jueves, 9 de septiembre de 2010

Los cometidos de la catequesis de adultos

La catequesis de adultos debe responder a las necesidades y problemas de nuestro tiempo, capacitando al adulto para saber dar razón de su esperanza; para ello hay que anunciar la Palabra de la Verdad en su integridad, autenticidad y de forma sistemática, desde la Tradición y la vida eclesial. Esto debe realizarse:
  • poniendo en un primer plano el anuncio de la salvación,
  • iluminando con su luz las dificultades, oscuridades, falsas interpretaciones, prejuicios y objecciones hoy presentes (se ridiculiza la fe, se desprecia y margina lo cristiano, reduciéndolo a instancia cultural sin incidencia real en la vida cotidiana),
  • mostrando las implicaciones y exigencias morales y espirituales
  • e introduciendo a la lectura creyente de las Escrituras y a la oración, tanto personal como litúrgica.
El Catecismo de la Iglesia Católica, y desde él, los catecismos de las Iglesias particulares, son herramientas de trabajo e instrumentos útiles y válidos para toda catequesis de adultos.

Siguiendo las tareas fundamentales de la catequesis, que ya se describieron en el Directorio (tercer capítulo de la I parte), se detallan unas tareas específicas para la catequesis de adultos (cf. DGC 175):

  • Promover la formación y la maduración de la vida en el Espíritu de Cristo resucitado con los medios adecuados: pedagogía sacramental, retiros parroquiales, Vigilias de oración y Liturgia de las Horas, dirección espiritual...
  • Educar para juzgar con objetividad los cambios socio-culturales de la sociedad a la luz de la fe, para que se puedan discernir los valores cristianos con sabiduría e inteligencia espiritual. Así pues, muchas noticias o acontecimientos de actualidad en algún momento de la catequesis de adultos deberán ser juzgados y discernidos con los criterios de la fe, para no acabar pensando con el "pensamiento único" que se nos quiere imponer...
  • Dar respuesta a los interrogantes espirituales y morales. Todo hombre busca la Verdad y la Belleza, peregrina, busca e interroga para saciar su sed más profunda. Son interrogantes sobre moral pública y social, las cuestiones sociales, la educación de las nuevas generaciones; son interrogantes de sentido, de fin y objeto de la vida misma... y los interrogantes o cuestiones más pequeñas de la vida eclesial que a veces no se saben dónde ni a quién presentar. Una buena señal de esta iluminación y respuesta será la satisfacción al salir de la catequesis de adultos, como la alegría del que ha descubierto por fin algo que no hallaba de ningún modo.


  • Esclarecer las relaciones existentes entre acción temporal y acción eclesial. A este fin, sabiendo distinguir los planos, la doctrina social de la Iglesia es parte integrante de toda catequesis de adultos. La catequesis de adultos, muy paulatinamente, debe introducir en la Doctrina Social de la Iglesia y forjar la conciencia de que la vida católica es vida en el mundo e inserción en la realidad social, cultural, económica y política de este mundo (no simplemente encerrados por temor en la sacristía o en el despacho parroquial para perder el tiempo...)
  • Desarrollar los fundamentos racionales de la fe. Las verdades de la fe están conformes con las exigencias de la razón humana, y el Evangelio sigue siendo actual y válido. El cristiano debe tener también la suficiente madurez intelectual para ser testigo y armonizar coherentemente su fe en su estructura personal. Es necesario, insiste el Directorio, una pastoral del pensamiento y de la cultura cristiana. ¿Para qué? "Esto permitirá superar ciertas formas de integrismo y de fundamentalismo, como también de interpretaciones arbitrarias y subjetivas". Aun cuando el lenguaje de la catequesis debe ser sencillo, porque no es el ámbito de la docencia teológica, la solidez y claridad de la doctrina deben ser fundamentales. Hay que formar un laicado con la mayor profundidad teológica posible.
  • Formar para asumir responsabilidades en la misión de la Iglesia para saber dar testimonio cristiano en la sociedad. El cristiano, descubriendo lo que él es, y la llamada personal recibida del Señor. Uno recibe del Señor muchas gracias y es destinado por el mismo Señor a la misión. Lo contrario es la tentación del Tabor: quedarse cómodamente en la catequesis de adultos o en la comunidad donde se vive la fe cálidamente. La misión forma parte del ser cristiano: misión propiamente eclesial (tareas y servicios para la comunidad) y misión en el mundo (siguiendo el pensamiento de Juan Pablo II en Christifideles Laici). La catequesis de adultos constante, permanente, ayudará a desarrollar una gran conciencia eclesial y por tanto cada participante llegará el momento de madurez en que se pregunte "Señor, ¿qué quieres que haga? ¿A qué me llamas en la Iglesia?"

