La educación litúrgica requiere que, a veces, se recuerden cosas que se dan por sabidas.
La
comunión en la mano está permitida para todo aquel que lo desee, a
tenor de nuestra Conferencia episcopal, que lo solicitó a la Santa Sede.
¿Cómo
se comulga en la mano? ¡Hemos de conocer las disposiciones de la
Iglesia para quien desee comulgar así!, porque en muchísimas ocasiones
se hace mal, de forma completamente irrespetuosa.
Debe
cuidarse la dignidad de
este gesto, sin que desdiga de la
Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía como si
fuese un mero trozo de pan que se recibe de cualquier forma: al aire,
agarrando la Forma de cualquier manera, o con una sola mano...
Actitudes que desdicen de la adoración debida.
Debe cuidarse la dignidad de este gesto, sin que desdiga de la Presencia real de
Jesucristo en la Eucaristía
como si fuese un mero trozo de pan que se recibe de cualquier forma:
“Sobre todo en esta forma de recibir la sagrada Comunión, se han de
tener bien presentes algunas cosas que la misma experiencia aconseja. Cuando la Sagrada Especie se
deposita en las manos del comulgante, tanto el ministro como el fiel pongan
sumo cuidado y atención a las partículas que pueden desprenderse de las manos
de los fieles, debe ir acompañada, necesariamente, de la oportuna instrucción o
catequesis sobre la doctrina católica acerca de la presencia real y permanente
de Jesucristo bajo las especies eucarísticas y del respeto debido al Sacramento”[1].
Los
fieles al comulgar en la mano, así como los ministros al distribuir la sagrada
comunión en la mano, deben conocer y respetar lo establecido por la Iglesia, para salvaguardar
el respeto y adoración a la
Presencia real del Señor. Así todos deben observar
cuidadosamente esto[2]:
“Parece útil
llamar la atención sobre los siguientes puntos:
1. La Comunión en la mano debe
manifestar, tanto como la Comunión
recibida en la boca, el respeto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía.
Por esto se insistirá,
tal como lo hacían los Padres de la
Iglesia, acerca de la nobleza que debe tener en sí el gesto
del comulgante. Así ocurría con los recién bautizados del siglo IV, que recibían
la consigna de tender las dos manos haciendo "de la mano izquierda un
trono para la mano derecha, puesto que ésta debe recibir al Rey" (5ª
catequesis mistagógica de Jerusalén, n. 21: PG 33, col. 1125, o también Sources
chréet., 126, p. 171; S. Juan Crisóstomo, Homilía 47: PG 63, col. 898, etc.)[3].
2. De acuerdo
igualmente con las enseñanzas de los Padres, se insistirá en el Amén que
pronuncia el fiel, como respuesta a la fórmula del ministro: "El Cuerpo de
Cristo"; este Amén debe ser la afirmación de la fe: "Cum ergo
petieris, dicit tibi sacerdos 'Corpus Christi' et tu dicis 'Amen', hoc est
'verum'; quod confitetur lingua, teneat affectus" (S. Ambrosio, De
Sacramentis, 4, 25: SC 25 bis, p. 116).
3. El fiel que
ha recibido la Eucaristía
en su mano, la llevará a la boca, antes de regresar a su lugar, retirándose lo
suficiente para dejar pasar a quien le sigue, permaneciendo siempre de cara al
altar.
4. Es tradición
y norma de la Iglesia
que el fiel cristiano recibe la
Eucaristía, que es comunión en el Cuerpo de Cristo y en la Iglesia; por esta razón no
se ha de tomar el pan consagrado directamente de la patena o de un cesto, como
se haría con el pan ordinario o con pan simplemente bendito, sino que se
extienden las manos para recibirlo del ministro de la comunión.
5. Se recomendará a todos, y en particular a los niños, la limpieza de las manos, como signo de respeto hacia la Eucaristía.
6. Conviene ofrecer a los fieles una catequesis del rito, insistiendo sobre los sentimientos de adoración y la actitud de respeto que merece el sacramento (cf. Dominicae cenae, n. 11). Se recomendará vigilar para que posibles fragmentos del pan consagrado no se pierdan (cf. S. Cong. para la Doctrina de la Fe, 2 de mayo de 1972: Prot. n. 89/71, en Notitiae 1972, p. 227).
7. No se obligará jamás a los fieles a adoptar la práctica de la comunión en la mano, dejando a cada persona la necesaria libertad para recibir la comunión o en la mano o en la boca.
Estas normas, así como las que se dan en los documentos de la Sede Apostólica citados más arriba, tienen como finalidad recordar el deber de respeto hacia la Eucaristía, independientemente de la forma de recibir la comunión.
Los pastores
de almas han de insistir no solamente sobre las disposiciones necesarias para
una recepción fructuosa de la comunión –que en algunos casos exige el recurso
al sacramento de la penitencia-, sino también sobre la actitud exterior de
respeto que, bien considerado, ha de expresar la fe del cristiano en la Eucaristía”.
Al
distribuir la sagrada comunión en la mano, el ministro debe cuidar que el
comulgante la reciba dignamente, poniendo las manos en forma de cruz, esperando
a que el ministro deposite la sagrada hostia, y comulgue delante de él,
evitando así cualquier peligro de profanación o sacrilegio: “póngase especial
cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del
ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si
existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano”[4].
[1] Instrucción “Inmensae
caritatis”, IV.
[2] Cong. para el Culto
divino, Notificación acerca de la comunión en la mano (3-abril-1985).
[3] En nota a pie de página,
explica esta Notificación: “De hecho, conviene aconsejar a los fieles más bien
colocar la mano izquierda sobre la derecha, para poder tomar fácilmente la
hostia con la mano derecha y llevarla a la boca”.
[4] Instrucción “Redemptionis
sacramentum”, n. 92.
Excelente.Gracias por recordar estas normas. No me había dado cuenta del detalle de las manos cruzadas en forma de cruz, instintivamente lo he hecho siempre. Pero si había visto a otros colocar las manos una al lado e la otra como formando un cuenco.
ResponderEliminarD. Javier, qué desafortunada la Conferencia episcopal solicitando semejante despropósito a la Santa Sede. ¡Qué Dios nos perdone!
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