Famosa la frase de Dostoievski: "Sólo la belleza salvará al mundo".
Se impone hoy una reflexión sobre la belleza. Ya grandes teólogos acometieron la tarea de una "estética teológica", como Von Balthasar, partiendo de que la Belleza es reveladora de Dios y de su Gloria.
Pero no vamos a adentrarnos por esos caminos, tal vez difíciles; más bien por caminos más sencillos y asequibles.
La Belleza lleva a Dios y trasciende; lo feo es siempre destructor, nunca eleva. La Belleza es un atributo de Dios y por tanto lo que es verdaderamente bello conduce a Él. Pero hoy en el arte, ¿hay belleza? La música actual, ¿es bella? ¿Puede haber un goce estético y contemplativo que nos haga mejores viendo alguna de las nuevas películas?
La modernidad ha expulsado la Belleza y la ha sustituido por el feísmo y por bienes de consumo: se consume música, pintura, arquitectura y cine. Ya no hay creadores, verdaderos artistas (salvadas las pocas excepciones, claro). Pero esto mismo se ha introducido en la Iglesia: los cantos en las parroquias son cantos de consumo horribles y "simpáticos" (¿quién les ve la gracia?); la arquitectura de los templos es deficitaria: parecen una gran superficie de mercado en vez de un lugar de reunión eclesial para la oración y la celebración. Los mismos elementos litúrgicos (mobiliario, vasos litúrgicos, ornamentos...) confunden la sencillez con la vulgaridad. Y dejo claro que la solución no es volver a la estética del Barroco y del Rococó del XVIII con los encajes, sino a la belleza auténtica, a la noble simplicidad, a la gravedad y al decoro en la época en que vivimos.
Y para fundamentar esto, elevemos de nuevo el pensamiento y la reflexión, con un discurso denso y magnífico de Benedicto XVI, heredero en esto de su amigo Von Balthasar:
El momento actual está lamentablemente marcado, además de por los fenómenos negativos a nivel social y económico, también por un debilitamiento de la esperanza, por una cierta desconfianza en las relaciones humanas, de modo que crecen los signos de resignación, de agresividad, de desesperación. El mundo en el que vivimos, corre el riesgo de cambiar su rostro a causa de la acción no siempre sabia del hombre, quien en lugar de cultivar su belleza, explota sin conciencia los recursos del planeta a favor de unos pocos y con frecuencia desfigura las maravillas naturales. ¿Qué es lo que puede volver a dar entusiasmo y confianza, qué puede animar al alma humana a encontrar el camino, a levantar la mirada hacia el horizonte, a soñar una vida digna de su vocación? ¿No es caso la belleza? Sabéis bien, queridos artistas, que la experiencia de lo bello, de lo auténticamente bello, de lo que no es efímero ni superficial, no es accesorio o algo secundario en la búsqueda del sentido y de la felicidad, porque esa experiencia no aleja de la realidad, más bien lleva a afrontar de lleno la vida cotidiana para liberarla de la oscuridad y transfigurarla, para hacerla luminosa, bella.
Una función esencial de la verdadera belleza, de hecho, ya expuesta por Platón, consiste en provocar en el hombre una saludable "sacudida", que le haga salir de sí mismo, le arranque de la resignación, de la comodidad de lo cotidiano, le haga también sufrir, como un dardo que lo hiere pero que le "despierta", abriéndole nuevamente los ojos del corazón y de la mente, poniéndole alas, empujándole hacia lo alto. La expresión de Dostoyevski que voy a citar es sin duda audaz y paradójica, pero invita a reflexionar: "La humanidad puede vivir --decía-- sin la ciencia, puede vivir sin pan, pero sin la belleza no podría seguir viviendo, porque no habría nada que hacer en el mundo. Todo el secreto está aquí, toda la historia está aquí". Se hizo eco de sus palabras el pintor Georges Braque: "El arte está hecho para turbar, mientras que la ciencia tranquiliza". La belleza golpea, pero por ello mueve al hombre hacia su destino último, lo pone en marcha, lo llena de nueva esperanza, le dona la valentía de vivir hasta el final el don único de la existencia. La búsqueda de la belleza de la que hablo, evidentemente, no consiste en una fuga irracional o en un mero esteticismo (Benedicto XVI, Discurso a los artistas, 21-noviembre-2009).
Tiene razón el Papa, parece que se hubiera pensado que para hacer accesible determinadas realidades a todos eran necesarias la vulgaridad y el feísmo. Para mí los templos románicos son bellísimos en su sencillez, y toda Castilla está llena de pequeños templos románicos; si tienen oportunidad les invito a visitar la iglesia de San Salvador de Cantamuda (Palencia camino de Santander), nada más entrar te sientes trasladado a otra dimensión.
