jueves, 20 de noviembre de 2014

Las pruebas de los santos (Palabras sobre la santidad - IX)

No les fueron ahorradas pruebas ni dificultades a los santos; experimentaron dificultades externas y persecuciones incluso en el seno de la misma Iglesia, y experimentaron dificultades exteriores, con períodos de cruz, de oscuridad.


La cruz de Cristo reposa sobre sus santos. Las pruebas y las adversidades purifican a los santos para que busquen sólo a Cristo y su amor, quitando las adherencias de pecado que pueda haber. Bien sabemos que no se puede busca a Cristo sin cruz y que el cristiano no existe sin cruz. Esta ley la vemos cumplida en los santos.

De un modo u otro, como una gran cruz en sus vidas en un momento concreto, o como diversas cruces más pequeñas pero constantes; como una etapa de años de oscuridad, o etapas diversas a lo largo de su vida, bebieron el cáliz del Señor. Dios usa una pedagogía distinta para cada uno. 

Los santos, que vemos pura transparencia de Dios hoy, a los que veneramos glorificados, se abrazaron a la cruz y experimentaron la dureza de la cruz por distintas pruebas, sufrimientos, incomprensiones, decepciones... y por momentos interiores de oscuridad, de sequedad.

"El Señor no cierra los ojos delante de las necesidades de sus hijos y, si tal vez parece insensible a sus peticiones, es sólo para poner a prueba y templar su fe. Éste es el testimonio de los santos, éste es especialmente el testimonio de los mártires, asociados de modo más estrecho al sacrificio redentor de Cristo" (Benedicto XVI, Ángelus, 14-agosto-2005).

Cuando conocemos la vida de los santos, aprendemos cómo la cruz se pone sobre los hombros de quienes son de Cristo y ellos la aceptan, compartiendo en su carne lo que falta a la pasión de Cristo en favor de su Cuerpo que es la Iglesia (Col 1,24). Sus dificultades, los rechazos de los que fueron objeto, las envidias que les amargaron la vida, las persecuciones de los bienintencionados... así como la oración sin consuelo alguno, la búsqueda de Dios en tremenda oscuridad, todo esto y más lo comprobamos cuando leemos sus vidas. Nada nuevo bajo el sol. Muchísimos de esos elementos se siguen repitiendo de manera distinta.

Pero para ellos fue todo una ocasión de gracia, de purificación en la fe, en la esperanza y en la caridad. Sobre todo, confiaron en Cristo y le dejaron hacer, robusteciendo su carácter, afianzando su personalidad cristiana. Así, con las pruebas de los santos vemos el valor y el fruto de la Cruz en la vida de los amigos del Señor.

4 comentarios:

  1. En tremenda oscuridad (que no tinieblas que son del Maligno) donde todo es ocasión de gracia y purificación. La santidad significa ser como Cristo, quien es la causa final y ejemplar del camino a la santidad. Cristo en la soledad de la Cruz, orando con salmos al Padre.

    La santidad está en la conformación con Aquel que es nuestro Maestro y modelo de santidad. Y Nadie que realmente quiera ser cristiano puede considerarse exento del imperativo de aspirar a la santidad; ninguna excusa, tales como la dificultad o las atracciones del mundo o lo complejo de la vida pueden aducirse para no ser santo.

    No existe eso de cristiano en cómoda cuota semanal o por horas. La vida cristiana debe manifestarse cotidianamente y en todos los momentos, cooperando la libertad con la gracia, creciendo en amorosa adhesión al Señor Jesús y conformándose con Él porque la santidad es el gran regalo que vino a traer Jesús al hombre

    Mi pueblo se saciará de mis bienes, dice el Señor (de las antífonas de Laudes)

    ResponderEliminar
  2. Que poco leemos las vidas de los santos. Desconocer su testimonio y ejemplo nos resta capacidad de entender qué desea Dios de nosotros. Además muchos de ello fueron decisivos en la historia de la humanidad. ¿Qué hubiera sido de la Iglesia sin San Francisco de Asís y Santa Catalina de Siena? Seguramente le faltaría esa parte del soplo de la Gracia de Dios.

    La santidad, en general, no se comprende y por eso da miedo. Parece como si desear ser santo conllevara que te asaran en un parrilla o ser de una pasta más dura que el mármol. Olvidamos que la Gracia de Dios es la que nos transforma. Nosotros no somos los que nos hacemos santos, sino que dejamos que Dios nos haga santos con su Gracia.

    Buenas noches D. Javier y Julia María :)

    ResponderEliminar
  3. Gracias por los comentarios.

    Veo que varios lo han compartido en google +... así como en Facebook.

    Hay casi 75 artículos, "Palabras sobre la santidad", escritos. Estoy perfilándolos para publicarlos en forma de libro. Sé que muchos os alegraréis al saberlo. Ojalá la editorial lo acepte.

    ResponderEliminar
  4. Estupenda noticia D. Javier... cuando lo saque me lo dice para dar hace propaganda :)

    ResponderEliminar