Así se podria resumir la misión y el lugar de los medios de comunicación para un periodista católico, para cualquiera de nosotros -usuarios- como para la Iglesia: "De la Palabra a las palabras". Dios es comunicación, absoluta y plena comunicación, porque ha querido revelarse para entablar un diálogo de amistad y salvación con el hombre. Él es Logos, Palabra, Razón, Verdad.
Cristo, si empleásemos una metáfora moderna, fue un gran comunicador (más que periodista), por su personalidad excepcional y atrayente, por aquello que decía y por cómo lo decía, con autoridad, es decir, con un peso moral y una verdad que quienes le escuchaban podían reconocer en Él la Verdad si estaban abiertos y no con cerrazón de la mente y terquedad en el corazón.
El apostolado de la prensa y la misma prensa católica -entendida en sentido amplio- siguen teniendo un lugar hoy y una misión.
"En ese contexto, la prensa católica está llamada, de modo nuevo, a expresar todas sus potencialidades y a dar razón día a día de su irrenunciable misión. La Iglesia dispone de un elemento facilitador, pues la fe cristiana tiene en común con la comunicación una estructura fundamental: el hecho de que el medio y el mensaje coinciden; de hecho, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, es al mismo tiempo, mensaje de salvación y medio a través del cual la salvación se realiza. Y esto no es un simple concepto, sino una realidad accesible a todos, también a quienes, aun viviendo como protagonistas en la complejidad del mundo, son capaces de conservar la honradez intelectual propia de los «pequeños» del Evangelio. Además, la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, presente simultáneamente en todas partes, alimenta la capacidad de relaciones más fraternas y más humanas, proponiéndose como lugar de comunión entre los creyentes y a la vez como signo e instrumento de la vocación de todos a la comunión. Su fuerza es Cristo, y en su nombre «busca» al hombre por las calles del mundo para salvarlo del mysterium iniquitatis, que obra en él insidiosamente. La prensa evoca de manera más directa, respecto a cualquier otro medio de comunicación, el valor de la palabra escrita. La Palabra de Dios ha llegado a los hombres y se ha transmitido, también a nosotros, mediante un libro, la Biblia. La palabra sigue siendo el instrumento fundamental y, en cierto sentido, constitutivo de la comunicación: hoy se utiliza de varias formas, y también en la llamada «civilización de la imagen» conserva todo su valor.
A la luz de estas breves consideraciones, resulta evidente que el desafío comunicativo es muy arduo para la Iglesia y para cuantos comparten su misión. Los cristianos no pueden ignorar la crisis de fe que afecta a la sociedad o simplemente confiar en que el patrimonio de valores transmitido a lo largo de los siglos pasados pueda seguir inspirando y plasmando el futuro de la familia humana. La idea de vivir «como si Dios no existiera» se ha demostrado deletérea: el mundo necesita más bien vivir «como si Dios existiera», aunque no tenga la fuerza para creer; de lo contrario produce sólo un «humanismo inhumano»" (Benedicto XVI, Discurso al Congreso internacional de la prensa católica, 7-octubre-2010).
A veces infravaloramos la prensa católica y la presencia católica en Internet como una pérdida de tiempo, algo peculiar y poco eficaz, llevados por una mirada sólo "de campanario" atentos sólo a lo propio que se hace en "mi" parroquia, en "mis" salones parroquiales; todo de puertas adentro. Pero la presencia católica en la era digital llegará más y mejor, prestará más y mejores servicios, si entra decididamente en los nuevos areópagos, en los nuevos lugares de encuentro de los hombres, de inquietudes, de comunicación. ¡Necesitamos amplitud de miras en la Iglesia!
Y un segundo punto: prensa católica y evangelización no es exclusivamente hablar a todas horas de elementos piadosos, religiosos. Es también presentar la realidad, informar, distraer, entretener, con informativos, documentales, programas, películas, blogs de Internet, etc., que ofrezcan una mirada completa a la realidad, al hombre creado y amado por Dios, al humanismo cristiano, a una forma de vivir y entender distinta y plena que goza con todo lo que es sano, con todo lo que es verdaderamente humano. De esta forma se mostrará un modo de vivir distinto y feliz: en la presencia de Dios, y no viviendo "como si Dios no existiese", que es lo que, en general, nos quieren inculcar.
Buenos días, el papa Pablo VI nos dijo que no se trata sólo de predicar el Evangelio, sino de alcanzar y casi sacudir con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación. Somos comunicadores de La Buena Noticia, es imposible permanecer en silencio.
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
No resulta fácil llegar hasta el corazón de las gentes de nuestra época,entre otras cosas, porque se ha creado un ambiente social implícitamente contrario y beligerante con el mensaje cristiano de salvación.
ResponderEliminarQuizás sea conveniente primero dejarse purificar bien por la acción del Espíritu Santo de las influencias que nosotros mismos aún podamos tener en ciertos formas de expresión, por ejemplo, que conducen a malosentendidos o malas interpretaciones.
Vivimos en la sociedad del bienestar ( aunque ahora comience a arreciar una crisis )y estamos todos demasiado bien acostumbrados. Esa vida muelle, nos atonta y nos convierte en instrumentos romos, no aptos para cortar ni pinchar.
En fin, no quiero extenderme, pero me parece que por ahí van los tiros, también.
Un saludo a todos.
:o)
Julia María:
ResponderEliminarEsas palabras de Pablo VI, ¿son exactas? ¿O son suyas resumiendo su pensamiento? Me suena a estar inspiradas en la Evangelii Nuntiandi, pero quisiera que me lo aclarase. Gracias.
Felicitas:
Desde luego habría que partir de una cultura beligerante hacia el cristianismo, incluso con el término acuñado de "cristofobia". La claridad en el lenguaje, la acogida, serán fundamentales para anunciar la Palabra mediante las palabras en la red (y en la prensa).
Tal vez no sea un sinnúmero de conversiones y adhesiones al Señor, pero es una siembra a largo plazo.
Otra cosa serán los blogs, como éste, destinados más a la formación de los propios católicos, que a una primera y sencilla evangelización o a la apologética para refutar tantas etiquetas que nos han puesto o tantas cosas que dicen que decimos y que no son.
Un abrazo.
Feliz domingo!!!!!!!
Conclusiones resumidas, don Javier, de la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, Exhortación que leí al ser citada por el papa Juan Pablo II.
ResponderEliminarMuchas gracias, Julia María. Feliz descanso.
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