lunes, 1 de febrero de 2021

La Eucaristía, fuente y cumbre de la evangelización



La Eucaristía es “fuente y cumbre” de la vida de la Iglesia (cf. SC 10). En Ella está contenido; es la fuerza de la evangelización y al mismo tiempo, su cumbre. 

No hay incompatibilidad alguna entre liturgia y evangelización, sino mutuas y profundas relaciones frente a toda separación que el secularismo, las ideologías, los falsos conceptos de liturgia. 



La voz del Concilio Vaticano II deja bien sentados los principios:

            La sagrada liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia; pues para que los hombres puedan llegar a la liturgia, es necesario que antes sean llamados a la fe y a la conversión... Por eso, a los no creyentes la Iglesia proclama el mensaje de salvación para que todos los hombres conozcan al único Dios verdadero y a su enviado Jesucristo, y se conviertan de sus caminos haciendo penitencia. Y a los creyentes les debe predicar continuamente la fe y la penitencia, y debe prepararlos además para los sacramentos, enseñarles a cumplir toda clase de obras de caridad, piedad y apostolado, para que se ponga de manifiesto que los fieles sin ser de este mundo, son la luz del mundo y dan gloria al Padre delante de los hombres (SC 9).


            No obstante, la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios, por la fe y el bautismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la Cena del Señor.
            Por su parte, la liturgia misma impulsa a los fieles a que, saciados con “un mismo sacramento pascual”, “vivan siempre unidos en el amor de Dios”; ruega a Dios que “vivan siempre de acuerdo con la fe que profesaron”; y la renovación de la Alianza del Señor con los hombres en la Eucaristía enciende y arrastra a los fieles a la apremiante caridad de Cristo. Por tanto, de la liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente, y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin (SC 10).


            Por tanto, fuente y culmen, mutuas y necesarias relaciones entre Eucaristía y evangelización. Es lo que, Ecclesia de Eucharistia tiene en cuenta y recuerda: 


“La Eucaristía es la fuente, y al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo, y en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo” (EE 22).


Recibimos y damos, al mismo tiempo que somos continuamente evangelizados. El problema es que aún, a pesar de Evangelii Nuntiandi y Redemptoris Missio, se confunde evangelización con otros elementos, de forma exclusiva, vaciando la evangelización por contenidos secularizados:
 
*      La asistencia social
*     La mera solidaridad
*      Los proyectos de desarrollo en países pobres
*      Una difusa ética de valores o el sincretismo de una "ética mundial"
*      Un biblicismo aferrado a la exégesis científica fuera del contexto de la Tradición
*      Omitir la Verdad, para sustituirla por la opinión y el consenso.

Éste es un falso y secularizado concepto de evangelización que no edifica ni planta la Iglesia (plantatio Ecclesiae). No es éste el pensamiento del Papa Juan Pablo II en la NMI:

            Ahora tenemos que mirar hacia delante, debemos “remar mar adentro”, confiando en la palabra de Cristo: Duc in altum!... Las experiencias vividas deben suscitar en nosotros un dinamismo nuevo, empujándonos a emplear el entusiasmo experimentado en iniciativas concretas... Es mucho lo que nos espera y por eso tenemos que emprender una eficaz programación pastoral post-jubilar... Es importante que lo que nos propongamos, con la ayuda de Dios, esté fundado en la contemplación y en la oración... El misterio de Cristo [es] fundamento absoluto de toda nuestra acción pastoral (NMI 15).

           
Valdría la pena leer Evangelii Nuntiandi, Redemptoris Missio y en el Catecismo 849 y ss, donde deja sin lugar a dudas muy claro lo que es la evangelización HOY.