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Leyendo tu entrada Javier se me viene al pensamiento dos cosas. D.Joan me envió el otro dia unas fotografias propias de marinas, que me han fascinado por captar la belleza de la simplicidad de Dios a la hora de crear y sin embargo esa complejidad de la perfección, de como se conjunta todo de una manera que todo encaja en una sincronización perfecta. He pensado mucho en estos dias en ello mientras oraba. Y dos en como nosotros debemos ser de la misma forma. A veces uno se dice que esta cansado de hacer el tonto y de que la gente abuse de los que son buenos. Pero es mejor ser asi, el que aún tiene belleza interior, debe exponerla y darla a conocer, y no cambiar porque la mayoria sea de otro modo. Curiosamente esta semana he meditado mucho eso intentando añadirlo a mi vida y mira por donde hoy me llega tu entrada que me anima a reiterar todo lo pensado.
ResponderEliminarUno no puede dejarse llevar por los canones de modas. Si no porque loque realmente Dios nos muestra en el silencio. Pero hay que ser muy valiente y utilizar la fe que nos ha sido regalada para llevar este look en la sociedad que vivimos.
me animo a mi y animo a todos los herman@s a ser valiente y no dejarnos abducir por lo que nos rodea.
besos y feliz dia a tod@s.
Buenos días don Javier. Dicen que los íconos se pintan en oración, las artes contemporáneas manifiestan riquezas y carencias. Sobre los cantos de Misa a veces me recuerdan los cánticos de las excursiones que animan para subir a la cima, prefiero que el pueblo cante en comunión a que sea espectador de un show coral tan ordoxo como frío, el sábado pasado escuché un coro -guitarra incluida- que fijaba como acto irrefutable de misericordia quitarles los micrófonos y atarlos con el cable a las sillas del transepto.Un abrazo.
ResponderEliminarJulia María coincido contigo y recuerdo que en la misma ruta está la joya de la Corona: San Martín de Tours en Frómista.Un abrazo.
Una función esencial de la verdadera belleza, de hecho, ya expuesta por Platón, consiste en provocar en el hombre una saludable "sacudida", que le haga salir de sí mismo, le arranque de la resignación, de la comodidad de lo cotidiano, le haga también sufrir, como un dardo que lo hiere pero que le "despierta", abriéndole nuevamente los ojos del corazón y de la mente, poniéndole alas, empujándole hacia lo alto...
ResponderEliminarÉl creció como un retoño en su presencia,
como una raíz que brota de una tierra árida,
sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas,
sin un aspecto que pudiera agradarnos.
Despreciado, desechado por los hombres,
abrumado de dolores y habituado al sufrimiento,
como alguien ante quien se aparta el rostro,
tan despreciado, que lo tuvimos por nada.
Pero él soportaba nuestros sufrimientos
y cargaba con nuestras dolencias,
y nosotros lo considerábamos golpeado,
herido por Dios y humillado.
Él fue traspasado por nuestras rebeldías
y triturado por nuestras iniquidades.
El castigo que nos da la paz recayó sobre él
y por sus heridas fuimos sanados.
Todos andábamos errantes como ovejas,
siguiendo cada uno su propio camino,
y el Señor hizo recaer sobre él
las iniquidades de todos nosotros.
Al ser maltratado, se humillaba
y ni siquiera abría su boca:
como un cordero llevado al matadero,
como una oveja mudaante el que la esquila,
él no abría su boca.
Fue detenido y juzgado injustamente,
y ¿quién se preocupó de su suerte?
Porque fue arrancadode la tierra de los vivientes
y golpeado por las rebeldías de mi pueblo.
Se le dio un sepulcro con los malhechores
y una tumba con los impíos,
aunque no había cometido violencia
ni había engaño en su boca.
El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento.
Si ofrece su vida en sacrificio de reparación,
verá su descendencia,prolongará sus días,
y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él.
A causa de tantas fatigas, él verá la luz
y, al saberlo, quedará saciado.
Mi Servidor justo justificará a muchos
y cargará sobre sí las faltas de ellos. Is. 53,2-11.
Saludos a todos. Feliz día.
La belleza aparece cuando a la estética se une un mensaje que nos llama a lo trascendente. Hay muchas personas incapaces de diferenciar la estética de la belleza y esto se debe a que no comprenden el mensaje que les comunica aquello que se presenta ante ellos.
ResponderEliminarEsto sucede en muchos ámbitos. Desde la ciencia, en que las leyes universales nos comunican a Dios si sabemos trascender "lo bonito" que resulta el universo... hasta la Liturgia, en la que podemos quedarnos en decenas de estéticas diferentes sin comprender qué es lo se nos comunica a través suya.
Creo que ser capaz de entender la belleza es un don de Dios. No es sencillo ni nunca podremos decir que entendemos todo. En el mejor caso, como le sucede a los grandes místicos, son incapaces de comunicar lo que reciben de aquello que les lleva al éxtasis... que es Dios, suprema belleza.
Que Dios le bendiga D. Javier y a todos quienes leen este blog. :)
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ResponderEliminarD. Javier, la fealdad nos envuelve como la niebla y nadie ve más allá de lo más lejos. ¡Con lo "fácil" que resultaría llevar a un lienzo un simple paisaje y componer una bonita música! El hombre ha querido imitar y hasta superar la belleza que hay en Dios; y eso es imposible. Si la belleza de Dios no se lleva en el corazón, cualquier cosa que se haga se vuelve fea, tosca, ordinaria e insensible. Tenemos un ejemplo claro: la maravillosa obra de Gaudí. Su obra íntegra está impregnada de Dios y es una obra no muy lejana en el tiempo.
