Éstos son los corderos recién nacidos,
que proclaman el mensaje, aleluya;
acaban de renacer de la fuente bautismal.
Han sido inundados de resplandor. Aleluya.
V/. Están delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas
y con palmas en sus manos.
R/. Han sido inundados...
(Responsorio 2ª lectura,
jueves Octava de Pascua).
La noche de la Vigilia pascual es la gran noche bautismal. Muchos han recibido el Bautismo en esa noche, tras el tiempo de catecumenado. Se han agregado a la Iglesia, son nuestros nuevos hermanos, plantas tiernas (que eso significa "neófitos") que crecerán con la savia divina que viene de Cristo en su Iglesia.
En España comienza a ser una realidad emergente: en Madrid, en Getafe... han sido bautizados por el Obispo en la catedral; también en muchas otras Iglesias en misión, en África, en América, en China... Basta leer el semanario Alfa y Omega y encontrar referencias a ellos muchísimas veces.
¡Bienvenidos sean! Para nosotros es la alegría de comprobar una y otra vez que la Iglesia está viva, que la Iglesia es joven, que el Espíritu Santo la renueva y la sigue haciendo crecer.
Para los que fuimos bautizados de niños, tal vez el Bautismo no lo hemos mirado con la radical novedad que supone; vemos normal el estar bautizado: ¡sin embargo es una Gracia tan grande, tan plena, tan hermosa! Tan es así que en la oración colecta del próximo domingo pediremos: "que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado".
Para quienes, después de una larga trayectoria, y de búsqueda, y de conversión radical, se bautizan siendo adultos, descubren una belleza en el cristianismo que a nosotros a veces nos puede pasar desapercibida por la costumbre; viven con una pasión absoluta al haber descubierto, por fin, la perla escondida... mientras nosotros viendo la perla tantas veces, apenas la apreciamos como se merece.
Valga, por ejemplo, el testimonio maravillado de San Agustín al contarnos su bautismo:
"Fuimos bautizados, y huyó de nosotros toda preocupación por la vida pasada. Y yo en aquellos días no me saciaba de considerar con suavidad increíble lo elevados que son tus designios sobre la salvación del género humano. ¡Cuánto no me hicieron llorar tus himnos y cánticos, hondamente conmovido por la voz de tu Iglesia, que tan dulcemente suena en ellos! Al sonar en mis oídos aquellas voces se filtraba tu verdad en mi corazón; y de ella se encendía en mí el afecto de la piedad; me deshacía en lágrimas y era feliz con ellas" (Conf., IX, 6,2).
¡Qué felices somos: bautizados, hijos de Dios, templos del Espíritu, piedras vivas de la Iglesia, miembros del Cuerpo de Cristo, llamados a la santidad, peregrinos hacia la patria del cielo!
¡Qué gozo!
¡Qué bella es la Iglesia que nos engendró, que nos nutre, que nos acompaña!
¡Qué luz!
¡La Verdad es Cristo y la vivimos y la reconocemos en la Iglesia permitiendo una mirada nueva, real y profunda a la realidad!
Bienvenidos los neófitos a la Iglesia. Son un recordatorio para nosotros de tantas cosas...
! Muy feliz Pascua a todos!
ResponderEliminarEs verdad que los bautizados de niños, olvidamos la importancia y la belleza que ello supone en nuestra vida, por eso, me encanta la renovación de las promesas del bautismo que hacemos en la Vigilia Pascual, recordando que somos hijos de Dios y de la Iglesia que nos acompaña con sus sacerdotes en nuestro camino.Unos " en vivo y en directo " y otros por internet como en este magnifico blog. Mil gracias a todos ellos, - mil gracias P. Javier -
! Precioso el testimonio del bautismo de San Agustín !
María M.
María M.:
ResponderEliminar¡Qué lástima que no haya estado presente en la Vigilia pascual!
Gracias por lo de "magnífico blog": trabajo cuesta y sobre todo pensar que realmente sea una aportación formativa, catequética...