            Cada domingo vivimos esta realidad de forma especial en la Eucaristía, que nos hace entrar en la dinámica de la Misa a la “misión” (recordemos el sentido del “Ite, missa est”, es decir, “id a la misión”, “podéis ir en paz” a la misión):

            Al recibir el Pan de vida, los discípulos de Cristo se disponen a afrontar, con la fuerza del Resucitado y de su Espíritu, los cometidos que les esperen en su vida ordinaria. En efecto, para el fiel que ha comprendido el sentido de lo realizado, la celebración eucarística no termina sólo dentro del templo. Como los primeros testigos de la resurrección, los cristianos convocados cada domingo para vivir y confesar la presencia del Resucitado están llamados a ser evangelizadores y testigos en su vida cotidiana. La oración después de la comunión y el rito de conclusión –bendición y despedida- han de ser entendidos y valorados mejor, desde este punto de vista, para que quienes han participado en la Eucaristía sientan más profundamente la responsabilidad que se les confía. Después de despedirse la asamblea, el discípulo de Cristo vuelve a su ambiente habitual con el compromiso de hacer de toda su vida un don, un sacrificio espiritual agradable a Dios. Se siente deudor para con los hermanos de lo que ha recibido en la celebración, como los discípulos de Emaús que, tras haber reconocido a Cristo resucitado en la fracción del pan (cf. Lc 24,30-32), experimentaron la exigencia de ir inmediatamente a compartir con sus hermanos la alegría del encuentro con el Señor (Dies Domini, 45).

            Es la urgencia de la evangelización en el mundo entero, en todos los continentes, e igualmente en Europa donde fue la fe cristiana la que dio su ser y cultura a Europa -¡Europa nació cristiana!- y sin embargo, está totalmente descristianizada, o con un barniz superficial, o quedando como un producto cultural, algo tradicional pero carente de sentido para cada vida, sin incidencia, sin fuerza, sin coraje ni audacia.

            Iglesia en Europa, te espera la tarea de la nueva evangelización. Recobra el entusiasmo del anuncio (Ecclesia in Europa 45).

            En varias partes de Europa se necesita un primer anuncio del Evangelio... De hecho, Europa ha pasado a formar parte de aquellos lugares tradicionalmente cristianos en los que, además de una nueva evangelización, se impone en ciertos casos una primera evangelización (EiE 46).

            Además, por doquier es necesario un nuevo anuncio incluso a los bautizados. Muchos europeos contemporáneos creen saber qué es el cristianismo, pero realmente no lo conocen. Con frecuencia se ignoran ya hasta los elementos y las nociones fundamentales de la fe. Muchos bautizados viven como si Cristo no existiera: se repiten los gestos y los signos de la fe, especialmente en las prácticas de culto, pero no se corresponde con una acogida real del contenido de la fe y una adhesión a la persona de Jesús. En muchos, un sentimiento religioso vago y poco comprometido ha suplantado a las grandes certezas de la fe... [Hay que] guiar a los bautizados a convertirse a Cristo y a su Evangelio: nuestras comunidades tendrían que preocuparse seriamente por llevar el Evangelio de la esperanza a los alejados de la fe o que se han apartado de la práctica cristiana (EiE 47).


            De la Misa a la misión; la evangelización es plantatio Ecclesiae y, como tal, la Eucaristía nos lleva a la evangelización cada cual en su estado de vida, sin confusiones (sin clericalizar a los laicos, ni aseglarar a los presbíteros...)

            La Misa evangeliza también de por sí para quien la vive entrando en el Misterio y dejándose interpelar por lo que Cristo entrega en la Eucaristía:

-          es evangelizadora cuando nos dejamos imbuir de sus signos (comunión de bienes espirituales y económicos, signaciones, gestos de paz, fracción del Pan y su distribución)

-          es evangelizadora en sus oraciones pues expresan y transmiten la fe de la Iglesia (lex orandi, lex credendi)

-          es evangelizadora por la Palabra de Dios proclamada que penetra los corazones como espada de doble filo por la acción del Espíritu Santo (cf. OLM 7; 9).

-          Es evangelizadora por la homilía que expone la verdad de la fe (cf. OLM 8; 24).

-          Es evangelizadora por el Cuerpo de Cristo que comulgamos, que es el Amor mismo y su caridad no impulsa, recibiendo el Espíritu como un nuevo Pentecostés evangelizador (cf. OLM 10).

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