miércoles, 5 de noviembre de 2014

Salmo 144: Te ensalzaré, Dios mío, mi rey, bendeciré...

 Unas veces en los salmos hemos ido escuchando la voz de Jesucristo orando al Padre; otras veces hemos considerado el salmo, en lo que se llama la lectura moral, y nos lo hemos aplicado a nosotros, haciéndolos nuestra propia oración. El salmo de hoy, salmo 144, es la plegaria, la alabanza, que la Iglesia le dirige a Cristo su Señor y su Esposo; también en los salmos podemos oír la voz de la Iglesia que habla al Señor Jesucristo. Canta lo bueno que es el Señor.

Motivos de acción de gracias no nos faltan, ciertamente.

En primer lugar que hemos sido “arraigados en Cristo” y esto es un don de Dios y una bendición: conocer a Cristo y vivir unidos a Él. Cristo es Cabeza de toda la humanidad, ¡Cristo es Señor!, y por Cristo hemos obtenido nuestra plenitud. 

Luego una segunda bendición es que nuestra plenitud como personas sólo la podemos hallar en la persona de Cristo. Es san Pablo quien escribe que “por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo y hemos resucitado con el Señor”. Por tanto, estamos unidos a la cruz y la resurrección de Cristo, y por la Resurrección, tenemos vida. Mayor grandeza este Misterio porque “estábamos muertos por nuestros pecados” pero Cristo nos ha perdonado los pecados; en la cruz “se clavó el protocolo que nos acusaba”, es decir, el protocolo que nos acusaba es la sentencia, como en un juicio, donde se dice “culpable por esto y con tal condena” sumando todos los cargos y dando sentencia de condenación.  Sin embargo, todas las sentencias de cada uno de nosotros y de la humanidad entera, están clavadas, no existen. Cristo pagó por nosotros aquello que nosotros teníamos que haber pagado por nuestros pecados. “Borró el protocolo que nos acusaba”.

 Si toda esa es la acción de Dios en la Persona de Cristo, con razón la Iglesia le dice a Cristo en este salmo: “Te ensalzaré Dios mío, mi Rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás”

La Iglesia cuando mira a Cristo sólo puede pronunciar palabras de agradecimiento y alabanza. “Bendeciré tu nombre por siempre jamás; día tras día te alabaré y bendeciré tu nombre por siempre jamás”. La Iglesia alaba al Señor cuando reza, cuando canta Laudes y Vísperas; la Iglesia alaba a Dios cuando ofrece el sacrificio de la Eucaristía; la Iglesia alaba al Señor día tras día, no un día sí y otro no; no un día sí y tres no; no un día sí y el otro no porque estoy hundido por la cruz; “día tras día te bendeciré” porque hemos sido salvados por la cruz, aunque tengamos también nosotros que incorporarnos a la cruz de Cristo para participar de su vida.

“Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás”. 

“El Señor es clemente y misericordioso”, si no fuera así no hubiera enviado la salvación, no hubiese subido Cristo a la cruz, dejándose matar por nosotros, pero Dios “es clemente y misericordioso, lento a la cólera”, “aguanta sin límites” que dice San Pablo en el himno a la caridad (1Co 13), y es “rico en piedad”. Conocemos cómo el Señor curaba, predicaba, atendía a todos y se conmovía de corazón con todas las miserias humanas. “El Señor es bueno con todos”, Cristo “es cariñoso con todas sus criaturas”. Se rodea de un grupo de amigos y discípulos, es cariñoso hasta el punto de que Juan, el discípulo a quien “el Señor amaba” se “reclina en su pecho en la última Cena” compartiendo su intimidad. Tiene sentimientos entrañables hacia aquellos que tenían amistad con Cristo. Marta, María, Lázaro. 

Por eso la Iglesia sigue rezando en  este salmo que “todas tus criaturas te den gracias” y ese deseo se convierte en evangelización y en misión:  que todas las criaturas conozcan a Cristo y le den gracias. “Que te bendigan tus fieles”, los fieles somos los bautizados: que bendigamos a Cristo, que bendigamos al Señor  constantemente, “que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas”

Nosotros, llenos de gratitud  por tanto bueno, por tanta ternura, tanta misericordia como el Señor tiene con nosotros, proclamemos la gloria del reinado de  Dios, hablemos de tantas cosas buenas como el Señor está haciendo con nosotros y con su Iglesia.

2 comentarios:

  1. Jesús oraba con los salmos como nos lo muestra en la cruz, por tanto Jesús oró con este salmo, y la Iglesia cuando mira a Cristo sólo puede pronunciar palabras de agradecimiento y alabanza (“Bendeciré tu nombre por siempre jamás) pues hemos sido salvados por su cruz, sin que esto nos lleve a olvidar que debemos incorporarnos a ella para participar de su vida.

    En hebreo es un salmo acróstico o alfabético, es decir cada hemistiquio o versículo empieza con una letra del alfabeto hebreo. El salmista, que habla en nombre de la nación y con una marcada finalidad litúrgica, alaba al Señor, admirable por su grandeza, misericordia, omnipotencia, verdad, providencia y justicia, manifestadas en las obras portentosas del Señor en favor de hombre.
    Este salmo, que como el salmo 110 es un epítome de alta teodicea, es el único que lleva en su cabecera el título de tehillah, o alabanza, que dará nombre a toda la colección del Salterio, llamado por los judíos séfer tehillim (libro de las alabanzas). Dios, es Rey de todo lo creado, nadie es digno de alabanza más que Él. Y en su vehemente deseo de perpetuar estas alabanzas, apela a las generaciones futuras para que ellas se encarguen, a través de los siglos, de anunciar las grandezas de Yahvé. El pueblo judío, para realizar lo que dice este salmo: “Día tras día te bendeciré”, recita diariamente este texto en la oración matinal.

    Los católicos que podemos rezar sus versículos como jaculatorias, tenemos que aprender a leer en las historias particulares de los hombres y en la historia de la humanidad la fidelidad de Dios a sus promesas. “Este salmo -decía san Juan Crisóstomo- es digno de que le prestemos la mayor atención pues es justo que quien ha sido hecho hijo de Dios, que quien participa en su mesa espiritual, glorifique a su Padre”.

    En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas (de la salmodia de Laudes)

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  2. Muy a menudo me viene a la cabeza y al corazón este salmo. Gracias por comentarlo en este post.Le pido su bendición
    Gracias

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