sábado, 11 de septiembre de 2010

¡Ay, si quisiéramos!


No somos santos porque no queremos.
No avanzamos porque no nos lo proponemos radicalmente.
Jugamos con doble baraja, preferimos las medias tintas.
La radicalidad no es lo nuestro.


¡Sin embargo, si respondiéramos a la Gracia de Dios con firme voluntad veríamos maravillas en nuestro ser!


Sorprende la radicalidad con que la que el santo Hermano Rafael lo describe, y bien puede ser estímulo para darnos cuenta a qué alta vocación hemos sido llamados y cómo Dios espera que nuestra parte humana se ponga en movimiento para colaborar con la Gracia en nosotros.

n. 870. "La virtud..., Dios..., la vida interior, ¡qué difícil me parecía vivir eso! Ahora no es que yo tenga virtud, ni mis conocimientos de Dios y vida de espíritu estén, completamente claros, pero he visto que a eso se llega sin complicaciones, sin retorcimientos, sin aguda filosofía, sin dificultades técnicas. He visto que a Dios se llega precisamente por todo lo contrario. Se le llega a conocer por la simplicidad del corazón y por la sencillez. Un acto de amor no tiene ninguna dificultad... Lo verdaderamente difícil es el querer conocer a Dios escudriñando sus misterios.
Por lo primero llegamos a Dios, por lo segundo no.

Virtud..., ¡ah!, eso es para santos... Algo dificultoso de practicar. Sí, efectivamente..., pero para tener virtud no hace falta estudiar una carrera, ni dedicarse a profundos estudios... Basta el acto simple de querer; basta, a veces, la sencilla voluntad.


n. 871. ¿Por qué, pues, a veces no tenemos virtud? Porque no somos sencillos; porque nos complicamos nuestros deseos; porque todo lo queremos nos lo hace difícil nuestra poca voluntad, que se deja llevar de lo que agrada, de lo cómodo, de lo innecesario y, muchas veces, de las pasiones.
No tenemos virtud, no porque sea difícil, sino porque no queremos.

No tenemos paciencia..., porque no queremos.
No tenemos templanza..., porque no queremos.

No tenemos castidad, por lo mismo.

Si quisiéramos seríamos santos..., y es mucho más difícil ser ingeniero, que ser santo.
¡Si tuviéramos fe!"
(Santo Hermano Rafael, OC).

4 comentarios:

  1. Ricardo Moreno Gómez11 septiembre, 2010 23:38

    Espero ansioso ver mañana (dominngo) lA crónica de la Misa de hoy (sábado). Mañana abandonamos Compostela y volvemos a Lucena. Un abrazo

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  2. Pues te quedarás esperando. Las crónicas personales las dejo para la privacidad del Facebook o del email para los amigos. El blog, sólo formación. O sea, ya te contaré...

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  3. "Si quisiéramos seríamos santos..., y es mucho más difícil ser ingeniero, que ser santo."- Esto me ha gustado.

    Me acuerdo de usted en el día de hoy, tan señalado.

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  4. Discrepo amable y jovialmente con el Hermano Rafael... ser ingeniero es mucho más sencillo. Pero mucho más sencillo. Con nuestras fuerzas personales basta.

    Pero para ser santo, necesitamos olvidar nuestras fuerzas y aprender a confiar en Dios. Ser como los lirios del campo, que Dios viste y engalana sin necesidad de que ellos pongan de si, nada más que una infinita confianza en su creador.

    Que Dios le bendiga D. Javier :)

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