8 comentarios:

  1. Pedro Arroyo Gómez09 septiembre, 2010 14:27

    Como echamos de menos unas buenas Catequesis de Adultos.

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  2. Es que si se tiene la experiencia de buenos grupos parroquiales de catequesis de adultos, con continuidad, con cierto programa, con variedad de personas, en una parroquia, se echa de menos. ¡Claro!

    Ojalá todos pudiéramos caminar en implantar catequesis de adultos, abiertas, en todas las parroquias.

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  3. Cierto que se echan de menos las catequesis de adultos. Pero comprendo que no en todos sitios es posible ponerlas en marcha.

    Humildemente, añadiría a su estupenda exposición de objetivos la de ser un lugar de reflexión comunitaria, que nos ayude a sentirnos comunidad.

    Dios le bendiga :)

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  4. Evidentemente, Miserere, evidentemente: se genera experiencia de comunidad cristiana parroquial.

    Pero yo creo que es más fácil de lo que parece poner en marcha la catequesis de adultos. ¿Un sacerdote no debe formar a sus fieles? ¿No puede convocar una sesión semanal o quincenal abierta a todos? ¿O nos vamos a limitar eternamente a las catequesis de infancia para la Primera Comunión?

    Antes, los sermones patrísticos semanalmente, que durarían cerca de una hora, era una formación maravillosa. Hoy la homilía -que debe ser muy bien pensada, doctrinalmente sólida, espiritualmente confortadora- dura apenas unos minutos. La formación hay que suplirla.

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  5. Con lo que disfruto leyendo las catequesis de San Ambrosio de Milán o de San Cirilo de Jesrusalén... disfrutaría verdaderamente con una horita semanal de reflexión en comunidad.

    Tiene razón que es materialmente fácil iniciar la dinámica de este tipo de formación... pero lo complicado es afinar las voluntades.

    Tenemos que orar al Señor por los laicos y sacerdotes que conformamos las comunidades parroquiales. Para que nos ayude a mover lo que parece imposible y realizar lo que se estima inabordable.

    Dios le bendiga :)

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  6. Miserere: Lo difícil es afinar las voluntades. Lo difícil es también que un sacerdote se prepare a fondo para una hora de catequesis abierta a todos, con un itinerario al menos doctrinal durante un curso, abierto a las preguntas y diálogo que surja. Lo difícil es saber explicar bien para "enganchar" y no ser una clase o una conferencia aburridísima...

    Y lo difícil también que los fieles laicos acudan "en masa" como sería mi sueño.

    Pero, total: cuestión de convocar, lanzarse, y empezar a caminar. Y verlo tan normal como que haya una catequesis de niños o una "reunión de...". Es algo más en la parroquia.

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  7. No soy el inidcado , ya que no participo actualmente en nada.
    Pero esas reuniones son generalmente, no faltas de voluntad y buenísmo, carentes de consistencia doctrinal, seriedad, constancia y relaismo. Y digo realismo en cuanto no san razón de la Fe, ni de la Caridad ni de la Esperanza.
    Generalmente no acaban más que en debates estériles donde se cree que la Revelación nos vendrá por ser comunidad.

    No soy todo crítica.

    Y voy a ser arriesgado.

    Un partido forma líderes. Un sindicato forma líderes. Ambos los forma, los crea, los modela.

    Nosotros no.

    Un laico tiene que nacer, crecer y nutrise en esta agua estancada. Y, eso, es difícil.
    Pongamonos en serio a hacer lo que otros ya hacen.
    Ahora mismo recibo la formación continua en Prevención de Riesgos Laborales, Diseño de Páginas WEB y en Derecho Administrativo.
    ¿Y dónde la formación teológica?. ya lo sé: en los Institutos de Ciencias Religiosas. Pero la economía, en mi caso, me ha cortado el rollo en tercero.
    ¿Porqué no fomentar la formación de calidad?, una nueva Reforma, una nueva avanzadilla de personas con formación sólida, buena, impecable.
    ¿Cuántas personas de la Parroquia se comprometerían a estudiar en serio para formar?. Yo creo que más de una.

    Formación, formación... pero con homilias de la coña, difícl.

    Un saludo y perdón por el lebguaje y la franqueza.

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  8. Roberto:
    Totalmente de acuerdo. Estamos diciendo lo mismo.

    Me pone enfermo el buenismo, la falta de realismo y las homilías que son infumables. Yo opto, siempre he optado, por una formación de calidad, honda y seria. Prefiero acostumbrar a la gente a que suban de nivel, antes que empezar yo a rebajarlo tanto que se quede en nada.

    ¿Qué más quiere que le diga? Saludos cordiales.

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