sábado, 13 de septiembre de 2014

¿Cómo se comulga en la mano?

La educación litúrgica requiere que, a veces, se recuerden cosas que se dan por sabidas.

La comunión en la mano está permitida para todo aquel que lo desee, a tenor de nuestra Conferencia episcopal, que lo solicitó a la Santa Sede.


¿Cómo se comulga en la mano? ¡Hemos de conocer las disposiciones de la Iglesia para quien desee comulgar así!, porque en muchísimas ocasiones se hace mal, de forma completamente irrespetuosa.

Debe cuidarse la dignidad de este gesto, sin que desdiga de la Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía como si fuese un mero trozo de pan que se recibe de cualquier forma: al aire, agarrando la Forma de cualquier manera,  o con una sola mano... Actitudes que desdicen de la adoración debida:


“Sobre todo en esta forma de recibir la sagrada Comunión, se han de tener bien presentes algunas cosas que la misma experiencia aconseja. Cuando la Sagrada Especie se deposita en las manos del comulgante, tanto el ministro como el fiel pongan sumo cuidado y atención a las partículas que pueden desprenderse de las manos de los fieles, debe ir acompañada, necesariamente, de la oportuna instrucción o catequesis sobre la doctrina católica acerca de la presencia real y permanente de Jesucristo bajo las especies eucarísticas y del respeto debido al Sacramento”[1].


Los fieles al comulgar en la mano, así como los ministros al distribuir la sagrada comunión en la mano, deben conocer y respetar lo establecido por la Iglesia, para salvaguardar el respeto y adoración a la Presencia real del Señor. Así todos deben observar cuidadosamente esto[2]:

“Parece útil llamar la atención sobre los siguientes puntos:

1. La Comunión en la mano debe manifestar, tanto como la Comunión recibida en la boca, el respeto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

Por esto se insistirá, tal como lo hacían los Padres de la Iglesia, acerca de la nobleza que debe tener en sí el gesto del comulgante. Así ocurría con los recién bautizados del siglo IV, que recibían la consigna de tender las dos manos haciendo "de la mano izquierda un trono para la mano derecha, puesto que ésta debe recibir al Rey" (5ª catequesis mistagógica de Jerusalén, n. 21: PG 33, col. 1125, o también Sources chréet., 126, p. 171; S. Juan Crisóstomo, Homilía 47: PG 63, col. 898, etc.)[3].

2. De acuerdo igualmente con las enseñanzas de los Padres, se insistirá en el Amén que pronuncia el fiel, como respuesta a la fórmula del ministro: "El Cuerpo de Cristo"; este Amén debe ser la afirmación de la fe: "Cum ergo petieris, dicit tibi sacerdos 'Corpus Christi' et tu dicis 'Amen', hoc est 'verum'; quod confitetur lingua, teneat affectus" (S. Ambrosio, De Sacramentis, 4, 25: SC 25 bis, p. 116).

3. El fiel que ha recibido la Eucaristía en su mano, la llevará a la boca, antes de regresar a su lugar, retirándose lo suficiente para dejar pasar a quien le sigue, permaneciendo siempre de cara al altar.

4. Es tradición y norma de la Iglesia que el fiel cristiano recibe la Eucaristía, que es comunión en el Cuerpo de Cristo y en la Iglesia; por esta razón no se ha de tomar el pan consagrado directamente de la patena o de un cesto, como se haría con el pan ordinario o con pan simplemente bendito, sino que se extienden las manos para recibirlo del ministro de la comunión.

5. Se recomendará a todos, y en particular a los niños, la limpieza de las manos, como signo de respeto hacia la Eucaristía.

6. Conviene ofrecer a los fieles una catequesis del rito, insistiendo sobre los sentimientos de adoración y la actitud de respeto que merece el sacramento (cf. Dominicae cenae, n. 11). Se recomendará vigilar para que posibles fragmentos del pan consagrado no se pierdan (cf. S. Cong. para la Doctrina de la Fe, 2 de mayo de 1972: Prot. n. 89/71, en Notitiae 1972, p. 227).

7. No se obligará jamás a los fieles a adoptar la práctica de la comunión en la mano, dejando a cada persona la necesaria libertad para recibir la comunión o en la mano o en la boca.

Estas normas, así como las que se dan en los documentos de la Sede Apostólica citados más arriba, tienen como finalidad recordar el deber de respeto hacia la Eucaristía, independientemente de la forma de recibir la comunión.

Los pastores de almas han de insistir no solamente sobre las disposiciones necesarias para una recepción fructuosa de la comunión –que en algunos casos exige el recurso al sacramento de la penitencia-, sino también sobre la actitud exterior de respeto que, bien considerado, ha de expresar la fe del cristiano en la Eucaristía”.



Al distribuir la sagrada comunión en la mano, el ministro debe cuidar que el comulgante la reciba dignamente, poniendo las manos en forma de cruz, esperando a que el ministro deposite la sagrada hostia, y comulgue delante de él, evitando así cualquier peligro de profanación o sacrilegio: “póngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano”[4].



[1] Instrucción “Inmensae caritatis”, IV.
[2] Cong. para el Culto divino, Notificación acerca de la comunión en la mano (3-abril-1985).
[3] En nota a pie de página, explica esta Notificación: “De hecho, conviene aconsejar a los fieles más bien colocar la mano izquierda sobre la derecha, para poder tomar fácilmente la hostia con la mano derecha y llevarla a la boca”.
[4] Instrucción “Redemptionis sacramentum”, n. 92.
 



