Las frases bien construidas de san Agustín, tan matizadas, con su juego de palabras habitual, hacen que sean verdaderas sentencias o máximas de pensamiento cristiano, donde con pocos elementos, se afirman muchas cosas.
Este método agustiniano facilita la memorización de grandes principios para la vida cristiana y hoy, cuando nos ponemos a leerlos y asumirlos, pueden ejercer el mismo influjo que en su tiempo logró para sus oyentes o sus lectores.
La vida cristiana debe estar en función del Señor y, por tanto, disponible para lo que Él requiera, disponible para las necesidades de la Iglesia. A veces, perder la contemplación, la serenidad de la contemplación, por ejemplo en sus monjes, hacía que la Iglesia estuviese mermada en sus fuerzas. San Agustín ve que antes está el bien de la Iglesia que el propio ocio contemplativo, por muy santo que sea.
Exhorta al martirio y dispone a los fieles a él por si llega el momento, y es que cualquier tiempo, cualquier época y cualquier lugar, son posibles para el martirio ya que la persecución va a durar hasta que el Señor vuelva en la claridad de su gloria.
La fe ha de estar siempre despierta: así vencemos al mundo, a sus tempestades, a sus ataques, a sus seducciones, a su mentalidad. Pero cuando la fe se duerme, alertagada, llena de aburrimiento y tedio, entonces las olas del mundo nos hacen zozobrar con muchísima facilidad. Sea una fe despierta y viva, y podremos sobrevivir.
Un punto espiritual sobre la limosna puede servirnos. Ésta no ha de ser solamente exterior, e incluso abundante, sino a la vez interior, llena de compasión, misericordia y, sobre todo, humildad.
¿Creer y opinar? ¿Hay diferencias? Con un solo rasgo y con trazo firme, san Agustín señala la diferencia entre el creer y el opinar, entre la fe y la opinión:
También orienta sobre la esperanza y la vida del justo. Espera el Bien eterno, y por eso obra aquí ya el bien.
Buenísima la sentencia:
ResponderEliminar"Entre el creer y el opinar hay esta diferencia: que el que cree, siente a veces que ignora lo que cree, aunque no dude en modo alguno de ello si es que lo cree firmisimamente; pero el que opina, piensa saber lo que efectivamente ignora (San Agustín, Tratado sobre la Mentira 3.
Concédenos, Señor, tu Espíritu (de las Preces de Laudes)