martes, 31 de agosto de 2010

Discernir una y otra y otra vez

Quisiera para mí -y para todos- llegar a la estatura de Cristo y ser un verdadero creyente, un hombre totalmente de Dios, lleno de Dios, metido en Dios. Y, por tanto, medirlo todo en Dios y procurar en todo hallar a Dios -¡esto es muy ignaciano!- y ver los signos de Dios en la vida.

Será tal vez por la situación personal (nuevo destino, otro "encargo pastoral", una mudanza por medio, trasladar parte de mi biblioteca personal, porque me niego a mover más de 100 cajas grandes de libros...) que estoy hoy muy sensible al discernimiento. Pero ¿qué entender por discernimiento?

1. Discernimiento es ver lo que Dios quiere de cada uno, en concreto, en circunstancias concretas. Tanto si hay grandes cambios en la vida como la normalidad de empezar un curso en el mismo sitio y con la misma realidad cotidiana, con las personas que ya son conocidas. ¿Qué quiere Dios de mí, aquí y ahora, en este curso nuevo? ¿Qué espera Él de mí?

2. Además de esta mirada de fe, este discernimiento en general, habrá que ver, para conocer la voluntad de Dios, los signos concretos, las "indirectas" que Dios nos lanza para que reconozcamos su voluntad. Son pequeños signos, circunstancias, personas que se cruzan en nuestra vida, una llamada o un email, una conversación, que, en este contexto y sin saberlo ni sus autores, están siendo una Palabra viva de Dios, una indicación, un cierto signo.

3. En este discernimiento hay que buscar el bien que Dios espera realmente que yo realice. Él nos sitúa a cada uno en un lugar, en un sitio, con una vocación y asignándonos una tarea... para que "pasemos haciendo el bien" (Hch 10,38), para que hagamos el bien que podamos y esté en nuestra mano. Esto será siempre el criterio de verificación de la propia vida cristiana ya que una vida creyente, absolutamente llena de Dios, no puede sino hacer bien a los demás, acompañarlos, iluminarlos, ayudar a crecer. 

4. Pero en este discernimiento hay un punto que no se ve inmediatamente sino que hay que disponer el corazón para recibirlo cuando pase mucho tiempo, tal vez años. Es pensar que Dios no sólo piensa en el bien que nosotros hagamos a los demás, sino que Dios espera a nosotros concretamente hacernos un bien, el bien que Dios hace en nuestra vida. Dios nos aguarda, y al mirar atrás -en sana y verdadera memoria histórica que es memoria de salvación- vemos el bien, el cariño, la delicadeza que Dios ha ido teniendo con cada uno en cada etapa o momento de su vida. Y puede que Dios no espere que hagamos grandes cosas, ni siquiera tal vez espere que hagamos mucho ni un gran bien a los demás, puede que Dios cambie las circunstancias de nuestra vida para obrar un gran bien en nosotros, en la vida de cada cual. Hay que saber aguardar en silencio para ver la salvación de Dios y su obrar (cf. Is 30,18).


5. Es necesario en el discernimiento superar las meras causas contingentes o históricas, la trama humana. Es decir, hay cosas en nuestra vida que se deben a circunstancias adversas de un tipo o de otro, y cuyos responsables tal vez tengan nombre y apellido (un familiar, un compañero de trabajo, un jefe...), obrando más o menos rectamente. Pero Dios está por encima de esas contingencias, Dios está por encima de esas causas inmediatas y a veces excesivas humanas, y lo usa todo y lo emplea para bien de aquellos a quienes Él ama (cf. Rm 8,28). Es verdad que la astucia de las serpientes debe hacerse presente para no ser ingenuos como Cristo no lo fue, y reconocer a los causantes con nombres y apellidos y conocer qué ha pasado, pero, a la vez, la sencillez de la paloma que sobrevuela cándida por encima de las circunstancias y reconoce a Dios actuando y espera en Él.

Necesitamos, por tanto, ejercer el discernimiento, conocer por dónde nos lleva Dios, saber su voluntad y abrazarla. Al inicio de un curso -después del período de vacaciones y las noticias de los telediarios sobre la depresión post-vacacional- realizar un sano discernimiento.

Y en todo, finalmente, el abandono confiado en Dios, al que se encomienda las tareas o las circunstancias nuevas para que Él lleve su obra a término.

5 comentarios:

  1. Mucho ánimo para ese nuevo cambio. Paloma.

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  2. Que esta tarea de discernimiento sea favorable,con paciencia y mansedumbre. La Paz de Cristo te acompañe.
    Gracias por este bello artículo.

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  3. Los cambios tienen mucho de peregrinación. Son una oportunidad y la constatación de que Dios nos entiende como seres dinámicos.

    Seguro que Dios le da fuerzas y le ilumina en el camino. Dios le bendiga D. Javier :)

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  4. Agradezco las palabras de afecto y cercanía.

    Pero el artículo de hoy no era simplemente decir que hay cambios en mi vida, cambios que recibo esperanzado. Ese era el principio o la anécdota para elevar la reflexión al discernimiento y a la visión sobrenatural.

    Espero que ahora esté todo mucho más claro.

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  5. Me ha gustado este tema sobre el discernimiento. Es difícil discernir a veces, cuando las circunstancias que concurren son difíciles de comprender pero, es verdad que "Todo se transforma en bien para aquellos que ama el Señor" y Él nos apoya y se vale de todo para hacernos madurar o para ponernos en el lugar donde nos necesita para actuar a través nuestro.
    Creo que tenemos que aprender a ser LIBRES para poder estar disponibles para ir y venir allí donde Dios nos necesita. ¡Así era Jesús!...¡Dejó el cielo y se enterró en esta tierra a veces tan inhóspita!. Y vivió sin tener "donde reclinar la cabeza".
    Un saludo de

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