6 comentarios:

  1. “1. La Comunión en la mano debe manifestar, tanto como la Comunión recibida en la boca, el respeto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía.” Este es el punto crucial. ¿Todo fiel que comulga cree en la presencia real? ¿Todo fiel que comulga entiende qué significa comulgar a Cristo Sacramentado? Sí, necesitamos catequesis.

    No conocía el contenido del punto 3: ahora entiendo por qué un joven del norte de Europa lo hacía del modo que señala este número en mi anterior parroquia; modo que no es habitual en España.

    Otra cuestión crucial se trata en el punto 7. “No se obligará jamás a los fieles a adoptar la práctica de la comunión en la mano, dejando a cada persona la necesaria libertad para recibir la comunión o en la mano o en la boca.” Para que esta libertad sea factible en la práctica, es necesario que se sitúe, al menos, un reclinatorio en los templos.

    Voy a contarles una vivencia personal. Hasta hace unos pocos años comulgaba de pie y en la mano, intentando poner todos mis sentidos en los que estaba haciendo (en mi anterior parroquia no existía reclinatorio y todos los fieles comulgaban de pie). Por cuestiones que no vienen ahora al caso comencé a acudir al convento de Santa Clara en días laborables, et voilà!: había dos reclinatorios. Fue instintivo, estaba en el primer banco, no seguí el modelo de nadie, me arrodille y abrí mi boca. A partir de entonces, comulgo de rodillas y en la boca si hay reclinatorios y de pie y en la mano si no los hay ¿Por qué? No es algo racional, es como un impulso interior. Sólo tengo una excepción: en mi actual parroquia, Don Silvestre y don Óscar saben (si participas todos los días es inevitable que te conozcan exteriormente) que comulgo de rodillas, en la boca, la primera o la última (esto para evitarme el jaleo de varias colas, empujones… ¡Ay Dios mío!), pero en verano se celebra la Misa en la capilla en la que no hay reclinatorios por lo que, cuando no estoy en la playa, antes de acercarme a comulgar hago una genuflexión y ambos sacerdotes dirigen directamente la Sagrada Forma a mi boca, razón por la cual comulgo de pie y en la boca, no es cuestión de complicarles a ellos la vida por virtud de impulsos interiores míos.

    Sin juzgar el interior de nadie, muchas veces produce rechazo contemplar cómo se comulga en la mano y produce preocupación que las filas para comulgar no se vean también en los confesionarios. En Murcia y en La Manga del Mar Menor, todos deben ser santísimos menos unos cuantos y yo…

    Alabemos y demos gracias en cada instante y momento al Santísimo Sacramento.



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    1. Julia María:

      Sólo un breve apunte.

      Cualquiera que me conozca personalmente o que me lea, sabe que pretendo hacer sólo lo que la Iglesia marque.

      Aquí recuerdo cómo se comulga en la mano para que se haga bien, y ojalá llegue a muchos esta catequesis y sirva.

      Otro tema, y más preocupante, pero que no abordo, es la inmensidad de comulgantes y la "exigüidad" de penitentes en los confesionarios. Y aunque se predique de esto, y yo lo hago, no logro formar a nadie.

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    2. No le entiendo ¿He dicho algo en contrario a la pulcritud de su doctrina? Sólo contaba una vivencia personal que no creo que vaya contra la doctrina de la Iglesia ni contra la entrada del blog.

      Siento haberme extendido a la contradicción entre filas en la comunión y filas en el confesionario; lo hacía en estrecha relación con "creer en la presencia real de Jesús en la Eucaristía" y, en consecuencia, las condiciones debidas para recibirlo, externas e internas, pues ambas están en conexión.

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    3. Julia María:

      Las prisas al escribir hacen que, por concisión mía, parezca lo que no es. Además cometí el error de decir una cosa en el comentario a respuesta del suyo, cuando debía haber sido independiente.

      Para todos -no para vd- quería recordar el porqué de esta catequesis: hacer las cosas bien. Esto debería haber sido un comentario independiente y no una respuesta a sus palabras... Mil excusas.

      Vd. no se ha extendido en la contradicción entre filas en la comunión y filas en el confesionario. Me parece bien que se diga. Soy yo el que no se extendía en el comentario. Indudablemente comulgan muchísimos y confiesan poquísimos: ¡¡algo entonces no va bien!!

      ¿Queda más claro por mi parte?

      Ya le digo: es lo que tiene escribir con prisas...

      saludos.

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  2. Pareciera que la cultura o no sé qué tienen que ver en cómo se comulga. Lo hago de pie y en la mano previo a una reverencia que realizo apenas se está retirando la persona delante para no demorar la fila. Sólo en muy contadas ocasiones lo he hecho de rodillas y en la boca respetando como la Asamblea lo hace. En lugares a los que voy por primera vez, comulgo de último para observar como es la organización. En USA hay personas que se van movilizando a lo largo de los bancos para ir indicando la salida hacia el altar en forma ordenada. En el Santuario donde asisto todos salen por donde pueden y se comulga de las dos formas, en la mano y en la boca.

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    1. María Auxiliadora:

      ¡Qué alegría verla por aquí, venezolana - panameña!

      Me gusta que recuerde que, antes de comulgar, y sin estorbar ni retrasar a nadie, se hace reverencia al Señor.

      Simpático el detalle de organizar la fila de la comunión en USA. En los sitios que conozco, en España, es una carrera de todos mientras el sacerdote aún está comulgando... y yo me empiezo a agobiar cuando estoy bebiendo del Cáliz y los fieles me miran como diciendo: "¡Cuánto tardas! ¡¡Que estamos aquí esperando!!"

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