanto como otras cosas mucho más visibles.

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  22. Gracias D.Javier por el apoyo, el ánimo y las catequesis que disfruto y disfrutaré las de esta sección muchísimo. También gracias a los comentaristas que completan la catequesis.
    Gracias por darle valor a la enfermedad, eso compensa las presiones por la falta de milagros (¡es el colmo!). Sin embargo, si que tengo una mejoría (importante y milagroso para mí), sólo con el aspecto espiritual (oración, sacramentos) voy mejorando, ya que por la vía médica no había salida. Mi vida ha cambiado bastante, sólo con tratamiento espiritual, porque no había de otro.
    Un abrazo. Sigo rezando por Vds.
    Paloma.

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