Probablemente, lo peor del sufrimiento, del tipo que sea, no es el sufrimiento en sí, sino el sentido de ese sufrimiento, el porqué.
Lo que en principio es absurdo e ilógico, y atenta contra ese instinto de vida grabado en nosotros, el sufrimiento, recibe una iluminación distinta y adquiere un sentido nuevo, una respuesta a sus interrogantes, en la contemplación del Señor crucificado. El bien vino por la cruz; la redención se obró por medio del sufrimiento del Señor, no por el dolor en sí mismo, sino por el amor entregado hasta el extremo, hasta el límite.
El sufrimiento, por Cristo, queda incluido en los planes de la redención, sólo si se vive con un amor de entrega y es ofrecido. El cristianismo tiene una palabra que ofrecer para vivir el misterio doloroso del sufrimiento:
"En el sufrimiento humano hay una certeza que debería darle consuelo y hacerlo tolerable, y es que el sufrimiento no es inútil... Entre las grandes maravillas llevadas a cabo por el cristianismo está también la de haber enseñado a sufrir con paciencia y a descubrir tesoros de humanidad y gracia en el dolor y la desdicha" (Pablo VI, Audiencia general, 17-mayo-1978).
La Cruz del Señor, como siempre, es la clave de comprensión de todo; en ella se encuentra una sabiduría que parece locura para el mundo y escándalo para quien conoce a Dios sólo de oídas, sin experiencia real.
"Comprende esto al menos, hombre que sufres: nadie como Cristo se ha hecho intérprete de la justicia debida a tu dolor, a tu necesidad, a tu inferioridad, a tu miseria... ¿Comprendes? El dolor -escúchalo- ya no es inútil. Ya no es sólo pérdida y desgarro de la vida. Cristo lo ha convertido en moneda válida, enprecio de rescate, en prenda de resurrección y de vida. Ha conferido un sentido secreto y una poderosa virtud al sufrimiento humano, con tal de que esté asociado a su pasión. Confortado por Cristo, hombre que sufres, puedes ser incluso un confortador" (Pablo VI, Discurso en el Via Crucis, 31-marzo-1972).
Este es el anuncio del Evangelio del sufrimiento. ¿No habrá que proclamarlo, gritarlo? El Evangelio ilumina y transforma las situaciones humanas situándolas en un orden de salvación. Silenciarlo por un lenguaje moralista, "liberador", sociológico, empobrece la riqueza del Misterio de la salvación. Proclamarlo es ofrecer una respuesta a quienes sufren y buscan.
Leí una vez que el sufrimiento es el padecimiento subjetivo de algún mal, el cual no tiene consistencia metafísica. Así, la enfermedad es un mal en cuanto que carencia de la salud que debería acompañarnos y no lo hace.
ResponderEliminar¿Y cuál es el sentido del sufrimiento? ¿Trasgresión?, ¿pedagogía?, ¿sentido redentor?,¿o quizás es una prueba a”lo Job”? Es ahí donde encontramos una acción-reacción:<>
Como decía San Pablo: <>
la colmena:
EliminarNo sé qué ha pasado con las citas, pero aquí sólo se ve un humilde <>.
El mal es carencia de bien, no tiene existencia metafísica, desde luego.
El sufrimiento o es redentor o es absurdo; también es sumamente pedagógico, recordándonos nuestra finitud.
Todo se entrecruza en el plan de Dios para nosotros.
Un fortísimo abrazo
Nuestra sociedad tiende a la abolición del sufrimiento y, cuando llega al límite más allá del cual no puede disminuirlo, no tiene ya nada más que decir. Cuando solo interesa hacer de la vida algo placentero las lógicas consecuencias de ese límite son la eutanasia y el suicidio. También existe una tendencia de evitar el sufrimiento dentro de la Iglesia en esa teología contemporánea que une el discurso sobre Dios exclusivamente con la praxis pues ya no tiene nada que decir a quien sólo padece y cuyo obrar podría consistir, en todo caso, en transformar ese sufrimiento en una relación con Dios, en oración. Sólo bajo el presupuesto de que existen Dios y el pecado puede cumplir el sufrimiento su función llevando al que lo padece a volver la mirada hacia Dios.
ResponderEliminarLa Sagrada Escritura nos dice que el sufrimiento de la criatura tiene su último fundamento en la desobediencia del príncipe de este mundo que será también objeto de una redención. Si nos preguntamos por el sufrimiento vicario de Jesús, nos situamos ante un sufrimiento que se corresponde al absurdo del mal en toda su profundidad. San Pablo afirma que Jesús se hizo obediente hasta la muerte, y que aprendió a obedecer a través del sufrimiento. El sufrimiento se manifiesta como el reverso pasivo del mal, que ha sido causado por la desobediencia del hombre.
En toda la tradición cristiana, los que sufren se han visto en una misteriosa relación con el mundo y sus culpables enredos, y han entendido el sufrimiento como una ayuda para dar la vuelta a esta situación de desobediencia del género humano. La cuestión sobre el sentido del sufrimiento presupone la fe en una ilimitada totalidad de sentido, la fe en que el universo en su conjunto descansa dentro de un contexto de sentido.
Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones (de las antífonas de Nona).
Julia María:
EliminarMatizaría para que no se entiendese mal.
El sufrimiento es fruto de la desobediencia original, del pecado original del hombre, que ha generado una disfunción o un desorden interno en toda la humanidad. Pero no es una desobediencia personal y nadie lo debe tomar así: no es, simplistamente, un castigo a una persona porque haya sido desobediente, y a saber qué habrá hecho...
No lo digo por vos, señora mía, sino para dejarlo más claro aún a posibles lectores.
Un abrazo grande