ResponderEliminarFeliz tarde para todos.
P/D El comentario anterior se me ha borrado. No sé lo que he hecho, pero algo lo he debido hacer muy mal con las prisas.
La belleza es la forma del bien.
ResponderEliminarPor eso si una cosa es verdaderamente bella, también es buena.
En este sentido, la frase de Dostoievski nos habla también del bien.
Pero el único Bien es Jesucristo, que es por eso la única y nueva forma del bien. En Jesús transfigurado en el Tabor se manifiesta la nueva Belleza. Porque la vieja belleza adámica ya no podía ser forma del bien.
Por eso Cristo salva la vieja belleza y la hace nueva, al hacerla forma de lo sobrenatural. Así la nueva belleza salva al mundo, pues por Cristo la belleza y el bien al que da forma alcanzan poder salvífico, que es la Gracia.
La Gracia es por ello la forma sobrenatural del bien, que nace de nuevo en Cristo, ya nueva fuente de todo bien y toda belleza. La Transfiguración del Señor inaugura la época del arte nuevo, el arte cristiano.
Todo lo que es bello no es sino destello de la Transfiguración de Cristo.
Cristo hace nuevas todas las cosas, también hace nueva la belleza. La salva, pues estaba herida y separada del bien, a duras penas podía ser forma suya.
Por esto, la frase de Dostoivski es más completa si la entendemos a la manera católica: "sólo la Gracia salva la belleza, y por la Gracia la Belleza salva al mundo".
Un abrazo
Julia María y NIP:
ResponderEliminarSí, hay arquitectura que de por sí, es tan clara, tan sublime, que introduce en el Misterio. Las iglesias que citáis y todo al pre-románico astur-leonés son para mí asignaturas pendientes. Nunca las he podido visitar y lo estoy deseando.
Mento:
ResponderEliminarsu reflexión une la belleza y el bien asociados a la persona. Así es. Y no podemos permitirnos cansarnos de hacer el bien que dice san Pablo. Entonces seguiremos mostrando una verdadera belleza.
Lo de las marinas, además, es mi punto débil. Me pintaron un precioso lienzo con una barca en la orilla como regalo de mi ordenación y ahora me han dicho que para mi santo me están pintando otra.
NIP:
El problema no es la guitarra en sí (repito, a mí no me desagradan ni creo que estorben) sino los ritmos cansinos o la forma de aporrear la guitarra acompañando cantos que no son "litúrgicos" sino de catequesis o de veladas de campamentos.
Si pretende atar a alguien por ese estilo de música "pop" en la iglesia con el cable del micrófono, creo que incluso tiene indulgencia parcial (je,je)
Desde Sevilla:
ResponderEliminarA ese cántico del Siervo de Yahvé hay que añadirle siempre, como complemento necesario, el salmo 44: "Eres el más bello de los hombres; en tus labios se derrama la gracia", que cantamos los Lunes de la II semana en Vísperas (y que en el Camino se canta tantas veces aclamando a Cristo).
Capuchino:
Es verdad, la belleza y la fealdad es una expresión interior de una realidad interior, el corazón del hombre agraciado. Gaudí es un ejemplo genial que a mí no se me habría ocurrido.
Alonso Gracián:
ResponderEliminarNada que añadir.
Gracia, Belleza y Bien en admirable síntesis, tal como hallamos en la santa Transfiguración: a eso tendemos, y esa es una maravillosa lección divina.
Me encanta que saques este tema... mi proyecto de tesis es sobre la Via pulchritudinis... espero que vaya adelante.
ResponderEliminarCon respecto a la música... prefiero no pronunciarme, sabes bien lo que pienso. jejeje.
No nos regalará Benedicto XVI un documento sobre la música???
(tú no sabrás nada, verdad?) jeje.
Un fuerte abrazo, Javier.
Óscar, ¡amigo mío!:
ResponderEliminarMe es muy agradable que entre a leerme, pobre y mísero de mí, cuando nos conocimos casi de pasada en una 'parca y austera' cena en tu Galicia natal.
La via pulchritudinis es un tema queridísimo para mí y me alegra que tu tesis vaya por esos caminos.
Yo la he trabajado como podía; a excepción de dos o tres vólumenes, me leí la trilogía entera de Balthasar (Gloria, Teodramática, Lógica y Epílogo), aunque no llegué a comprenderla o asimilarla plenamente. Me supera.
No sé si Benedicto XVI nos regalará algo sobre música. Sí tengo -en el blog he puesto cosas- discursos sobre la música que él ha pronunciado. Pero de música litúrgica, en tu presencia, he de callar; sé de liturgia, pero de música soy rematado ignorante que no sabe interpetar una partitura, y ante ti sería osado abordar lo específicamente musical.
Eso sí: en sus relaciones liturgia-canto siempre podremos mantener un diálogo fecundo tú y yo.
(Y no, no sé nada de un documento: últimamente el Santo Padre no me llama al móvil... je,je).