sábado, 24 de octubre de 2009

Respuesta a un comentario. Seguimos con "Jesús de Nazaret"

Luis- Madrid dejó en el post anterior un comentario respecto al tema “Jesús de Nazaret o Jesucristo”, que merece respuesta ponderada. Escribía él:

“Vaya por delante que estoy de acuerdo con todo lo que expresa en este artículo excepto en el hecho de identificar el uso de "Jesús de Nazaret" con una teología errónea. Valga como contraejemplo el Santo Padre Benedicto XVI, quien escribió el libro llamado precisamente "Jesús de Nazaret". No creo que se pueda encontrar en dicha obra los errores achacados a quienes utilizan esta denominación. Expresiones como "nuestro Señor" o "Jesucristo" afirman sin duda, la naturaleza divina de la persona de Cristo, pero no por ello dejamos de ver al hombre, a "Jesús de Nazaret" en quien se encarnó nuestro Salvador. Si nuestros papas no temen utilizar este término, como en múltiples ocasiones nos han demostrado, usémoslo sin miedo, pero con plena conciencia de quien es la persona de Jesús de Nazaret, nuestro Señor JesuCristo”.

1. Ciertamente, en sí, el uso de la expresión “Jesús de Nazaret” no debe tener ninguna connotación peyorativa o errónea. Alude a una persona histórica y la encuadra en su lugar de nacimiento y en su residencia.


2. Decir simplemente “Jesús de Nazaret” no expresa la fe en Él, sino el mero dato histórico. Basta ver que esa es una forma de referirse a Él de sus contemporáneos y paisanos y una referencia de Pedro en los discursos de Hch para que identifiquen bien sus oyentes a Quién se refiere. Pero, inmediatamente, la teología del corpus paulino (que comienza pronto, año 55 su carta más antigua) jamás hablará de “Jesús de Nazaret” sino de “Jesús el Señor”, “Cristo Jesús”, “Nuestro Señor Jesucristo”, etc., para que nunca hubiesen malentendidos sino claridad en la confesión de fe de que aquel personaje histórico es al mismo tiempo el Señor, el Kyrios.

3. La Iglesia lo entendió así desde el principio, y en los Símbolos y textos litúrgicos al nombre bendito de “Jesús” le añaden “Cristo”, “Señor”, de manera que ese es el modo en que era educado todo el pueblo cristiano.


4. El uso hoy de “Jesús de Nazaret” vuelve a la actualidad con las primeras “vidas de Jesús” del s. XX marcadas por el protestantismo liberal y su versión católica, el modernismo, que llega a nuestros días especialmente con las corrientes de las diversas teologías de la liberación y teologías secularizadas que quieren establecer la fisura entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. La obra de Josef Ratzinger-Benedicto XVI, “Jesús de Nazaret”, es una cierta contrarréplica usando esos mismo términos para superar la ruptura producida.

5. ¿Qué hay detrás, de fondo, con tanto interés en las aproximaciones históricas a “Jesús de Nazaret” y en hablar sólo de “Jesús de Nazaret” en teología, omitiendo sistemáticamente la confesión de fe en Jesucristo? Lo dirá Ratzinger en su libro “Jesús de Nazaret” al hablar de los métodos histórico-críticos que algunos sitúan como la panacea de todo ignorando sus límites:


“Las reconstrucciones de este Jesús, que había que buscar a partir de las tradiciones de los evangelistas y sus fuentes, se hicieron cada vez más contrastantes: desde el revolucionario antirromano que luchaba por derrocar a los poderes establecidos y, naturalmente, fracasa, hasta el moralista benigno que todo lo aprueba y que, incomprensiblemente, termina por causar su propia ruina. Quien lee una tras otra algunas de estas reconstrucciones puede comprobar enseguida que son más una fotografía de sus autores y de sus propios ideales que un poner al descubierto un icono que se había desdibujado.
Por eso ha ido aumentando entretanto la desconfianza ante estas imágenes de Jesús; pero también la figura misma de Jesús se ha alejado todavía más de nosotros.

Como resultado común de todas estas tentativas, ha quedado la impresión de que, en cualquier caso, sabemos pocas cosas ciertas sobre Jesús, y que ha sido sólo la fe en su divinidad la que ha plasmado posteriormente su imagen. Entretanto, esta impresión ha calado hondamente en la conciencia general de la cristiandad. Semejante situación es dramática para la fe, pues deja incierto su auténtico punto de referencia: la íntima amistad con Jesús, de la que todo depende, corre el riesgo de moverse en el vacío” (Jesús de Nazaret, Madrid, La Esfera de los libros, 2007, p. 8).


6. Como se ve, el uso hoy de “Jesús de Nazaret” encierra detrás mucho más que la alusión al lugar de Cristo y su realidad histórica. Hay una intencionalidad muy concreta cuando se usa.
Por eso siempre es preferible emplear los términos paulinos que la Iglesia recibió: “Señor”, “Cristo”, donde sin negar su historicidad, su humanidad real y concreta (¡por supuesto!) señala el reconocimiento del Misterio, el estupor ante su Presencia.

Esa es mi insistencia en habituarnos al uso del lenguaje propio de los Símbolos y de la Liturgia en la predicación, en la catequesis y en la oración personal.


Gracias, Luis, por su comentario que me permite explayarme y, espero, explicarme mejor.

1 comentario:

  1. Gracias por su amable respuesta,

    Por mi parte el mensaje estaba entendido desde el primer momento, aunque creo que ahora está más claro.

    No caerá en saco roto su recomendación en lo que me atañe :

    " ... habituarnos al uso del lenguaje propio de los Símbolos y de la Liturgia en la predicación, en la catequesis y en la oración personal."

    Simplemente animarle a que, como sacerdote, siga mostrándonos el corazón de Nuestro Señor, estamos necesitados de muchos y santos sacerdotes.

    Que Dios le bendiga.

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