viernes, 11 de noviembre de 2022

Mistagogia y Misterio (Nicolás Cabasilas)

Nicolás Cabásilas ofrece una descripción de lo que él considera mistagogia: 


“La mistagogia por entero es como una representación única de un solo cuerpo, que es la vida del Salvador; pone ante nuestros ojos las diversas partes de esta vida, desde el comienzo al final, según su orden y armonía” (I, 7). 



La mistagogia es la representación del Misterio de Cristo, la mistagogica conduce a la economía salvadora:

            “La mistagogia por entero es como la unidad de un relato, que conserva desde el principio al final su armonía y su integridad, de manera que cada uno de los ritos o de las fórmulas ofrece algún aspecto complementario al conjunto. Así, mientras que las salmodias -las que se cantan al principio de la mistagogia [en este caso, la Liturgia de la Palabra]- significan el primer período de la obra redentora de Cristo, lo que sigue después, lecturas de la Escritura u otros textos, significa el segundo período” (XVI, 5).

Lo que el autor aplica a la liturgia en su forma mistagógica es, en realidad, el propio método del autor a lo largo de toda esta obra. La liturgia es mistagogia: 


“...nada impiden que puedan tener los dos significados y, por tanto, los mismos elementos que santifican a los fieles y a la vez representan la obra redentora. De la misma manera que los vestidos cumplen su función de vestir y cubrir el cuerpo y, por el hecho de ser de tales o cuales características, significan también la profesión, la condición y la dignidad de quienes los llevan, aquí pasa lo mismo. En tanto que son Escrituras divinas y palabras inspiradas, los cantos y las lecturas santifican a los que leen o cantan; pero por la elección de los textos que se ha hecho y por el orden en el que se han dispuesto, tienen también otra significación y son adecuados para representar los acontecimientos y la vida de Cristo. Además, no sólo los cantos y las fórmulas, sino también los ritos tienen igualmente esta función; y cada uno de ellos se realiza por razón de la utilidad presente, pero al mismo tiempo significa algún aspecto de las obras de Cristo, de sus acciones o de sus sufrimientos. Así sucede, por ejemplo, con el traslado del Evangelio al altar y con el de las ofrendas” (XVI, 6). 


Nicolás Cabásilas pretende que “contemplemos ahora toda la santa liturgia, elemento por elemento, en tanto que imagen de la obra redentora del Salvador” (XVI, 7). La mistagogia que practicará el autor sobre toda la divina liturgia abarcará la preparación interior al rito, el significado del rito mismo y el modo consecuente de vivir después de la Liturgia o el fruto espiritual que debe producir.

Al inicio de la obra, en el capítulo I, enumera distintos elementos de la Liturgia y muestra la razón mistagógica de todos ellos, tal como el autor luego va a explicar paso a paso.

-          Los salmos y la preparación de las ofrendas: “Simbolizan el primer período de la economía de Cristo” (I, 8).

-          Lecturas de la Escritura: “simbolizan el período que le sigue” (I, 8); también “tienen otra eficacia y sirven para significar la venida de Cristo y su vida” (I, 9).

-           Gestos tales como el traslado del santo Evangelio al altar y después el traslado de los dones: “ambos significan la aparición y la manifestación del Salvador: en primer lugar, la manifestación aún oscura e imperfecta, al principio de su vida; en segundo lugar, la perfecta y suprema manifestación” (I, 9).

-          Ritos que no responden a ninguna utilidad práctica, que sólo se realizan por el simbolismo que tienen: “así, por ejemplo, el hecho de hacer una incisión en el pan y trazar sobre él la señal de la cruz, o bien que el objeto de metal con el que se hace esta incisión tenga la forma de una lanza; así como también el hecho de verter, hacia el final, un poco de agua caliente en el (vino) consagrado” (I, 9).

-          Los ritos en la liturgia de los dones:  “su finalidad es poner ante nuestros ojos el espectáculo de esta divina economía, a fin de que nuestras almas se santifiquen y, de esta manera, nos hagan dignos de recibir estos sagrados dones” (I, 11).

Como la liturgia misma es mistagogia, dependiendo de la economía salvífica del Redentor que en la celebración santifica a los fieles, Nicolás Cabásilas no duda en emplear ese mismo método mistagógico en su gran comentario a la Liturgia:

            “Será preciso ahora considerarla [la liturgia] en detalle desde el principio, tanto en cuanto sea posible. En primer lugar, las oraciones preparatorias, las fórmulas santas y los cantos sagrados, las lecturas, a continuación, la acción sagrada por excelencia, el sacrificio propiamente dicho; después de esto, la santificación de los que se benefician, por medio del sacrificio, las almas de los cristianos, tanto las de los vivos como las de los difuntos. Los cantos y las oraciones dirigidas a Dios, en este contexto, por el pueblo y por el sacerdote se deberán también considerar, en la medida en que precisan de examen y de consideración. Pero ante todo y por encima de todo, deberemos analizar la economía de la obra del Salvador, representada a través del conjunto de los ritos: qué aspecto de esta divina economía está significado por tal o cual de los ritos de la liturgia” (I, 15).




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