15. Contempla en tu oración más
la acción de Dios que tus propias deficiencias y limitaciones; contempla el
gozo de tu vocación y desecha las insinuaciones del Maligno donde sólo se
destaca lo negativo y pecaminoso de la propia alma.
16.
La libertad de espíritu es un don precioso. Sé muy
libre.
17.
Si las cabezas no funcionan, si las cabezas están huecas, si se carece de
teología, ¿qué espiritualidad puede haber? Una piedad cogida con alfileres, que
deja insatisfecho.
18.
Cristo te toma, se adueña de tu alma, y en tu corazón canta y adora al
Padre, en tu corazón intercede por la humanidad, en tu voz repara el pecado de
los hombres. Y tú, contemplativamente viviendo la liturgia, eres el signo de la Iglesia Esposa que
se une a su Esposo Cristo en comunión de plegaria y amor.
19.
Los tiempos litúrgicos santifican y nos hacen accesibles el Misterio del
Dios-con-nosotros, la cercanía y presencia de nuestro Dios que tanto nos ama
que asume lo nuestro. Dios y sólo Dios, y desde Dios, amar con intensidad a
todos, entregarse a todo, saber amar, orar, cantar y gozar en el Señor. ¡Dios!
Dios cercano, Dios entrañablemente compasivo, con entrañas misericordiosas.
20.
Cuando llegues a la oración, bien cansado, háblale a tu estilo al Señor,
céntrate en aquello que vas a realizar, y con tu voz entona las alabanzas en la Liturgia de las Horas,
mira las maravillas de Dios y entra en silencio y adoración, sin que las
ocupaciones distraigan ni los problemas te ocupen más de lo normal. Cuando
estés ante el Señor, sé toda para Él
21.
Aprende a reírte siempre y a todas horas, que es lo mejor que el Señor le ha
dado al hombre, la capacidad de reír, del buen y sano humor que siempre es cualidad de la
santidad.
Bendito sea nuestro Dios y Señor.
ResponderEliminarGracias D. Javier